Nunca Te Esperé

14. Incertidumbre

Un fino restaurant fue el lugar que su madre insistió en ir. No por clasista, sino porque deseaba regalarle a su hija el plato que tanto le gustaba de pequeña y que sabía allí, hacían la mejor preparación de la ciudad. Marcela aceptó a regañadientes, pero se negó a vestir de acuerdo a la ocasión como solían hacer cuando salían en familia. Vistió su acostumbrado jean y una camisa manga larga negra. Fue la única excepción que hizo, esperando alguna reacción de su madre, pero solo consiguió un fuerte abrazo al recibirla y un nerviosismo poco usual en ella.

Todo era tan diferente a lo que recordaba, que realmente estaba descolocada. Le daría la oportunidad, pero pensaba hacerlo en sus términos pensando que la dureza de su madre, era la misma de años atrás. El detalle era, que quien estaba frente a ella, era una persona totalmente distinta.

- ¿Muy buenas tardes, ¿qué van a desear las damas para tomar? _ Preguntó el camarero.

- Vino blanco _ Indicó su madre.

- Absolut _ Agregó Marcela.

- Perfecto. Ya se los traigo.

En cuanto se quedaron solas, Marcela miró a su alrededor. Si había algo que no extrañaba era ese ambiente. Era todo lo que había conocido mientras crecía, pero ahora, que conocía las bondades de la informalidad, definitivamente no lo extrañaba.

- No te fijes en la envoltura, solo ve el contenido ¿sí? _ Le pidió su madre.

- Trataré _ Respondió no muy convencida.

- Gracias por llamarme _ Le sonrió con gratitud - Temí que no lo hicieras.

- Pensé en no hacerlo _ Admitió.

- ¿Y qué te hizo cambiar de parecer? _ Quiso saber.

- "Que te extraño" _ Pensó pero no fue lo que respondió - No lo sé.

- Bueno, no importa. Me alegra que lo hicieras _ Sonrió de oreja a oreja - Estás muy guapa _ Le dijo luego de mirarla con admiración.

- Gracias _ Fue la respuesta breve.

Todo era tan incómodo que Marcela se estaba arrepintiendo de estar allí.

- Lo siento. Esto ha sido un error _ Dijo e intentó levantarse de la silla, pero su madre la tomó de la mano impidiéndoselo.

- ¡ESPERA! Por favor no te vayas _ Le pidió.

- Perdonen, aquí tienen las bebidas _ Intervino el camarero un tanto incómodo por la situación que acababa de interrumpir.

Marcela miró a su madre y luego al camarero, asintió y se volvió a sentar. Al recibir las bebidas, Cecilia levantó su copa y esperó a que Marcela la imitara.

- Por ti _ Brindó su madre - Por la maravillosa mujer en la que te has convertido, a pesar de nosotros.

- ¿Cómo sabes que lo soy? _ Dijo con recelo.

- Porque de no serlo, no estarías aquí.

Marcela bajó la mirada un segundo antes de rozar su vaso con el de su madre y luego tomar un gran sorbo de vodka. El licor le quemó todo por donde pasó, pero necesitaba ese estímulo para lograr mantener algo de calma y cordura.

- Te lo dije en tu casa Marcela, lamento mucho lo que pasó. No puedo cambiarlo, ni puedo volver atrás el tiempo, pero no quiero continuar con este absurdo _ Tomó aire para organizar sus ideas - Nos dolió mucho descubrir tu homosexualidad... no lo vimos venir y nos desubicó totalmente. Ese día en el club, Aurora nos insinuó de tus preferencias, nos dijo que te cuidáramos de esa chica con la que andabas y nosotros por supuesto que no lo creímos. Le dijimos de todo por difamarte de esa manera, pero ella terminó diciendo que las había visto besándose en la fiesta de Sabrina _ Hizo otra pausa recordando ese día - No supimos que hacer con eso Marcela. Delante de ella nos mantuvimos firmes en nuestra idea de que eran calumnias de ella, pero cuando llegamos a casa y te buscamos para hablar sobre eso y te conseguimos... como te conseguimos _ Negó con la cabeza ligeramente - No supimos que hacer y nos dejamos llevar por la rabia, por la decepción que sentimos y por el temor del qué dirán. Éramos la familia perfecta para nuestras amistades Marcela y el descubrir eso, nos golpeó como nada.