12. Mi fortaleza

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- En serio ¿cómo hiciste para conquistarla? Te juro que pensé ya era causa perdida _ Le decía Sofía mientras se tomaban unos tragos en la sala del apartamento de Esther.

Luego de la fiesta, Esther le pidió a Marcela que se fuera con ellas y por supuesto, era imposible que justamente ese día le dijera que no, así que allí estaban, Esther y Marce en el sofá grande, Esther recostada en el mueble con la cabeza sobre las piernas de Marcela. Sus manos entrelazadas y Sofía, sentada en el piso con la espalda apoyada en el sillón frente a ellas.

- No lo sé _ Negó con la cabeza buscando con la miraba una respuesta coherente en la nada - Te aseguro que aun no entiendo cómo pasó esto _ Bajó la mirada hacia Esther y se sonrojó al ver cómo la miraba con intensidad - No fue algo planeado, simplemente pasó _ Terminó la idea.

- Bueno... Tiene sentido _ Dijo pensándolo por unos instantes - Esther es tan dura para entrarle, que sí, debía ser algo totalmente espontáneo para que no tuviera tiempo de decir que no.

- No es que sea dura... Es sólo que en el medio en el que se mueve, no es sencillo conseguir a alguien con intenciones realmente serias _ La defendió. Sí, era más que sabido que Esther no había tenido interés en nadie más allá de una cama, pero no todo era tan simple como eso, y aunque no tenía intención de ventilar sus razones con nadie, tampoco dejaría que la siguieran viendo con esa imagen tan errada.

- Y mucho menos si las espantaba antes de que tan siquiera se le acercaran _ Dijo Sofía en tono de medio reprimenda. Entendía lo que Marcela decía, pero no podía olvidarse de los múltiples desplantes que presenció durante sus visitas a la ciudad.

- Sí, bueno... En este momento, me parece excelente que sea así _ Bajó la mirada hacia Esther que permanecía en silencio, sólo observándola, y le sonrió guiñándole un ojo.

- ¿Quieres saber cómo hizo? _ Le preguntó Esther a su hermana unos segundos después sin dejar de mirar a Marcela.

- ¡Por supuesto! _ Respondió sin dudar.

- Siendo ella. Sin poses, sin máscaras. Dejando ver sus defectos. Su vulnerabilidad. Su sencillez. Pero, sobre todo, la maravillosa mujer que es, su enorme corazón y las inmensas ganas de amar que tiene.

Marcela se quedó en blanco después de aquello. Esther era especial con ella desde un inicio, pero hasta ese momento, no le había dicho nada parecido.

- ¿Y quieres que te diga más? _ Agregó aún con la mirada fija en Marcela - En sólo unos días supe que era diferente, en sólo unos días me conquistó sin ella saberlo. En sólo unos días, se convirtió en alguien que logró ver más allá de lo que yo mostraba y fue allí, donde irremediablemente, caí en su red. Aún sin buscarlo. Aún sin esperarlo.

Marcela se sonrojó inevitablemente después de tan hermosas palabras. Era cierto, todo fue sin esperarlo si quiera y sin imaginar que pudiera trascender a algo más que una simple amistad, pero aquí estaban, iniciando una relación contra cualquier pensamiento coherente que pudieran tener.

Dos mujeres tan diferentes y tan iguales a la vez. Vidas nada fáciles, pero con la fuerza necesaria para sobrevivir a los baches que la vida les había puesto y con la capacidad de distinguir, que aquella oportunidad de conocerse, de compartir y de enamorarse, era quizás, una de esas ocasiones únicas en la vida. No se trataba de desmeritar las vivencias anteriores, pero sin duda alguna, ésta era única, y sin importar lo que sucediera con ellas, valía mil veces la pena vivirlo. Estar allí, verla a los ojos, saber que la miraba de verdad y no sólo la superficie de su ser. Saber que ella conocía lo peor de sí misma y estaba allí, como un roble a su lado. Así la sentía y así era.

Sofía entendió que era momento de dejarlas sola, ya habría más tiempo para conversar y saber más de ella, pues sólo conocía su reputación y lo que había visto las veces que visitaba a Esther. No podía negar que estaba un poco escéptica, pero el escuchar a Esther hablar de ella y verla así de feliz, no podía ser de gratis, así que estaba dispuesta a ver mucho más allá de lo superficial y descubrir aquello tan especial que había logrado cautivar a su hermana.

Nunca Te Esperé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora