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Seúl, Septiembre 12/2014.



Jungkook jadeó cuando Taehyung le mordisqueó el labio inferior con algo de brusquedad. Lanzándole un golpe directo a la costilla del pelinaranjo, para evitar que le generase algún daño mayor.

—¡No seas tan bruto!. —se quejó de inmediato, llevando su mano hasta su labio inferior para constatar que no estuviese sangrando.

Habían pasado dos meses desde aquel día en la ducha. Un hecho que partió como un pequeño instructivo de ¿Cómo ayudar a tu prójimo a besar y no morir en el intento?, y que terminó en un adictivo juego de hemos muerto en el intento pero al menos sabemos como besar.

Taehyung se carcajeó ante el evidente enojo del menor. Sentía que Jungkook era como un trozo de dinamita, porque cada vez que osaba en encender su mecha, terminaba por quemarse más allá de la cuenta. Aún así, le encantaba ver su rostro con rastros de enojo, un enojo que sabía no era del todo cierto y que era sólo una pantalla para evitar mostrar sus pequeñas debilidades.

Llevó una de sus manos tras la cintura del azabache y lo atrajo hasta apegarlo a todo su cuerpo mientras con el dedo índice de su mano libre, masajeaba circularmente el entrecejo del níveo. —Perdón. —musitó sin apartar la mirada, causando un sutil bufido en respuesta y coloreando de rosa, las mejillas del menor.

Jungkook sonrió mientras intentaba apartar las hebras sueltas de cabello del canelo, para acomodarlas tras la oreja del mismo. —¡Ya!, no vuelvas a morderme tan fuerte, hyung. Me duele, me duele mucho.

Taehyung asintió, moviendo su cabeza lentamente para luego asaltar la boca del menor en un nuevo beso. Si bien era sumamente extraño todo lo que estaba sucediendo entre ambos, no se habían detenido a pensar ni mucho menos a conversarlo, estaban en plan dejarse llevar sin medir realmente las consecuencias que les traerían aquellos actos.

Él de reflejos rojos posicionó su mano en el pecho del mayor, cerrando sus ojos para disfrutar de aquel momento. Si de algo estaba seguro en todo este tiempo, era que su hyung besaba muy pero muy bien, y que había aprendido lo suficiente como para dejarlo ya, pero ¿Por qué no lo hacía de una sola vez?. Simplemente, no lo entendía.

Había sido el primero en dejar en claro que sólo sería un beso y nada más, y siendo totalmente sincero consigo mismo, había perdido la cuenta de la cantidad de besos que llevaban.

Le abrumaba la situación, jamás se había visto envuelto en algo similar. Besar a un hombre estaba por lejos fuera de sus planes de vida y más aún, que ese chico fuese uno de sus hyung, su querido hermano mayor, ¿Por qué eso eran, no?. Unos hermanos no consanguíneos, ayudándose en una etapa compleja de su juventud.

Sabía por lejos que debía dejar atrás esos juegos lo ante posible pero cada vez que lo pensaba, una angustia le recorría el cuerpo y su pecho le dolía hasta dificultar su respiración. Estaba aterrado pero no quería aceptarlo, en vez de eso, intentaba bloquear todos esos pensamientos hasta que un día fuese Taehyung, quien le diera fin.

Sus lenguas se debatían entre una disputa por ceder y poder, que los extasiaba. Era como si hubiesen encontrado al fin su lugar, como si hubiesen sido creados para encajar perfectamente, volviendo cada instante en un momento único y especial.

Y así era, no cabía duda. Porque tras cada beso intenso, le seguía uno por lejos más sutil. Acompañado siempre de la sonrisa genuina de ambos, como si con eso les bastara para ser feliz.

Un reflejo claro en sus ojos. En donde sólo ellos existían y nadie les juzgaba. Un amor tan inocente, que aún no lo comprendían del todo pero que sin duda, estaba ahí. Presente desde el primer día en que se cruzaron sus vidas.

Taehyung volvió a morder el labio de Jungkook pero ésta vez, fue mucho más suave. —H-hyung... —susurró bajito. —Tu mano... —acusó cuando sintió que la mano del mayor se colaba bajo su camiseta, tocando levemente el borde de su piel.

Kim retiró su mano a regañadientes, sabía que no tenía permitido ir más allá con él menor pero cada vez que estaban de esa forma, en la cama y cubierto por las sábanas, le era casi inevitable hacerlo. Era un impulso que iba escapaba de su cordura, anhelaba sentir a Jungkook; por eso cada vez que se sorprendía deseándolo de forma sexual, el miedo se apoderaba de él tentándolo con el precipicio.

Volvió a depositar un beso en los labios del níveo, uno casto, sin una pizca sexual de por medio. Luego lanzó las sábanas lejos y se sentó en la cama, intentando peinar sus cabellos que antes permanecían alborotados. —Jungkookie... —llamó, mirando hacia la puerta de la habitación mientras sentía al menor acomodarse a su lado.

—¿Ehh...?. —murmuró cuestionando al notar cierta aura de tristeza, en su querido hyung. —¿Su... sucede algo?. —preguntó con duda, dejando su mano caer sobre el hombro del mayor.

—¿Crees qué es posible amar dejando de lado los prejuicios, sin miedos, sin el qué dirán, o qué te apunten con el dedo por ser diferente?, ¿O... tal vez... sería mejor enterrarlo todo en un baúl y no abrirlo jamás?. —interpeló con un nudo en la garganta, mordiendo su labio hasta sentir el sabor metálico de su sangre. Esperando un indicio en la respuesta del menor, que lo obligara a detenerse antes de que le explotara el error en el rostro. Ese mismo que creía estar cometiendo y en el cuál, había terminado por arrastrar a Jungkook.

Tragó saliva al no escuchar respuesta a sus interrogantes, poniéndose de pie para avanzar hasta la puerta y salir lo más rápido posible del lugar, pero unas manos le detuvieron el paso mientras lo envolvían en fuerte abrazo por la espalda. Causando que los latidos de su corazón se aceleraran, tras escuchar atentamente el sonido de la respiración del menor, intentando regularizarse.

Permaneciendo un par de segundos en silencio hasta que él de mechas rojas, tomó la palabra. —No lo sé hyung, no tengo una respuesta clara a todo eso que dices pero... —tragó un poco de su propia saliva antes de continuar. —Pero creo que se puede vivir amando de una forma diferente con todo eso en contra pero encerrado en un baúl... No solo, si no que de a dos, crear un mundo para dos, donde no existan los miedos ni lo prejuicios, donde sólo exista... amor.

Una lágrima cayó de los ojos de Jeon y Taehyung volteó rápidamente para abrazarlo contra él, quería compartir aquella angustia que había instaurado en él menor porque simplemente, a ambos les pertenecía. —¿Un mundo para los dos, Jungkook?. —preguntó, intentando controlar las lágrimas que querían desbordarse. Silenciando además, la constante culpa que sentía por estar haciendo algo considerando muy poco correcto ante la sociedad, pese a que su corazón le dictaba todo lo contrario.

Él menor asintió, aferrando sus manos a los costados de la cintura de Kim para volverse puños en la camiseta. —Un mundo para los dos, hyung. —respondió finalmente.

Y sólo eso bastó para volverse a besar, estaban más aterrados que antes porque si bien entendían que algo sentían más allá de su amistad y hermandad, aún les faltaba bastante camino por recorrer para darle un nombre real a ese sentimiento, ese mismo que se negaban a visualizar.

Amar era difícil... cegarse, aún más.



¿Lo extrañaron?, lxs leo 💜Pd: Tae tiene el cabello azul, real príncipe azul

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¿Lo extrañaron?, lxs leo 💜
Pd: Tae tiene el cabello azul, real príncipe azul.

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