CAPÍTULO 3
La pantorrilla de Kyungsoo estaba salpicada por un poco de sangre seca que el norcoreano no estaba seguro de si le pertenecía. Había pasado una hora y media desde que había desembarcado en el puerto y desde entonces, sus manos habían permanecido cerradas en un puño como si estuvieran listas para pelear contra los fantasmas de los que ya hubiera escapado.
Hasta ese momento, Kyungsoo no había visto señales del amigo de Huang ZiTao.
Kyungsoo asumía que se estaba quedando sin tiempo. El olor metálico que emanaban sus ropas era demasiado distintivo como para no ser notado. Tanto que, cuando inspeccionaron el barco, los pescadores tuvieron que sobornar a una de las tandas de inspectores en orden de no delatarlo.
Sumado al cansancio, pasadas tres horas del mediodía, el estómago de Kyungsoo continuaba gruñendo. No había cenado la noche anterior ni mucho menos desayunado esa mañana. Y aquella falta de alimento comenzaba a extenderse camino a sus piernas, revolviéndose en su interior como una bestia buscando qué devorar.
Estaba seguro de que, si no lo arrestaban antes por atravesar sin permiso la frontera, su presa seria él mismo y caería al agua en medio de un desmayo por falta de energía.
—Que rápido te desacostumbras —pensó, tensando la mandíbula y frotándose las manos para contrarrestar la calante brisa marina. Kyungsoo yacía de pie detrás de los puestos que vendían pescado fresco. Mirando perdido hacia la parte del océano donde llegaban los barcos. —Pensar que antes podías pasar hasta tres días en ayunas sin sentir molestias.
Kyungsoo se quedó quieto, apoyando más peso sobre su pierna derecha mientras que jugaba con sus dedos y alzaba la cabeza de vez en cuando. El flequillo del cual se había descuidado desde hacía un par de meses había comenzado a pasarle factura. Cada vez que miraba hacia abajo, sus cabellos actuaban como una cortina oscura que lo privaran del sentido de visibilidad.
Aunque la sensación fuera molesta, Kyungsoo no podía pensar en un corte de pelo cuando creía que ni siquiera podría dormir en un lugar fijo esa noche. Se encontró a sí mismo en la posición que durante tantos años había tratado de evitar para su familia. La capital se encontraba a un par de horas de Incheon, de modo que tal vez tendría que mendigar limosna para costear un bus que lo llevara.
Una presencia ajena a la suya comenzó a materializarse de repente a sus espaldas. En un principio, Kyungsoo la ignoró, pensando que serían niños procurando alimentar algunos animales acuáticos con las vísceras de los peces. Pronto se dio cuenta de que aquella entidad era demasiado grande como para pertenecerle a un chiquillo. De modo que se giró, coordinando perfectamente con la mano del desconocido que había estado a punto de tocar su hombro.
—Disculpe... —dijo el extraño. Dueño de una voz nutrida de gracia y cordialidad. —Vengo desde la capital y jamás he estado en un lugar como este. ¿Sabe dónde puedo encontrar a los pasajeros que llegaron desde China?
Los labios de Kyungsoo se entreabrieron, y el frío dejó que se vieran teñidos de un morado distante a su rojizo natural. Sus oídos escucharon atentos. Hacía mucho que había dejado de lado el coreano. Y aquella lengua que durante tanto tiempo había declarado muerta, había vuelto a nacer en la boca de un desconocido de piel morena que lo miraba con atención.
—Lo siento. ¿No habla coreano? —preguntó. Kyungsoo le sostuvo la mirada, incapaz de responder. Todavía no se adaptaba a su idioma. Su lengua se revolvió dubitativa y lo hizo sentirse como un sietemesino intentando pronunciar sus primeras palabras. —Nǐ shuō zhōngguó huà? Do you speak english?
[¿Hablas chino? ¿Hablas inglés?]
—No lo sé —logró responder. No comprendió la última frase. Y se enamoró tanto de su propio idioma, que temió que el desconocido volviera a pronunciar una palabra más en habla distinta. —Acabo de llegar también.

ESTÁS LEYENDO
Anatomías Incompletas [KaiSoo/KaDi]
Fanfic«Do Kyungsoo es el corazón, y un médico norcoreano teniendo que escapar del mundo para salvar su vida. Kim Jongin es el cerebro, y un médico neurocirujano que renunció a operar por miedo a perderlas. De un día para el otro, sus cuerpos colisiona...