Capítulo 5

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DEBAJO

¿No sabías?
Me paré junto a la cuna de Noah, mirando hacia abajo  a  su  forma  dormida  mientras  Lena  se paraba frente a mí. Se veía diferente, más distante  de  alguna  manera,  como  si  estuviera  en  otro  lugar,  también. Apenas me miraba, y se quedó mirando sin pestañear hacia el bebé.
—¿Sabía qué? —dijo después de un largo rato. ¿Estaba incluso escuchando?
—¿Sabías que Rhea podía curarte? —le dije, manteniendo un dominio absoluto sobre mi temperamento. Todo lo que había sucedido no era culpa de Lena, por supuesto, pero aun así. ¿Lo había sabido todo este tiempo? ¿Se daba cuenta J’onn? ¿Mi madre?
—Yo… lo sospechaba —dijo Lena, y sus ojos se pusieron vidriosos de nuevo. Donde quiera que estuviera, era seguro que esperaba que fuera más importante que su propia vida—. No quería darte falsas esperanzas.
—Mentiras —le dije—. No querías darme esperanza alguna.
Pasaron varios segundos y, finalmente, su mirada se encontró con la mía.
—¿Vas a intentarlo?
—¿Intentar qué? Eres su hija, ¿no es así? —le dije.
—En una forma de decirlo.
—¿Entonces por qué te diría que no?
—No le gusta molestarse a sí misma con nuestros asuntos —dijo Lena.
—Estoy segura de que no le importará apartarse de lo que sea que ella hace con el fin de sanarte —le dije. ¿Por qué estaba siendo tan difícil?
¿Kara?
Me quedé helada al oír el sonido de la voz de Winn, pero Lena no hizo mucho más que fruncir el ceño.
Kara, vuelve, dijo Winn, las palabras no fueron más fuertes que un susurro.
Es importante.                                                                                                                           
Siempre era importante. Suspiré internamente y me incliné sobre la cuna para darle a Lena un beso en la mejilla.
—Me tengo que ir. Estaré de vuelta pronto.
—Por supuesto —dijo distraídamente, una vez más, mirando hacia abajo a la cuna. Su mirada no estaba centrada en el rostro de Noah, sin embargo, era como si estuviera mirando a través de él. ¿Qué estaba pasando?
El cuarto del bebé se desvaneció, reemplazado por el interior de un avión. A pesar de la amplia sala que proporcionaba la primera clase, mi brazo dolía por la forma en que me apoyé contra la ventana, e hice una mueca. Estos fueron los únicos boletos que pudimos conseguir, y Winn habían insistido en que Lena se lo pagaría. Durante mi primer verano lejos, había sido reacia a gastar el dinero de Lena y forcé a Winn en clase turista. Esta vez, no  discutí.  Había  aprendido  mi  lección  acerca  de  pasar  doce  horas hacinados entre un bebé llorando y un pasajero roncando que trataba mi hombro como una almohada.
—Ahí estás —dijo Winn—. ¿Hambrienta? —Se sentó a mi lado, y sobre la bandeja plegable delante de él estaban ubicados dos platos reales de hamburguesas y papas fritas. Extravagante. Winn no se había molestado con una de ellas, sin duda pedida para mí, pero con la otra había apilado las papas en una estructura tambaleante.
—Depende —le dije, estirando mis piernas—. ¿Me alejaste de Lena sólo para pedirme mis papas fritas?
—Por supuesto que no —dijo Winn alegremente, y sacó una botella de plástico de salsa de tomate de su mochila—. Si las quisiera, me las habría robado. ¿Salsa de tomate?
—¿De verdad trajiste una botella de salsa de tomate al avión? ¿Cómo la pasaste a través de la seguridad?
Sonrió.
—Mi secreto.                                                                                                                      
Moví mi plato sobre mi bandeja plegable. A diferencia de la clase turista, salía del brazo de mi silla, y en la parte posterior del asiento frente a mí había una amplia pantalla reproduciendo una película que no reconocí.
—Estás loco.
—Prefiero el término habilidoso. —Roció en forma de foso con salsa de tomate alrededor de su fortaleza de papas fritas—. De todos modos, te desperté porque estabas murmurando algo. ¿Qué estabas soñando?
Agarré una de mis papas fritas y me la metí en la boca. No era del todo mala para ser comida de avión. Por otra parte, las pocas comidas que había tenido en aviones antes no habían sido servidas en porcelana blanca y con cubiertos.
—No estaba soñando. Estaba con Noah y Lena. Winn frunció el ceño.
—¿Con qué frecuencia está Lena allí contigo?
—Todo el tiempo. Le pedí que se quedara, y lo hizo.
—¿Puedes tocarla? —dijo Winn, y asentí—. ¿Qué pasa con Noah?
—Ella puede. Yo no.
—Bien. —Su ceño se profundizó—. ¿Qué has estado diciéndole?
—¿Qué, no puedo mantener una conversación privada con mi esposa sin que te entrometas?
Winn dejó la botella a un lado y me miró.
—¿Le dijiste a dónde vamos y lo que estamos haciendo?
—Por supuesto —le dije—. Bueno, no, quiero decir, le dije lo que estamos haciendo y que vamos para África. No mencioné Zimbabwe específicamente.
—Bien. —Él pasó sus dedos por los míos, y me aparté, doblando mis manos y  colocándolas  en  mi  regazo.  Amigos  o  no,  él  intencionalmente  había lastimado a Lena hace tantos años al tener un romance con Perséfone. Mientras que Lena podría haber estado dispuesta a perdonar, sin duda, no lo había olvidado, y no estaba dispuesta a darle ninguna razón para preocuparse—.  ¿Cómo  te  ha  estado  tratando?  ¿Ha  dicho  algo  extraño? ¿Hecho algo que no parecía del todo bien?
—¿Qué es esto, veinte preguntas? —Me recosté en mi asiento, dejando mi plato casi intacto—. No es de tu incumbencia.
—Sí, lo es. Nunca hemos tenido una situación como esta antes. Durante la primera guerra, obviamente no estaba vivo en ese entonces, pero J’onn…
—No quiero oírlo. —No cuando tenía algo que ver con J’onn.
—Es necesario. —La voz de Winn era sorprendentemente amable—. No importa lo que J’onn es para ti, ¿de acuerdo? Olvídate de él. No es importante en este momento.
—Nunca ha sido importante. —En lo que a mí respecta, nunca lo sería.
—Yo no iría tan lejos —dijo Winn con una sonrisa irónica—. Él es el rey de los dioses y cabeza del Consejo, después de todo. Todos somos sus hijos. Sabes eso.
—Y qué, ¿estás diciendo que soy tonta por no averiguarlo antes? —le dije, y aunque  Winn  negó  con  la  cabeza,  todavía  me  sentía como  una  idiota. Estaba en lo cierto. Él y Ava me habían dicho que cada miembro más joven del Consejo era uno de los hijos de J’onn.
—No eres estúpida —dijo Winn—. No, en absoluto. J’onn es el estúpido por no intervenir para actuar como tu padre cuando Alura nos dijo que su cuerpo mortal tenía cáncer. Tu madre quería que él lo hiciera —agregó—. Así que no estés molesta con ella por esto, ¿de acuerdo? Ella luchó duro para hacer que apareciera. Phillip incluso se ofreció a presentarse como tu tío, pero al final, J’onn decidió que pasar por eso sola te daría una mejor oportunidad de superar las pruebas.
—Es un hijo de puta —susurré, medio esperando que un rayo rompiera a través del cielo y nos noqueara en el aire.
—La mayoría de las veces —estuvo de acuerdo Winn—. Él no entiende bien las emociones, supongo. No fue un gran padre para ninguno de nosotros, excepto quizás para Ava, y fue adoptada. No puedes culparlo demasiado, sin embargo. Tampoco tuvo exactamente el mejor modelo a seguir.
Eso no compensaba el abandonarme cuando sabía que lo había necesitado, pero sí ayudó saber que yo era parte de la regla y no la excepción.
—Es bueno saber que no me perdí de nada —murmuré. Winn soltó un bufido.
—Difícilmente. Hace parecer a Lena una pegajosa, colegiala de ojos saltones.
Al menos sabía que Lena era una buena madre, y al final, eso era lo que importaba, que Noah tenía a su madre. Mi infancia ya había terminado. La suya apenas estaba comenzando, y no estaba dispuesta a dejarlo pasar por lo mismo que yo había soportado. Tendría una madre, una que lo amara, una que vería todos los días. Me aseguraría de ello.
—Tenemos que hablar acerca de tus visiones ahora —dijo Winn en voz baja—. ¿Me dejarías ir contigo y ver?
—¿Venir conmigo? No es como que viaje, sabes. Todavía estoy aquí cuando las tengo.
—Puedes llevar a alguien contigo si lo desea, sin embargo. Perséfone lo hizo conmigo a veces.
—Estoy segura de que lo hizo —dije, rodando mis ojos.
Él gimió.
—No de esa manera. Quiero decir, puedes deslizarte en ella ahora, ¿no? ¿Has ganado control? ¿Después de nueve meses de nada más que hacer?                                                          
—Sí, lo tengo bajo control.
Puso su mano sobre la mía de nuevo, y esta vez no me aparté.
—No sé cómo lo hizo Perséfone, exactamente, pero me lo describió como nadar a través de néctar. En vez de romper la conexión por lo que estaba sola, me llevó con ella.
Bien. No estaba ayudando.
—Si me necesitas para llegar allí, entonces, ¿cómo te las has arreglado para hablar conmigo cuando estaba allí antes?
—Eso es diferente. Lo hice mentalmente. —Así.
Su voz resonó en mi cabeza, más fuerte de lo que jamás había sido antes, y me aparté de él.
—¿Qué fue eso?
—Shh —susurró alguien en los asientos detrás de nosotros.
Winn se rió en voz baja, pero no había nada divertido en esto.
—Ese fui yo, por supuesto.
—Pero cómo… —Me detuve en seco y bajé mi voz a un susurro—. ¿Cómo hiciste eso?
—Es fácil. Todos podemos hablar mentalmente de uno a uno. No todos a la vez, porque eso se pondría muy atestado y muy, muy ruidoso, pero si centramos nuestros pensamientos en una persona, podemos hacerlo. —Me ofreció su mano de nuevo—. Inténtalo.
Dudé.
—¿Cómo?
—Sólo piensa en algo, y empuja ese pensamiento en mi dirección.
Cerré mis ojos y me concentré en la sensación de su piel contra la mía. Su mano era cálida, sus dedos   imposiblemente   suaves, y había algo reconfortante en ello. Familiar.
Esto es loco.
—Todos estamos un poco locos, cuando piensas en ello —dijo Winn, y mis ojos se abrieron de golpe.
—¿Funcionó?
—Felicitaciones, has dominado el arte de pensar. Ahora vamos a llevar esta conexión un paso más allá. Entra en tu visión y llévame contigo.
Al parecer, era demasiado esperar que él se hubiera olvidado de invadir mi privacidad así.
—No va a funcionar. ¿Por qué quieres ir conmigo de todos modos?
—Por varias razones —dijo de una manera cautelosa que significaba que estaba ocultándome algo. Bien pensado, yo estaba bastante segura de que él siempre lo estaba.
—¿Cómo qué?
—Así puedo obtener una buena idea de cómo es el diseño de la fortaleza de Jess —dijo—. Así sé dónde pasan su tiempo Jess y Cronos. Así puedo ver dónde…
Se detuvo, y frunció el ceño.
—¿Así puedes ver dónde qué? —dije, y su expresión se volvió distante.
—¿Alguna vez conociste a Iris? —dijo, y yo negué con la cabeza—. Ella fue otro de los mensajeros de J’onn.
—¿Fue?
Se aclaró la garganta y miró su fortaleza de papas fritas, pero su corazón no parecía estar en ello más.
—Jess la asesinó el día que Lena te rescató.
Mi boca se abrió, pero por un buen rato, nada salió. No importaba que yo no la hubiera conocido; el dolor de Winn se deslizó a través de mí tan ciertamente como si fuera tangible.
—Lo siento —dije al fin—. No puedo imaginar por lo que debes estar pasando.
—Era una de mis mejores amigas —dijo en voz baja—. Es diferente cuando eres inmortal, siempre tomas a la gente por sentado. Quiero decir, ellos estarán ahí en un siglo o dos, ¿cierto? No hay necesidad de decirles cómo te sientes, porque siempre habrá otra oportunidad.
Apreté su mano.
—Estoy segura de que ella lo sabía, incluso si tú nunca tuviste la oportunidad.
—J’onn nunca debería haberla enviado en primer lugar. —Winn tomó una respiración temblorosa, y al fin me miró. Fingí no darme cuenta del enrojecimiento  en  sus  ojos—.  Quiero  ver  dónde  murió.  Pero  también necesito tener una idea de lo que está pasando así el Consejo puede formar una estrategia. Si vamos a rescatar a Noah, necesitamos saber dónde está.
—¿Realmente harías eso? —dije.
Él me dio una mirada extraña y sonrió.
—Por supuesto. Es tu hijo.
Eso era todo lo que necesitaba oír. Apreté mi agarre en sus dedos, cerré mis ojos y me concentré en su mano, todo el tiempo deslizándome en mi visión. Él me contuvo  hacia  atrás,  sin  embargo,  como  si  estuviéramos moviéndonos por arena movediza. Esto era imposible.
—No puedo hacerlo.
Casi estás allí. Sigue adelante.
Seguí empujando. La calidez de Noah permanecía frente a mí, esperando, y no podía decepcionarlo.                                                                                                     
Finalmente, como si emergiera de un océano interminable de barro, salimos a  la  superficie  juntos.  Planté  mis  pies  firmemente  en  el  suelo  de  la guardería, pero Winn tropezó, y le tomó un momento para enderezarse.
—Whoa. Me olvidé de las secuelas. —Miró alrededor de la guardería de color ocaso. Lena estaba de pie en la esquina, alimentando a Noah con un biberón, y los ojos de Winn se ampliaron—. Finge que no estoy aquí.
—¿Qué…? —Empecé, pero Lena se volvió hacia mí, con una sonrisa vacía en su rostro. La ansiedad se agrupó en mi estómago. ¿Se estaba desvaneciendo? ¿Era por eso que apenas estaba allí más?
—Bienvenida de nuevo, Kara —dijo Lena, su voz tranquila de alguna manera reverberando a través de la guardería, como si estuviera hablando en un valle profundo—. Noah comenzó a quejarse.
—Claro —dije, mirando a Winn. ¿Lena no iba a decir hola?—. Lo siento por irme así antes. Algo ocurrió.
Lena asintió una vez, sus ojos desenfocados. Ella apenas parecía notar que estaba sosteniendo a Noah.
—Nada terrible, espero. Negué con la cabeza.
—Sólo el almuerzo.
Winn se movió hacia Lena, un paso lento a la vez, hasta que estuvo a apenas  quince  centímetros  de  distancia.  Lena  no  hizo  tanto  como parpadear. ¿Cómo podía verme y no saber que Winn estaba allí?
Sin decir una palabra, Winn salió de la guardería. ¿Esperaba que lo siguiera? ¿O estaba memorizando el pasillo en el que estaba Noah? Con suerte miraría por la ventana, también, más no había forma de que él sabría en cuál nivel estábamos. A menos de que Jess no se hubiera fijado en el enorme agujero en el suelo todavía.
Durante los siguientes minutos, ni Lena ni yo dijimos nada. En cambio, me moví a su lado y observé a Noah comer. No pasaría mucho más tiempo antes de que yo fuera la que estuviera sosteniendo el biberón por ella. Estábamos casi en Johannesburgo, y desde allí era un vuelo mucho más corto a Zimbabwe. Tan pronto como Lena fuera sanado y Rhea estuviera de nuestro lado, terminaríamos esta guerra.
Un movimiento cerca de la puerta llamó mi atención. Levanté la vista, esperando que Winn volviera a escondidas a la habitación. En cambio una chica entró, cargando una pila de mantas que oscurecían su rostro, pero yo la hubiera reconocido en cualquier parte.
Ava.
Puso las mantas en un aparador metido en la esquina, una nueva adición desde la llegada de Noah, y ella saltó.
—¿Q-qué estás haciendo aquí?
Mi boca se abrió. ¿Ella podía verme?
—¿Qué crees que estoy haciendo aquí?
En vez de contestarme, se apresuró hacia nosotros, con los brazos extendidos.
—Si Jess averigua que has estado otra vez aquí, estará furiosa. Dámelo.
Sin advertencia, dio un paso a través de mí y tomó a Noah de los brazos de Lena. Mis entrañas se convirtieron en hielo. Ella podía ver a Lena, pero no podía verme.
Y estaba sosteniendo a nuestro hijo.
—Devuélveselo —dije, extendiéndome por ella, pero por supuesto mis manos pasaron a través de los dos.
Lena se aferró a la botella, y desprovisto de su comida, Noah empezó a llorar. Sus gritos eran más fuertes y más sanos de lo que habían sido los primeros días, pero tan tranquilizador como eso debería haber sido, ellos impulsaron cada instinto que tenía de ayudarlo.                                                             
—Lena. —Agarré su mano—. No la dejes que se lo lleve. Él todavía tiene hambre.
Finalmente Lena parpadeó y sacudió la cabeza lentamente, como si se sacara de un sueño despierto.
—Estoy haciendo lo que se me ha pedido —le dijo a Ava, ignorándome—. Estoy cuidando de mi hijo.
—Él no es tu hijo —siseó Ava, acunándolo en su pecho y dándole la espalda a Lena. Furia caliente pasó a través de mí, remplazando mi asombro.
—Perra  —gruñí,  avanzando  hacia  Ava.  No  me  importaba  que  ella  no tuviera  idea  de  que  yo  estaba  allí.  Había  intentado  ver  las  cosas  a  su manera, pero si ella iba a alejar a Noah de su otra madre, si iba a insistir en que Jess era su verdadera madre…
—¿Kara? —La voz de Winn cortó a través de mi rabia—. No te muevas. No digas nada.
—Esta vez no —dije, pero mis pasos vacilaron. Ava se encorvó sobre Noah, como si estuviera escudándolo con su cuerpo. ¿De qué? ¿De su propia madre?—. Se robó a Noah directamente de los brazos de Lena.
—Sólo está tratando de protegerlo —dijo Winn.
—¿Protegerlo? —Exploté—. Es su madre, y ella se está robando a Noah…
—Ella no se lo está robando.
—¡Mírala! Lena, ¿por qué no estás…?
Me di la vuelta para enfrentarla, pero su expresión era tan inexpresiva como siempre. Como si ella fuera nada más que un modelo de cera sin vida.
—¿Lena? —dije con incertidumbre—. Lena, ¿qué está…?
Winn se interpuso entre nosotros, y la miró con tanto odio que me detuve en seco.
—Lo siento, Kara —dijo—. Esa figura no es Lena.

Aprendiz de Diosa : la herencia (5ta Parte/ Final) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora