Capítulo 6

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Alba


La espera se me estaba haciendo eterna.

Llevaba ya dos horas en el hotel de Terrassa, había subido las cosas a mi habitación y seguía esperando a que una bella morena de metro ochenta llegara. Según me había dicho hace un rato, ya se había subido al taxi que le traería hasta aquí, por lo que debería de estar a punto de llegar.

Desde la charla que tuvimos a la tantas de la madrugada no habíamos dejado de hablar ni un solo día. No volvimos a sacar ese tema, ya nos habíamos sincerado suficiente y no era necesario volver a hacerlo, pero es cierto que el tonteo era más frecuente ahora y nuestras conversaciones parecían de pareja.

También había estado reflexionando mucho desde entonces y quería contarle todo, exponer mis sentimientos al igual que hizo ella conmigo y pensaba hacerlo en este pequeño viaje. Ahora que sabía lo que ella realmente pensaba sobre lo que pasó y que no me veía como a una simple amiga como yo pensaba quería soltarlo cuanto antes, sólo necesitaba un momento de intimidad. Aunque tengo que admitir que me muero con el mero hecho de pensarlo.

Oí que las puertas del hotel se abrían y la vi llegar, arrastrando su gran maleta y recorriendo todo el hall del hotel con la mirada. Sabía a quién estaba buscando, así que por instinto me levanté y fue entonces cuando sus ojos se cruzaron con los míos. Estoy segura de que nuestras sonrisas iluminaron todo el lugar.

Comenzó a correr hacia mí y yo avancé en su dirección. Cuando estuvimos a escasos centímetros una de la otra, soltó su maleta, abrió los brazos para acogerme y yo no dudé ni un segundo en saltar hacia ella para que me cogiera, cosa que hizo al instante. Las dos nos estrujamos contra los brazos de la otra y nos llenamos la cara de besos.

—¡Dios, cuántas ganas tenía de llegar! —exageró— Se me estaba haciendo eterno. 

—¿El viaje?  

—No poder verte —sonreí—. ¿Cómo estás preciosa?

—Ahora mejor —sonrió y volvimos a abrazarnos.

—Pues ya somos dos —me susurró al oído.

Para nuestra desgracia pudimos estar muy poco tiempo juntas, ya que era casi la hora de comer y comenzaron a llegar nuestros compañeros, por lo que tuvimos que separarnos para comenzar la ronda de saludos. Como Natalia aún tenía todas sus cosas con ella, me pidió que la acompañara a recepción para pedir su habitación, la cual me propuso compartir. Yo ya me había instalado en una anteriormente, pero estaba dispuesta a mudarme y acepté encantada. Todo lo que fuera pasar más tiempo juntas me parecía genial.

Un rato después de que comiéramos vinieron a por nosotros para llevarnos al Palau Sant Jordi, donde ensayaríamos Somos. Aún no asimilaba que íbamos a cantar por primera vez nuestro himno nada más y nada menos que en ese sitio y delante de tantas personas, sobre todo cuando para empezar nuestra gira aún quedaban meses.

Llegamos y nos hicieron un pequeño tour, enseñándonos tanto el exterior como el interior. Era absolutamente precioso y tan grande que imponía. Cuando regresamos a la parte del escenario terminaba Mimi de ensayar A-YO, para poco después dar comienzo a su nueva canción Mujer Bruja. Todos los que estábamos aquí nos volvimos locos al escucharla y comenzamos a bailar sin freno.

En uno de mis movimientos pude ver cómo Natalia estaba grabando con el móvi y apenas bailaba, por lo que la miré mientras me movía para provocarle, quería incitarla a bailar. Ella captó mis intenciones al instante porque guardó su teléfono y comenzó a moverse al ritmo de la música sin dejar de mirarme en ningún momento. La condenada también sabía cómo torturarme a la perfección.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora