Capítulo 4

10.6K 1.1K 272
                                    

-Un frapuccino de dulce de leche, por favor. -dijo el rizado.

-Serán 8 dólares, puede sentarse en una mesa y nosotros le estregaremos el café. -respondió el caja.

-Ok, gracias. -le pasó el dinero y se sentó en una mesa cerca de la ventana.

Era un sábado cualquier en la ciudad de Chicago, estaba en invierno, pero a Harry no le importó ir a Starbucks y pedir una bebida fría mientras los otros clientes preferían un chocolate caliente o un capuccino. El rizado miraba a las personas felices por la calle, vió a un chico de pelo castaño, caminaba en dirección a Starbucks, ¿acaso ése castaño no le era familiar al ojiverde?

Bueno, sí lo era.

Louis entró a la cafetería con un beanie sobre la cabeza y se sacó la bufanda que llevaba en el cuello al sentir el calor recorrer por su cuerpo. Vió al rizado en la mesa, el mozo le había traído su frapuccino, Louis le sonrió y se dirigió a la diminuta fila del caja.

Recibió su café y caminó hacia la mesa del rizado.

-Hola. -saludó feliz.

-Hola, Louis. -le respondió levantando la vista encontrándose con esos ojos azules que lo hacían suspirar por la noche.

-¿Me puedo sentar aquí?

-Por supuesto. -respondió Harry fallando en esconder su emoción.

-¿No se supone que debrías estar trabajando? -preguntó el ojiazul tomando asiento frente al rizado.

-Bueno, los sábados y domingos son mis días libres, y como soy un flojo, preferí ir a Starbucks a ir a comprar café en el supermercado.

-¡Pero estás tomando un frapuccino! ¿No te das cuenta de que hacen menos de 5 grados afuera?

-Talvez, ¿acaso eso impide de que tome una bebida con hielo?

-¡Tampoco estás abrigado! Solo tienes ese poleron, tomando bebida fría, no me sorprendería que mañana te despertaras con un resfriado.

-Ay, perdón, mamá, de verdad, prometo ser un chico bueno desde ahora. -se burló Harry.

-¡Eso es serio! Ten. -le tendió su bufanda. -Por lo menos cúbrete el cuello.

-N-no la puedo ace-ceptar. -murmuró el rizado nervioso.

-Vamos, por favor. -el ojiazul hizo un puchero.

Harry tomó la bufanda de mala gana y se la envolvió en el cuello. Ahora tenía algo del ojiazul. Intentaba de todas formas esconder su alegría, logró hacerlo respirando profundamente el olor de Louis en su cuello.

-Bien. ¿Feliz?

-Sí, quédatela, tengo otra en mi mochila.

-¿Enserio? -rezaba para que le dijera que sí.

-Por supuesto. -le sonrió el ojiazul, contagiando al rizado.

-¿Cómo está Eleanor? -preguntó Harry interesado.

-Bien, supongo. -le pareció muy sospechosa la pregunta del rizado, pero preferió responderle.

-¿Sería muy incómodo preguntar cuánto llevan juntos? Es que se ven como si fueran pareja desde de siempre. -Harry quería sacarle el máximo de información posible del castaño.

-Llevamos como... ¿dos años y medio? No lo sé muy bien.

-Pero se aman, ¿cierto?

-Por supuesto, aunque peleemos muchas veces, no me imaginaría mi vida sin Ele. -el ojiazul no escuchó, pero el corazón de Harry se rompió en miles de pedazos con esa respuesta.

-Bueno, espero que sean muy felices, se nota su amor. -dijo el rizado falsamente.

-Gracias, Harry, eres muy bueno amigo. -Louis no se había dado la mínima cuenta de que lo que Harry le había dicho era una de las más grandes mentiras. -Hasta te llamaría a salir conmigo a un bar esta noche, así podríamos hablar más, pero como te dije ayer, hoy es la cena con el novio de mi hermana.

Harry sonrió recordando la conversación que tuvo con Louis por teléfono, habían hablado sobre cosas tan estúpidas y sin sentido que lo hizo sentirse un poco feliz.

-Podrías pasarme tu número, podremos hablar si la cena esté muy aburrida. -sugirió Harry.

-Por supuesto. -se intercambiaron los números de celular. -Bueno, Harry, fue muy bueno encontrar contigo aquí,pero tengo que irme, Ele me había llamado a almorzar en su casa para que despues fuéramos a la mía esperar al novio de Lottie. -se levantó.

Louis le tendió la mano y Harry la estrechó despidiéndose, sintiendo una corriente eléctrica al tocar la suave mano del ojiazul.

¿Por qué todos los peluqueros son gays? - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora