Capítulo 11

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CAPÍTULO 11

Jongin borró a la Señora Huo de su foco de atención tan pronto como terminó de ejecutar su tratamiento. Lo primero en lo que pensó al dejar la sala fue en Kyungsoo. Especialmente en sus parpados vencidos, y en el cansancio acumulado que la rapidez con la que se había dormido le había demostrado.

Tres días atrás, había tomado su mano y estado un par de horas contemplando los pliegues de sus huellas dactilares y las líneas de sus nudillos. Había observado que estaban sanos, pero la irregularidad de la zona le había demostrado que alguna vez habían estado abiertos y amoreteados.

Contemplar su rostro solía darle la misma sensación la mayoría de las veces. Sin embargo, cuando Jongin contempló esa noche su semblante iluminado por el fulgor de las estrellas, se encontró con una sensación más allá de la que sola necesidad de protegerlo de lo que sea que lo hubiera lastimado. El rictus entristecido que habían formado su boca por una de sus mejillas rojizas, aplastadas contra la almohada, había sido el detonante de un irremediable anhelo suyo por acercarse y plantar un ligero beso sobre sus labios.

Junto a la luna llena, había tenido tiempo de pensar.

Había pensado en Kyungsoo, en Nampo, en su hermana embarazada y en el resto de la historia.

Recompiló cada minúsculo detalle de aquel trágico fragmento que le había relatado, y los guardó en un sector especial de su mente para pensar en ellos cada que su corazón se acelerara ante el pensamiento de Kyungsoo.

Caminó por los pasillos de KimGal con una sonrisa pequeña pintada en el rosto.

-No te vayas... -susurró por lo bajo. Recitando las palabras que Kyungsoo había implorado, mientras jugaba con el teléfono en el bolsillo de su bata. -¿Cómo podría irme si no consigo dejar de pensar en ti?

Su jornada de trabajo estaba a punto de terminar después casi doce horas que se le pasaron volando. El día había sido agitado. Resultaba sorprendente que Jongin tuviera lugar para pensar en algo cuando cualquier otro médico habría estado en mitad de un colapso.

Después de caminar un rato, Jongin se detuvo en la sala de guardia y lo primero que encontraron sus ojos fue a la imagen de Kyungsoo.

-Te voy a coser la herida. Intenta no moverte ¿De acuerdo?

Kyungsoo tenía una aguja y un par de pinzas en sus pequeñas manos revestidas de blanco. Un barbijo mantenía cautivo su aliento para que no chocara contra la herida. Sus manos se movían armoniosas bajo la lampara que apuntaba hacia la mejilla del adolescente quejumbroso al que intentaba suturar.

Jongin se hubiera creído que su mirada estaba solamente concentrada en los tejidos dañados si no fuera por el levísimo sacudón que avistó en sus manos. Su pulso, que los días anteriores había parecido perfecto, acababa de flaquear. Pronto ese temblor se trasladó a su garganta y Jongin ansió encontrar una excusa para interrumpir el contacto y acercarse.

-¿Una pelea? -preguntó.

Estableció una charla con el adolescente de cabellos dorados que se sobaba el lado izquierdo de la espalda. Fue un pretexto para adentrarse a la escena y mirar de reojo al norcoreano, que se había volteado en dirección al carrito de instrumentación.

-Algo así -el niño rio. Un poco forzado. -Digamos que no soy muy popular.

-¿Tu nombre?

Anatomías Incompletas [KaiSoo/KaDi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora