Capítulo IV

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Capítulo IV

      El silencio y la soledad habían cubierto sus venas, mientras el odio lo carcomía y destruía todo aquello que pudiese significar un "grato futuro" en su vida. No obstante, nada podía cambiar lo que hacía mal.



     Duncan se empeñó en seguir esperando a quien esperaba, sin imaginar cómo aquello podía cambiar y transformar su vida, de repente.



— Al fin la vida se digna a encontrarme contigo... — le había dicho aquel joven inglés a Anarella, después de detenerse en su camino, cuando ella se encontraba caminando junto a su abuela por las calles del pueblo de Sligo.

— Patrick, ¿qué haces aquí? — le preguntó indignada al verlo allí, mirándola con su singular prepotencia.

— Conseguir ver en qué lugar se ha metido mi queridísima primita...

— Pues, le informo Lord Rowling, que ha venido a perder su flamante viaje a Irlanda... Estoy bien y puede irse y decírselo a mi queridísimo tío...

— ¿En serio crees que estás bien en un lugar tan denigrante como éste? — espetó con un tono cruel e irónico.

— Señor...

— Abuela, no le preste atención a sus insensatas palabras... Haga oído sordo a todo lo que él pueda decir... Mi primo jamás entenderá que estoy orgullosa de mi parte irlandesa. Y que he decidido venir con usted. Al menos, sé que mi tío si se preocupa por mí, pero no pienso regresar y ser lo que la sociedad pide que sea.

— ¿Deshonrarás tu parte inglesa y olvidarás que en tus venas corren sangre aristócrata, aunque hayas sido la hija del segundo hijo del Duque Phillipe Rowling?

— Excúseme por eso ante la sociedad... Pero he decidido vivir en este lugar.

— ¿Cómo un pariente pobre? ¿O cómo una simple campesina?— expresó en tono burlón, siendo sarcástico al mismo tiempo.

— Puedes irte por donde regresaste... — dijo al tomar el brazo derecho de su abuela y darle la espalda a aquel caballero.



     A lo lejos, Duncan O'Rourke no podía creer lo que sus ojos miraban con consternación y asombro. ¿Acaso sus ojos le mentían? Sin embargo, era tan claro como el agua. Y cuando, tras los presentes, escuchaba que era el pariente lejano de ella. Aquello que sus ojos veían nubló no tan sólo su visión, sino la simpatía que habría podido sentir por aquella señorita. Lo cegó por completo, quitándole la visión que poseía al sentirse a gusto de verla a lo lejos. Ahora le privaba del hombre que debía haber sido. Aquel odio que crecía aún más por sus venas, le cerró el corazón. A partir de ese momento sabía que también sería aún más frío, distante y cruel con ella...



     Aquella casualidad inevitable marcaría para siempre sus vidas.



    Sencillamente, no podía negarse todo aquellos sentimientos que emanaban dentro de él, haciendo con ello que su propio mundo se derrumbara ante sus pies. "¿Realmente era prima de aquel indeseable ser? ¿Era una Rowling?" susurraba cada parte de su ser, entendiendo por primera vez, su mirada de asombro al conocer esa cruel verdad. Ella era parte de aquella familia que él había aprendido a odiar desde que había conocido a Patrick Rowling.



    Se dio la vuelta, después de ver a Anarella alejarse de aquel lugar, mientras él sentía la manera en que su odio se incrementaba y le hacía sentir repulsión por haber tenido la osadía de admirarla aquella vez en que había logrado hacerla enojar hasta el extremo que ella le había hablado con tanta seguridad en sí misma. No obstante, calló eso. Todo aquello era un sentimiento que solo le pertenecía a él.



   Al correr hacia sus tierras, sintió como si el aire se desvaneciera de sus pulmones. Se le hacía difícil respirar y mucho más, cuando la impotencia y la rabia corría dentro de él. Ahora sabía que saludarla no podría, era algo que desgarraba su alma, como si supiera que si sucediese aquello, estaría bebiendo un veneno al mirarla.



   ¿Ella acaso había regresado con otras intenciones?


    ¿Ella había regresado por la misma razón de Patrick? ¿Qué vínculo tenían con exactitud?



    Odiar y amar, allí estaría su eterno dilema. Aún sin percatarme de todo aquello.



— Lo siento tanto abuela... —le dijo Anarella apenada—. Seguro mi tío le ha enviado por mi seguridad. Soy la hija de su hermano menor, y quería asegurarse que estoy bien. Mis cartas nos son suficientes para él.

— Sé que tu primo odia tu parte irlandesa... Y para él, es una desgracia que sea tu abuela.

— Mi tío no... Y yo mucho menos... Amo mi lado irlandés. Y esta también es mi tierra. Mi hogar...

Su abuela sonrió, al mismo tiempo que lloraba.

— Nuestra tierra... Nuestro hogar.



    Patrick también se alejó de aquel lugar, sin imaginar cuantos pensamientos había dejado en la mente de su prima. Sonrió con cinismo, porque era consciente que aquel viaje le había ayudado a regresar a aquel lugar, dónde una vez había ido por mero capricho. La exquisitez de una mujer. La prometida de un buen amigo que había conocido en Eton, en aquella escuela donde había sido expulsado el último año escolar, antes de ser ingresado a Harrow al ser obligado por su padre.



    Sabía que ella había muerto de desamor, después de él haberla deshonrado, pretendiendo regresarla así ante su prometido como una joven libidinosa, que nada tenía que ver con la descripción de aquel "viejo amigo", que ahora era su peor enemigo. Y sabía cuánto ahora le odiaba.



— Regreso al mismo lugar donde se originó nuestro odio... — se rió burlonamente, sabiendo cuanto provocaba y desafiaba a la vida, al estar él en Sligo.



    Duncan al llegar a su propiedad, se encerró en su habitación, sintiendo que debía vengarse de alguna manera de aquella familia. Fue helando aún más su corazón por completo, volviéndolo en un témpano de hielo, tan frío, sin poder cambiar aquello. Tal vez porque no quería evitarlo.



— Siempre supe que regresarías... Lo que nunca imagine de qué manera...

Corazón de Témpano (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora