Natalia
Fin.
Operación Triunfo se había acabado. Los tres meses habían pasado y con ellos había culminado nuestra experiencia. No habría ganado el premio, pero no me importaba lo más mínimo porque no lo necesitaba, no era lo más importante. Puede sonar a excusa, pero siempre dije que para mí ganar era llegar hasta el final, vivir todos los días que formaban el concurso, aprendiendo en cada clase, disfrutando de los ratos con mis compañeros cada minuto.... No necesitaba el triunfo teniendo esto.
Ahora estaba en la terraza fumando junto a Alba, siguiendo nuestra tradición como siempre hacíamos tras cada gala y el fin del chat, con la gran diferencia de que esta vez sería la última. No me imagino haber vivido esta experiencia sin ella, me niego, ha sido mi mayor apoyo aquí dentro desde el principio. El primer día que la vi me llamó la atención, la primera vez que la escuché cantar me quedé impactada con su voz y con la primera charla que tuve con ella supe que nos íbamos a llevar genial, que había algo que nos conectaba.
Y no me equivoqué.
Alba daba la luz que le hacía falta a mi mundo lleno de oscuridad. Era la mano que tenía al lado cuando sentía que el mundo se me venía encima, la única capaz de cambiarme el humor, tanto a bien como a mal: capaz de dejarme vacía y completamente perdida cuando no me miraba ni a la cara y apenas hablábamos (como ocurrió en la semana post-Toxic) y capaz de hacerme olvidar todo al abrazarme y apoyarme cuando lloraba cada cinco minutos (como en la semana de Flames). Porque ella era así, miraba más por tu bien que por el suyo propio, de las que se guarda para ella todo con tal de no molestar a nadie, aunque esté en la putísima mierda.
¿Quién no se iba a enamorar de una persona así?
Porque sí. Me había enamorado perdidamente de Alba. Había luchado por no hacerlo, mil veces me había dicho que no era cierto, que estaba confundida, que el encierro era duro y me hacía vivir una realidad difusa. Pero ¿a quién quería engañar? La única realidad difusa que había era yo misma intentando mentirme y sin querer aceptarlo.
¿Cómo? ¿Cuándo? Ni yo misma lo sé.
Al principio sólo era tonteo. Lo típico de tú me buscas, yo te busco, miradas fugaces, abrazos tiernos, caricias... Poco a poco comenzamos a dejarnos llevar más, las miradas eran más intensas, los abrazos más largos, nos buscábamos constantemente, incluso estando delante de todos. No había nada que nos frenase, supongo que a ambas nos gustaba el límite. Era consciente del juego y reconozco que la mayoría de las veces era yo quién la buscaba, a pesar de mi situación. Aun así no hice nada por remediarlo e íbamos tensando la cuerda cada vez más.
De tanto jugar la cosa se nos fue de las manos y la cuerda se rompió. Nuestra situación fue insostenible con Toxic, donde de tanto interpretar lo que nos pedían nos metimos en el papel y la tensión sexual se hizo mucho más real, hasta llegar a unos niveles estratosféricos. No pasé tanto calor nunca como en esa semana, tuve que ducharme ochenta veces, ya que mis fantasías solo se hacían realidad en sueños, las sábanas fueron testigo del calor que mi cuerpo desprendía cada noche. ¿Cómo pretendía poder mirarla a la cara al día siguiente?
Después se alejó. Supongo que la situación también le sobrepasó y ahí empezó mi infierno. La buscaba a pesar de que con sus acciones me dejaba claro que no lo hiciera, que necesitaba tiempo. Pero es que lo que yo necesitaba era ella. Me molestaba ver que de mí huía y luego con Joan, María o Julia estaba como si nada. Joder, su problema era conmigo y me desesperaba no saber qué hacer, cómo poder arreglarlo y que todo fuera igual que antes.
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¿Y ahora qué? || Albalia [EN EDICIÓN]
FanfictionOperación Triunfo ha llegado a su fin y las vidas de Natalia y Alba no van a volverán a ser las mismas. Ambas han experimentado muchos cambios durante estos tres meses y ahora tienen que enfrentarse al peor de ellos: el exterior. Además, ninguna de...