Capítulo 29

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Natalia 


—A ver, cántamela otra vez —le pedí.

Su voz comenzó a sonar y repetí el arpegio una vez más. Llevábamos prácticamente toda la mañana encerradas en nuestro cuarto componiendo una canción. Todo comenzó con una simple melodía que Alba no dejaba de silbar constantemente, haciendo imposible sacármela de la cabeza. Antes de que se nos olvidara, cogí una guitarra y empecé a tocar hasta conseguir darle forma. Ella, totalmente impresionada al escucharme, entró a la habitación anonada ante lo que acaba de lograr. Le pedí que me acompañara y en cuestión de unos minutos me deleitó con su poesía, esas composiciones que le salían de dentro y me llegaban al alma.

Y así fue cómo nació nuestra primera canción juntas.

No había dejado de repetirme lo increíble que era y lo muchísimo que me admiraba, el mismo sentimiento que tenía yo por ella. Me hacía tanta ilusión trabajar con ella... tenía claro que quería una colaboración con ella en mi proyecto. Era algo que tenía que pasar. Sí o sí.

—Me encanta... —confesó—. Es tan...

—Nuestra —la interrumpí.

—Exacto. —Sonrió y se acercó a darme un beso—. Eres increíble —susurró contra mis labios.

—Tú más.

Agarré el teléfono y detuve el vídeo. Como quería tener ese momento guardado para siempre decidí que lo mejor era grabarlo, tener una prueba física que pudiera ver cuando quisiera, un bonito recuerdo. Me pidió que se lo pasara y seguidamente se levantó a por su teléfono.

—¿Sabes qué me fliparía? Grabarnos individualmente y subir cada una un trocito de la canción. En plan un día yo así porque sí y varias semanas después tú, solo sabríamos el significado nosotras y la gente no se enteraría de nada —expliqué—. La verdad es que lo podríamos hacer eh, cuando la hayamos grabado, esta o la que sea, pero que sea nuestro dúo oficial, imagínatelo. Nuestro dúo, qué bien suena, ¿no te parece? —Levanté la cabeza al ver que no me contestaba y la vi absorta con el teléfono, algo muy frecuente últimamente. Parecía estar leyendo algo mientras se mordía las uñas nerviosa— ¿Alba?

—Dime —contestó sobresaltada.

—¿No me estabas escuchando?

—Ay no, perdona, estaba leyendo una cosa.

—¿Todo bien? —pregunté extrañada, me había ignorado en mi cara y no me daba ninguna explicación.

—Sí, sí, no te preocupes, me han dicho a la hora que tengo que ir al estudio y eso...

—¿Seguro?

—Sí, ¿por qué?

—No sé, ¿ha pasado algo? Estás... rara.

—¿Por qué iba a estar rara?

—Eso quiero saber, hace nada estaba todo bien y ahora... ¿No te ha gustado la canción? Que si no quieres no la grabamos eh, que yo no quiero que hagas nada que tú no quieras. Igual he ido demasiado rápido...

—¡Pero como no me va a gustar! ¡Si me ha encantado! Claro que quiero grabar contigo, no seas boba —me tranquilizó—. Me voy a duchar ¿vale?

—¿Te importa si intento pasar la melodía a piano? —negó con la cabeza— Si lo consigo, te lo enseño.

—No dudo de que lo hagas.

Se marchó a la ducha y me quedé a solas con su teclado. Lo que había pasado era extraño, vale que suelo hacer un mundo de todo y comerme la cabeza con cualquier tontería, pero teniendo en cuenta lo inquieta y tensa que estaba estos últimos días, creo que no me equivoco al pensar que algo le pasaba, de un momento a otro había cambiado su estado de ánimo y eso debía ser por algún motivo. 

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora