Capitulo 25

864 160 12
                                    

CAPITULO 25

Los pies de Kyungsoo colgaban fríos desde la camilla de la sala. Sus ojos estaban clavados en el movimiento de sus dedos que se abrían y cerraban haciendo como si eso le fuera a devolver a su carne el calor y la sensibilidad. Sus manos se aferraban a los bordes. Sentía que si no lo hacían, se dejaría caer al suelo. El médico a su cargo acababa de salir en búsqueda de los análisis nuevos y había dejado a Kyungsoo con un camisón de tela delgada sin importar el frío que se concentraba en la habitación.

El tiempo pasaba con pesada lentitud desde hacía más de tres semanas. Durante ese tiempo, Kyungsoo no recordaba ni un solo momento en el que los segundos hubieran significado otra cosa que el sonido del tic-tac. De estar en el hospital de esa manera, se sintió extraño. Desde su llegada a KimGal que había corrido por los pasillos como si se tratara de su propia casa. Pocas veces había tenido que limitarse a las indicaciones de los médicos como si fuera un paciente más.

Se sintió bastante pequeño en la habitación en la que estaba. Tuvo miedo de escrutar los aparatos a su alrededor a pesar de que alguna vez utilizarlos no le hubiera resultado extraño y el agobio encontró una excusa para atacarlo incluso en los más tiernos e inofensivos recuerdos que se le pudieran presentar. Entre ellos estaba el de Jongin. Jongin acaparaba sus memorias y se aferraba a sus pensamientos con garra firme a pesar de sus intentos por olvidarlo. Era el etéreo rocío de la naturaleza que no le permitía marchitarse como una flor en la oscuridad.

Habían muchas cosas de sí mismo que Kyungsoo no podía controlar. Entre ellas estaba fingir que mirando entre las persianas no acababa de divisar una figura que le estrujaba el alma. Pretender que el tic tac no tomaba sentido con cada pisada que él otro daba y que sonaba cada vez más cerca y clara. Decidió bajar la cabeza una vez más. Ni siquiera tuvo valor para buscar el coraje que lo ayudara a mirar.

Tres toques en la madera le enviaron escalofrios a todo su sistema.

—Doctor Kwan, soy el Doctor Kim —anunció la voz. —. Me dijeron que está atendiendo a Kyungsoo, ¿es eso cierto?

Un creciente temblor en los labios, y el irrebatible hecho de que el Doctor Kwan no era él, si no un viejo masomenos arrugado que además no estaba, le impidió a Kyungsoo responder cualquier cosa. En su lugar, sus manos aumentaron la presión sobre los bordes de la camilla. Las yemas de sus dedos empalidecieron en consecuencia.

Otro par de toques repercutieron en su interior.

—Doctor Kwan, me disculpo si está con pacientes pero necesito una contestación urgente.

El silencio lo dejó inmóvil.

—¿Doctor Kwan?

El pomo de la puerta giró y la imágen que apareció del otro lado fue la misma que sus sueños intentaron sofocar quizá con velos demasiado delgados. Kyungsoo miró los zapatos de cuero amarronados. No los habría reconocido de no ser por la elegancia que adquirieron al acercarse pese a su apurado resonar.

—¿Qué te han hecho? —fue lo primero que preguntó el visitante. Kyungsoo perdió de vista sus zapatos, pero no dejo de mirar hacia abajo.

Un par de manos lo tomaron de los brazos. Las pupilas que lo miraron se dilataron tanto, que el latido de Kyungsoo se aceleró a tal punto que tuvo la desagradable sensación de que un caballo desbocado le estaba galopando en la garganta.

Anatomías Incompletas [KaiSoo/KaDi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora