(Tiempo atrás)
El reloj de su muñeca marcó las doce en punto del mediodía. La hora que la organizadora les dijo que comenzaría la celebración. Su hermano sonrió burlón, disfrutando de sus nervios. Ya verás cuando te agarre, pensó apretando los músculos de su mandíbula. Jamás pensó que alguien como él terminaría así, vestido de traje y esperando a una mujer hermosa llegar hasta el altar. Si alguien se lo hubiese dicho hace muchos años, tal vez unos tres años atrás, él se le hubiera reído en la cara. Ahí estaba, parado con impaciencia, arreglando su pajarita cada dos segundos y relojeando la entrada en todo momento. Su mejor amigo le dio una palmada en la espalda llamando su atención, pero a pesar de voltear a verlo, todavía seguía imaginando cómo aparecería el amor de su vida. ¡Qué fuerte!, pensó cuando una parte de él confesó que aquella mujer con belleza natural era "el amor de su vida". Estaba nervioso, no sabía lo que le depararía el futuro y eso no le gustaba. Era un hombre excesivamente controlador, quería todo organizado y nada se le escapaba, pero en asuntos del corazón se encontraba en blanco porque no sabía qué camino seguir. No sabía qué ocurriría luego de ese día y del siguiente o del siguiente, o del resto de los años que quería pasar con aquella mujer, porque de lo único que estaba seguro era que quería pasar el resto de su vida a su lado, lo supo desde la primera vez que la vio con su melena bailando con el viento y esa sonrisa brillante que acelera el corazón de cualquier hombre.
Sus socios lo saludaron desde las sillas para invitados. Los más importantes estaban ahí, Roger Newman y Gregori Stevens. El primero era un hueso difícil de roer, casi inalcanzable a la hora de hacer negocios, como todos los políticos que han levantado vuelo con el tiempo y el segundo, todavía conservaba las tradiciones más neandertales del conservadurismo. Fue Gregori quien le puso una única condición para hacer un trato. "No confío en hombres solteros, siempre deposito toda mi fe en hombres casados porque me demuestran que pueden mantener un proyecto de vida", le dijo una tarde en el club mientras jugaban al golf con el resto de los empresarios. Él no era muy fiel a esas tradiciones, creía que el amor no debía confirmarse con una firma en un acta por la misma razón que uno no le pide a sus amigos que firmen papeles para constatar una amistad. Creía en el amor sin restricciones y que se iba desarrollando a lo largo del tiempo, pero ahí estaba, siguiendo unos ideales que no creía por el simple hecho de conseguir un proyecto importante. También se encontraba allí porque junto a ella todo tomaba un sentido distinto, junto a ella quería estar para siempre y necesitaba que tuviera un anillo en su dedo para mostrarle al mundo que se amaban.
La marcha nupcial comenzó a sonar cuando las puertas de la iglesia se abrieron. Tampoco creía que ella lo hubiera convencido de casarse por iglesia, pero aceptó sus condiciones porque su única religión era la mujer que estaba por caminar en esos momentos sobre la alfombra azul. Ella se había encargado de todo para que fuera perfecto, porque al igual que él, era una maniática del control que quería impresionar a los socios de su prometido.
La primera que entró fue su hermana menor, la pequeña Natalie que odiaba ser madrina en las bodas, pero no entró como habían ensayado el día anterior. De hecho caminaba avergonzada y nerviosa, como si algo malo hubiera ocurrido. Se acercó hasta él y le entregó un sobre blanco que tenía su nombre en cursiva y tinta negra. Frunció el ceño cuando su hermana se mordió el labio superior mirando hacia todos lados, no atreviéndose a mirarlo directamente a los ojos.
—Será mejor que lo leas a solas —sugirió señalándole con la cabeza las galería de la iglesia para que se alejara de la gente, sobre todo de los ojos fisgones.
Él asintió y caminó por el costado de los asientos, apartándose de los invitados. Abrió el sobre nervioso y confundido, una mezcla de emociones atravesaron por su cuerpo temiendo lo peor.
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Mi problema es amarte #2 [EN EDICIÓN]
Romance[COMPLETA. Continúa en Mi problema para siempre] Dylan cree que todo lo malo ha acabado, pero entonces los problemas vuelven a tocar su puerta. La mafia todavía busca venganza y harán todo lo posible para verla sufrir, aunque hay algo más peligroso...