Capítulo 20

3.7K 119 9
                                    



Natalia 


Vuelta a casa.

Después de todo el ajetreo que supuso lo de Eurovisión lo que más me apetecía era estar con mi familia, hacía semanas que no los veía. No pude pasar ni siquiera mi cumpleaños con ellos, era el primer año que ocurría y fue una sensación muy extraña, me dio mucha pena.

La verdad es que les echaba muchísimo de menos, a todos, y ahora es cuando más me doy cuenta. No enseñarle lo nuevo que había compuesto a mi padre, no poder vacilar a mi hermano, no rogarle a mi madre por la comida... Pero sin duda a la que más extrañaba era a mi hermana, hablaba casi a diario con ella, me gustaba preguntarle qué tal le había ido el día en el instituto, que me contara cualquier tontería que se le había pasado por la cabeza, tal y como hacía antes. Con mi madre también hablaba frecuentemente, ella más bien solía preguntarme cómo estaba, si necesitaba algo... las típicas preguntas de una madre preocupada por su hija que vive fuera.

Esa añoranza se vio reflejada nada más entrar por la puerta de casa junto a mi padre, que había venido a recogerme. Vinieron todos corriendo a abrazarme, demostrando lo mucho que se alegraban de verme de nuevo y llenándome de amor. No pude evitar emocionarme ante tal recibimiento. Son lo mejor que tengo.

—Estábamos esperándote para comer. Estarás hambrienta. —Me dijo mi madre.

—No sabes cuánto, mamá.

—Pues te vas a llevar una gran sorpresa cuando veas que ha hecho la mamá para comer —informó Elena.

—¿En serio? —pregunté ilusionada, pues ya sabía a qué se estaba refiriendo—. Dios, mamá, te amo, no hay nada que supere tus macarrones con tomatico.

Comimos todos juntos contándonos todo lo que habíamos hecho durante este tiempo. Teníamos la costumbre de hacerlo y me alegraba ver que eso seguía intacto, que no solo era yo la que tenía hablar puesto que mi vida ahora había cambiado. Demostraba que mis cosas no eran más importantes que la del resto.

Una vez acabamos opté por irme a mi cuarto a descansar, lo más seguro es que me acostara un rato, entre todo lo acumulado, lo poco que dormí y el viaje, estaba muy cansada. Cuando entré a mi habitación me encontré con un paquete encima de la cama. Venía embalado y solo tenía escrito una dirección, no aparecía ninguna referencia de quién podía ser, lo cual me extrañó.

—¡Mamá! —La llamé y al poco apareció por la puerta de la habitación—. ¿Qué es esto?

—Un paquete para ti. Llegó hace unos días, cuando tú estabas en Madrid creo recordar.

—¿Por qué no me lo dijisteis?

—Pues... —Se quedó pensando—. La verdad es que no lo sé, no era necesario ¿no? Lo ibas a ver cuando regresaras. —Se encogió de hombros quitándole importancia.

—Pero no tiene remitente, no son los regalos de las firmas —afirmé extrañada.

—Tal vez sea porque no es de tus fans.

—¿Y cómo ha llegado?

—Lo trajo tu hermano. Tendrás que preguntarle a él.

—No entiendo nada... —fruncí el ceño, esto era demasiado raro.

—¿Por qué no lo abres y dejas de darle vueltas? Puede que así lo entiendas todo... —Se acercó a mí y me besó la cabeza—. No pienses tanto, Natalia. Te dejo tranquila cariño, te quiero.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora