Capítulo 14

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Resoplo sentada en sillón mientras espero a que sea hora para ir a ver a mamá. Nick me ha abandonado en esta lucha y todo gracias a los hermanos Newman que tienen una nueva estrategia para convencer a Stevens.

—Tranquila, tu madre solo quiere pasar tiempo contigo —comenta poniéndose su chaqueta de cuero—. Tú relájate.

—Ese es el problema, nunca pasamos tiempo madre e hija y me resulta sospechoso —comento moviendo los pies, no he podido quedarme quieta desde que me levanté. Prácticamente dormí dos horas de corrido porque entre mi madre y el diario de Elliot, mi cerebro ya no puede tomarse un respiro.

Nick se sienta a mi lado y pone una mano en mi rodilla. Llevo vestido azul con lunares blancos y la verdad es que no puedo creer que me haya arreglado lo suficiente como para que Pauline me dé el visto bueno, como si de verdad me importara su opinión sobre cómo luzco. Ella ya renunció a tener una hija como América desde hace tiempo y más ahora que ya consiguió atarme a un hombre. Pauline siempre consideró que con la pinta que siempre traigo y mi personalidad irritante, iba a morir soltera y entonces Henry se encargó de todo.

—¿Qué es lo que te preocupa? —pregunta acariciando mi mejilla—. Han comenzado a llevarse mejor, creo que eso es un gran progreso.

—Sí, pero jamás me pidió pasar tiempo de madre e hija, me resulta extraño. —Comienzo a masticar una de mis uñas. Él me quita el dedo de la boca para luego tomar mi mano y hacer pequeños círculos en la palma con su dedo índice. Me relajo un poco, pero no le digo que también estoy nerviosa por el diario de Elliot.

—Creo que es tiempo de que pasen tiempo juntas, además tu madre seguramente se siente sola, con todo lo de... Bueno. —No menciona a Henry, lo cual agradezco. Asiento cabizbaja al recordar a mi padre. Mi madre seguramente se debe sentir sola y ahora que volví del viaje es muy probable que quiere recuperar el tiempo perdido, capaz así puede sentir que no perdió a Henry del todo.

—¿Seguro que no puedes venir? —pregunto y parece más una súplica. Él sonríe.

—Sabes que me encantaría ver cómo tu madre insiste en convertirte en la dama que no eres. —Gruño cuando lo escucho—. Pero mientras más rápido nos saquemos el problema de Stevens de la cabeza, mejor —añade haciendo una mueca y parece cansado.

—Odio a Stevens —murmuro entre dientes y luego le acaricio el hombro—. Propongo que nos vayamos todos a uno de los spa que va América cuando todo esto haya terminado. Todos, hasta podemos invitar a Stevens para que se relaje un poco.

Nick me da un beso en la frente y asiente. Pierre lleva a nuestro piso con Carlos para avisarnos que ya podemos irnos.

—Cuídala —le ordena a Carlos cuando estamos saliendo del edificio. Carlos asiente. Nick voltea a verme y me acaricia el cabello—. Llámame si necesitas algo, ¿de acuerdo? —me informa y yo asiento. Me gustaría poder quedarme en casa todo el día, tal vez finja dolor estomacal y huya—. Y hazle caso a Carlos, nada de meterse en problemas. —Finjo que estoy ofendida y él sonríe—. Lo digo en serio, Dylan. —Pongo los ojos en blanco y él me da un beso en los labios para luego subir a la camioneta en la que está Pierre.

Carlos abre la puerta para mí y espera a que suba. Cuando se acomoda en su asiento carraspea.

—En la semana voy a ir a ver a los hermanos Gerber —comenta comenzando a conducir—. Conseguí una dirección y espero dar con ellos.

—No.

—Pero...

—Es peligroso, creo que deberíamos ir con cuidado. ¿Qué sabía Elliot de ellos? —pregunto recordando los papeles que él recogió del departamento—. ¿Algo más que no haya en su diario?

Mi problema es amarte #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora