—¿Recuerdas que comenté lo bueno que sería que regresaras a los pozos de lucha?
Arwin lucía una sonrisa de satisfacción, mientras tanto Elliot mantenía las manos dentro de los bolsillos de una sudadera marrón, mientras intentaba ocultar su evidente molestia. Junto a Arwin se hallaba Walden. Llevaba pantalones negros y una camisa de botones azul cielo. La dualidad hecha hada si pudiera decirse.
—Entonces, ¿por fin conoceré la famosa arma? —Elliot sabía la respuesta a su pregunta antes de que Arwin la diera: No.
—Por supuesto que no pero ¿quién mejor que Walden para que sigas entrenándote un poco más? Ya conoces mi estilo de pelea, por más que lo cambie ya sabes cómo seguirme la pista. Necesitas mayores retos: Walden es la respuesta. —El mencionado no decía nada, pero miraba a Elliot como si ya lo estuviera viendo vencido, comiendo el piso.
—Me parece que a Walden no le interesa un trabajo tan inferior como mi entrenamiento.
A sus palabras siguieron un silencio que al principio Elliot no supo entender. Entonces Arwin le lanzó una mirada indescifrable y un segundo después sus alas estaban fuera y emprendió el vuelo hacia el cielo. El pelirrojo vio su figura alejarse por el cielo, parpadeando aun confuso, entonces Walden por fin habló.
—Me parece que la has herido.
—No era lo que pretendía, mi intención era burlarme de ti. —Pero no más decirlo Elliot vio el problema, cerró los ojos y asintió. Walden dejó salir una risita.
—Creo que ahora ya viste como la ofendiste. La pobre se ha dedicado mucho a tu estadía, y tú la descartas como un trabajo inferior. —Elliot no pensaba permitir mostrar sus emociones ante Walden, así que se encogió de hombros.
—No puedo ir hacia atrás, luego la busco y me disculpo. Volviendo al porqué de tu presencia aquí, no creo que sea necesario.
—¿Te lo parece?
—En mi mundo presté servicio militar —Elliot contestó—. Lo que significa que ya he tenido todo el entrenamiento que necesito. Luego tuve otro entrenamiento con hadas en Flores, y desde que llegué aquí he tenido más entrenamiento con Arwin y esos benditos pozos. Así que sí, ya estoy listo, no necesito que me sigan moliendo a golpes, he aprendido todo lo que debía aprender, gracias.
—Dime una cosa —Walden se acercó un poco, estaban afuera del castillo, el viento soplaba y era primera hora de la mañana. Lo cierto era que luego de su visita a Aziza Elliot no había tenido un resto del día agradable. Se la pasó pensativo, algo ido y no pudo conciliar el sueño. Por lo que en aquel momento lo único que deseaba era irse a dormir. Pero siguió escuchando a Walden, quizás con la leve esperanza de que dejara caer algo sobre la dichosa arma destruye hadas, pero no abordó ese tema, sus intenciones eran otras—. ¿De verdad crees que las guerras, que los conflictos y las disputas solo se limitan al ámbito físico? —Elliot frunció el ceño.
—No te sigo. —Walden dejó salir una risa.
—Me refiero a que hay muchas formas de luchar, de defenderse, de atacar. Pongámoslo así, ¿qué sucedería si en plena batalla te encontraras con alguien que te importa?
—La única persona que me importaba de Daha era Aziza y ahora ella está aquí.
—¿Qué me dices de Nissa? —Elliot tragó, pero no se dejó manipular.
—Estará a salvo, la reina me dio su palabra, no puede mentir.
—Por supuesto que no, pero dime ¿acaso le pusiste un tiempo límite para cumplir tu palabra? Fíjate en Aziza, la tienes aquí solo porque se infiltró en Adah, sino seguiría en Flores, perdida en su ignorancia.
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La senda de las espinas [La senda #2]
FantasySEGUNDA PARTE DE LA SENDA. Luego de haber quedado en tercer lugar en el torneo realizado por las hadas en Daha, Elliot fue regresado al mundo humano. Sin embargo al quedar entre los primeros sus recuerdos sobre la magia y las hadas no fueron borrado...