Una habitación fría y muy pulcra era el espacio en el que Marcela esperaba con un poco de nerviosismo, pero no por lo que pensaba hacer, sino por la persona que esperaba. Muchos años había pasado y no sabía cuál sería la reacción.
En ese momento se abrió la puerta y entró a quién esperaba.
- Buenos días Srta. Ruíz, disculpe el retraso.
Entró un doctor con su bata blanca y sin cabello. Alto, delgado y con voz fuerte, pero melodiosa. Dejó la carpeta que traía en mano en el escritorio y se volvió sonriente para ver a Marcela y al hacerlo, una mirada confundida se vio de inmediato.
- ¿Marcela? _ Preguntó dudoso.
- Hola Horacio
Horacio se quedó paralizado por unos instantes antes de caminar hacia ella con impulso, hacer que se levantara de la silla y la abrazara con fuerza. Horacio era el mejor amigo de su padre, uno de los socios de la unidad médica que fundaron y su padrino.
- ¡Diooosss! Qué sorpresa _ Se separó para verla de arriba a abajo y volvió a abrazarla. - Eres toda una mujer _ Le dijo con grato asombro.
- Sí. Han pasado unos cuantos años.
- Estás hermosísima _ La admiraba.
- Gracias _ Sonrió ligeramente.
Durante mucho tiempo resintió el hecho de que él no la buscara. Aparte de su papá, su padrino había sido su otro amigo, aquel con quien hablaba sobre todo y siempre respetaba sus ideas. Siempre pensó que podía contar con él, pero cuando más lo necesitó, se dio cuenta que su lealtad era únicamente hacia su padre, así que dejó de intentar buscarlo.
- Lamento mucho lo que pasó _ Dijo con pesar.
Fue inevitable que Marcela bajara la cabeza ligeramente y sonriera con desgano. Que fácil estaba resultando decir "Lo siento", "Lo lamento", después de tantos años. Después de todo lo que tuvo que pasar y superar emocionalmente para ser quien era ahora.
- Sé que no sirve de nada ahora, pero quiero que sepas que nunca estuve de acuerdo con tu padre y todo lo que pasó. Traté... Muchas veces intenté interceder Marcela, pero tu papá... estaba fuera de sí, de hecho... la amistad se deterioró muchísimo después de eso.
- Se nota _ Dijo con ironía mirando la oficina.
- Los negocios son otra cosa Marcela, había mucho dinero de por medio. Pero en lo personal, ya nada volvió a ser lo mismo.
- Ya no importa Horacio, eso quedó atrás y si te soy honesta, no me interesa saber si tienes o no relación con mi padre, estoy aquí es por mi mamá. Sólo por eso.
El tono cortante de Marcela lo agarró desprevenido, pero no podía sorprenderlo. ¿Qué podía esperar después de lo sucedido y todos los años de por medio? Así que adoptó su actitud profesional con el corazón un tanto adolorido al darse cuenta, que sin importar cuánto lamentara lo ocurrido, ya no había vuelta atrás. Lo pasado, pasado estaba y no tenía cabida en el hoy. Lo roto no tenía arreglo alguno, así que sólo quedaba levantar la cabeza y seguir.
- Bien. ¿En qué puedo ayudarte? _ Se levantó y se sentó en su silla detrás del escritorio como hacía con sus pacientes.
- Tú siempre fuiste el médico de cabecera de mamá, así que imagino que estás al tanto de su estado de salud.
Horacio entrecerró los ojos con cautela, pues no estaba seguro de cuánta información podía tener Marcela al respecto.
- ¿A qué te refieres exactamente? _ Fingió no saber.
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Nunca Te Esperé
RomancePodemos huir del amor todo el tiempo que queramos, pero siempre nos alcanzará. De una u otra manera. A veces no se trata de que no estemos hechos para el amor, sino que no estamos preparados para él y la vida misma lo sabe, y no es sino hasta que nu...