Mi largo vestido blanco era hermoso, el velo caía suavemente sobre mi rostro y veo a mi madre fascinada con el atuendo, pero algo no estaba bien, y era que mi prometido sería nada más y nada menos con un desconocido, ¡no entiendo cómo es que mis padres nos se dan cuenta de eso!
-Mamá no quiero casarme y mucho menos con Karma.- Murmuro molesta sin que nadie más se pudiera dar cuenta.
-Hija, es decisión de tu padre... de la compañía...- Respondió ella.
-¡Yo sé que él oculta algo!- Repliqué.
-Es buena persona, no te hará daño.
-¿Que no me hará daño? Pero si lo encontré manchado de sangre.- Susurré desesperada mirando cómo mi madre reía levemente.- ¿Acaso no te parece extraño?
-Tal vez sólo se lastimó.- Respondió, en eso tocan la puerta y era mi padre.- Ya es hora.
Salgo de ahí para dirigirme al auto que me llevaría a la iglesia, doy una última mirada al odioso de mi padre con asco y desprecio. Miro el camino en todo el trayecto que no presté atención a lo que me decían.
Al llegar todos entran a la iglesia, mi madre ayuda a bajarme con cuidado y me duelen los pies, no estoy acostumbrada a usarlos por lo que camino torpemente.
Camino hasta el altar sujetando del brazo a mi padre, mi mente se nubla cada paso que daba y estar cerca de Karma.
-Siempre te odiaré.- Murmuré por lo que mi padre le dio cierta consternación.
Karma me toma de la mano y subo los escalones quedando enfrente del sacerdote. Empezó la boda y no quería estar ahí, yo sé que oculta algo el pelirrojo por lo que debo saber exactamente qué.
Hasta llegar a la típica frase de "que hable ahora o caye para siempre" Karma voltea a ver a los demás, al escuchar que podía besarme sólo fue algo pequeño.
[...] Una vez en la casa, afortunadamente estaba llena de muebles y podíamos mudarnos sin ningún problema, el único detalle era conseguir comida y subsistir. Veo a Karma sentarse después de haberse quitado su traje y quedar solo en pantalones y su torso descubierto para luego acercarse a mí.
-¿Q-Qué haces, Karma-kun?- Estaba muy asustada que no paraba de temblar.
-Mucho gusto en conocerte, Tn-chan.- Extiende su mano mirándome dulcemente.- Karma Akabane, mejor burócrata de Tokio.
-Ni creas que confiaré en un tipo como tú.
-Oye, sé que apenas nos estamos conociendo pero no tienes porqué actuar así.- Comentó Karma alzando una ceja.
-Y se supone que no debo estar casada, me falta mucho por vivir.
-Solo considerame un amigo más, ¿bien?- Sus ojos color cobre escondían algo más que una simple amistad, un terrible secreto en el que tarde o temprano sabré.
Camino a la habitación, afortunadamente había más de dos por lo que podría estar en la que más me agradara. Definitivamente podríamos tener algo de privacidad fuera de nuestro matrimonio forzado.
Suspiro cansada de toda esta mentira, vamos, ¿a quién le gustaría casarse con un desconocido? ¡Exacto, nadie!
-¿Es en serio?- Trato de desquitarme con una almohada tirándola al suelo repetidas veces.
Me tranquilizo para organizar todo dentro de mi mente, respiro hondo y exhalo, ¿ahora qué? Sentí un nudo en mi garganta, estoy perdida por el resto de mi maldita vida.
[...] Mientras comía en un café con Karma, él solamente me miraba confundido e impaciente, al preguntarle el por qué, no recibí respuesta alguna. Pagué lo mío y me voy a la oficina para trabajar durante la noche.