Capítulo 31

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CAPITULO 31: Mañana en la que te fuiste de Seúl.

Kyungsoo esperaba despertar al día siguiente y contemplar a Jongin dormir durante unos minutos. Esperaba sonreír porque los rayos de sol aclaraban su cabello y lo hacían abrir los ojos un poco antes de lo que su reloj biológico demandaba. Esperaba despertarlo, no despertar en sus brazos mientras corría por los pasillos en dirección al elevador.

Su cabello despeinado, su corazón latiendo tan fuerte que podía sentirlo retumbando, y sus mejillas enrojecidas por un sentimiento muy lejano al de la lujuria, lo hicieron preguntarle varias veces qué estaba pasando sin conseguir una respuesta de su parte hasta que llegaron hasta el ascensor y Jongin decidió bajarlo. Aun sin decirle nada, Jongin enfundó a Kyungsoo en un abrazo helado. El corazón de Kyungsoo se detuvo. Jongin parecía necesitarlo tanto...

—Lee Dong So está muerto. —le dijo.

Kyungsoo no supo qué decir durante los primeros segundos. Sus manos se aferraron a la camiseta de dormir de Jongin y el elevador llegó a la planta baja, sacudiéndolos en un movimiento que los sobresaltó a ambos. Jongin guio a Kyungsoo hasta la camioneta, apretando con más fuerza de la usual su mano. Acaban de comenzar las estaciones cálidas, pero el aire era gélido cuando la luz del sol todavía no alumbraba.

—¿Qué pasó? —preguntó Kyungsoo, ajustándose el cinturón y sin importarle por qué Jongin lo había hecho subir al auto.

—El corazón rechazó el cuerpo — explicó. —Minseok acaba de llamar.

—¿Va a salir del hospital?

Jongin asintió y encendió el motor. Las calles quedaron ciegas temporalmente cuando los focos resplandecieron, despertándolas.

—Él y Sehun van a alcanzarnos —agregó. —Nos vamos de aquí antes de que Huan Yue se entere, Kyungsoo.

El auto se puso en marcha. Kyungsoo no acababa de desperezarse lo suficiente como para distinguir si la realidad no se había entremezclado con una espantosa pesadilla que le hiciera castañear hasta sus huesos más desarrollados. Jongin tenía el ceño fruncido y manejaba por la ruta despejada con un anhelo de abandonar Seúl que jamás había sentido tan intenso como aquella madrugada.

Kyungsoo tenía la mano sobre su muslo tembloroso mientras que se mordisqueaba las uñas. Jongin iba demasiado rápido.

—Jongin... —lo llamó. —Jongin baja la velocidad.

Jongin no le hizo caso. Kyungsoo tuvo que levantar la voz.

—Jongin entiendo lo que está pasando, pero por favor baja...

—¡¿Quieres morir, Kyungsoo?!

Sus brazos temblaban. Todo su cuerpo se sacudía como una pandereta y el auto zigzagueaba levemente cuando el exceso de velocidad se topaba con algún enorme charco de agua. Kyungsoo hizo acopio de la poca paciencia que le quedaba y continúo acariciando su pierna, esperando a que se calmara. No era quién para juzgar el temperamento de su novio cuando se veía tan aterrado. No era nadie para quitarle su amor cuando la desesperación de perderlo era lo único que lo llevaba a gritarle en semejante tono.

—Lo siento —se disculpó. —. Tenemos que llegar rápido. No quise gritarte... —balbuceó.

Kyungsoo apretó su muslo en un intento por reconfortarlo. Respondió a pesar de que palabras de aliento fueran lo último que se guardara.

Anatomías Incompletas [KaiSoo/KaDi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora