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Su primer pensamiento fue: ¿Cómo diablos? Seguido por: ¿Es realmente ella? Para finalmente mirar la mano con la que sostenía las bayas que no había terminado de comerse y arrojarlas al suelo.

—Maldita comida hada —dijo muy quedo, pero entonces se fijó en Arwin. El hada miraba hacia la entrada del complejo, el ceño fruncido, toda su pose en guardia. Elliot siguió su mirada y la impresión lo golpeó de nuevo. Fernanda seguía allí. Sacudió la cabeza, cerró los ojos. ¿Qué estaba pasando?

—Esto es interesante —dijo el hada muy suave, Elliot le miró.

—¿Qué lo es? —Arwin ladeó una sonrisa.

—Supongo que aún no has aprendido a diferenciar a un humano de un hada. A ver, ¿como expresarlo? Ustedes los humanos se reconocen a kilometros. A la reina le va a llamar mucho la atención saber que en Flores hay una humana, sobre todo cuando sabemos de buena cuenta que no están celebrando su acostumbrado torneo de humanos.

Fernanda había desaparecido en el interior de una de las viviendas, Elliot se sentía como entumecido. No sabía qué pensar, qué hacer o si quiera qué preguntarse.

—¿Me estas diciendo que estas bayas no me hicieron alucinar a Fernanda? —Arwin le miró.

—Tampoco diferencias la fruta alucinógena de la corriente. Esas bayas son corrientes. —Hubo un silencio, luego del cual Arwin cuestionó—. ¿Conoces a la humana? —Se limitó a asentir, pero una vez más se hizo palpable de lo mucho que le faltaba aprender sobre controlar las emociones y expresiones tal como lo hacían las hadas, porque notó como Arwin podía leerlo como si se tratara de un libro abierto—. Ya veo —dijo ella mientras se comenzaba a poner de pie—. Me parece que debemos cambiar de plan. Tomemos a Nissa y vayámonos ahora mismo.

—Pero Dentory...

—Dentory nos lo agradecerá.

Elliot no se movió del lugar, no por desobediencia, simplemente no podía moverse. Arwin le miró, su ceño se frunció muy ligero y entonces se puso en cuclillas frente a él, leyéndolo. Elliot la miró a los ojos.

—Siento que puedes ver todo lo que pasa en mi cabeza. —Hubo un pequeño destello en los ojos del hada.

—Puedo verlo todo —ella le confirmó—. Mira, la presencia de esa humana aquí no es buena señal para la corte de las Espinas. La reina Beth esta tramando algo. Debemos llevar esta información lo antes posible. Luego podremos averiguar todo sobre la humana, pero mientras tanto el tiempo corre en nuestra contra.

—Dijiste podremos —susurró Elliot sin dejar de mirarla, Arwin soltó un bufido exasperado.

—Que me claven espinas en las uñas, sí, pienso ayudarte. Por lo pronto aquí te va un pequeño consejo: en cuanto lleguemos a Espinas, y antes de informar a la reina, debes exigirle inmunidad para la humana, si no lo haces nada impide que la reine busque su final.

Elliot asintió y un instante después comenzaron a moverse.

Caminaron al amparo de la noche y del sigilo, pegados de paredes, ocultos por sombras, agazapados a la par de rosales y por fin llegaron a la puerta. Las hadas no creían en ciertas medidas de seguridad tan comunes en el mundo humano. Trabar la puerta era una de esas, así que Arwin abrió la de la casa de Nissa sin ningún impedimento. La encontraron en su cama, medio vestida y adormilada. Lo que sucediera a continuación dependía de Elliot. ¿La llevarían por la fuerza o intentaría primero el dialogo? Empezó en terreno medio, colocándole una mano sobre la boca y hablando con susurros atropellados nada más se espabiló asustada.

—Nissa, soy yo, Elliot. No pasa nada, he venido a buscarte.

Por supuesto la primera impresión de Nissa fue revolverse y luchar, pero dejó de hacerlo en el momento en que se fijó bien en él. Lo miró entonces, y él dejó de taparle la boca. Nissa se incorporó en los codos, observándolo con sorpresa.

La senda de las espinas [La senda #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora