Capítulo 22

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Alba


Todos juntos de nuevo.

Los ensayos para el concierto de Madrid acababan de empezar y teníamos una semana por delante para sacar adelante el concierto, de ahí que desde que llegamos no habíamos parado de currar.

Volver a ensayar cada una de nuestras canciones era una sensación placentera. Todas habían sufrido modificaciones, tanto en coreografía como en aspectos vocales, ssobre todo las grupales, que necesitaban mucho más repaso y práctica. Al ser el primer concierto todo era mucho más heavy, sentía que había vuelto a estar en la academia, las clases con Vicky, que seguía siendo nuestra coreógrafa, con Manu, esta vez acompañado por su equipo al completo... Un no parar constante. Es por ese motivo que cuando nos dijeron que íbamos a hacer un descanso se pudo notar el alivio general, acompañado de algún que otro "Al fin", que demostraba cuánta falta nos hacía descansar.

La mirada de Natalia no se había despegado de mí desde que me había sentado. Estaba prácticamente en frente de mí, aunque era consciente de que estaba deseando colocarse a mi lado. Me comía con la mirada, sabía qué es lo que quería, sin embargo, a mí me apetecía jugar. Por esa razón no me cortaba en devolverle la misma mirada, con la misma intensidad o más si era posible, la repasé desde los pies hasta sus fogosos ojos, mordiéndome el labio inevitablemente ante tal monumento. Le guiñé un ojo y volví a prestar atención a la conversación que estaban teniendo Marta y María, como si nada de lo anterior hubiera tenido lugar.

Minutos más tarde noté la vibración de mi teléfono y al ver su nombre en la notificación no pude evitar reírme.

Nat:

como me sigas mirando así te como la boca

avisada estás

Alba:

quizás eso es lo que quiero

Nat:

estás jugando con fuego

Alba:

una pena que estés tan lejos

Nat:

me quieres tener cerca?

Alba:

Nat:

cuánto de cerca?

Alba:

cuánto de cerca quieres estar tú?

Nat:

muy cerca

habrá que ponerle remedio a eso, no crees?

te espero en el baño


Guardé mi teléfono al verla fingir una llamada y desaparecer por el fondo del pasillo, no sin antes sonreírme pícaramente. Mi corazón se aceleró y, tratando de ser lo más disimulada posible diciendo que iba al baño, salí en su busca.

El recinto era enorme, tenía miles de puertas y aún no lo conocía, por lo que me costó un mundo dar con el baño. No me dio tiempo ni siquiera a buscarla con la mirada al abrir la puerta porque me cogió de la mano arrastrándome dentro, cerrándola y apoyándome en ella en cuestión de segundos. Me tenía aprisionada con sus brazos alrededor de mi cabeza, casi pegada por completo a mí, nuestras narices se rozaban y podía sentir su respiración en mi cara.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora