Capítulo XV

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Capítulo XV


     Aquel hombre que tiempo atrás había procurado ser distante, se esmeró en cuidarla todo el resto de la noche, hasta el instante en que perdió sus fuerzas, debido al cansancio, quedándose dormido a un lado de ella. Parte de su cuerpo aún estaba en aquella silla que nunca quitó de un lado de su cama.



—¿Por qué es indiferente conmigo?...— susurraba una y otra vez, haciéndolo despertar a causa de su delirio.



    La fiebre había vuelto a aparecer. Ella ahora hervía como agua caliente en una tetera, por lo que Duncan O'Rourke sintió miedo de que en vez de mejorar, empeorara desde ese momento. Al mismo tiempo, en que su corazón se empequeñecía tras aquellos susurros. Sintiendo inquieta a su alma.



— ¿Por qué me odia? ¿Qué le he hecho para que me odie?... le colocó un paño húmedo en la frente—. No debería... No debería... Os suplico... No me odie... No me odie, Señor O'Rourke... No me lastime... Me hace daño...



     Al escucharle mencionar su nombre, un sentimiento de culpa recorrió por todo su cuerpo y lo golpeó duramente. Sintió que una parte de él caía y se destruía en aquel momento.



— Usted no es malo...No lo es... No lo es... Lo sé... Lo sé... Solo es ese odio que lo hace ser malo— repetía, inconsciente de sus palabras, mientras temblaba a causa de la fiebre como si tuviese frío—. Ese veneno lo ha envenenado tanto... Ha ocultado al verdadero O'Rourke... Lo sé... Lo sé... ¿Por qué he tenido que estar en medio de ese odio absurdo?... ¿Por qué?... ¿Por qué?...

—Estás delirando, Anarella... Es por eso que no sabes lo que dices.



     Rozó su rostro con suavidad. Sintiéndose dividido en lo que era en ese momento y lo que solía ser en el pasado. En él había dos seres que luchaban, confundiéndole, hasta hacerle ver lo que se había negado tanta veces. Sí, si podía llegar a amarla. De hecho, era el asunto que le había tenido confundido en su silencio, cuando decidió guardar cualquier sentimiento hacía ella. Y por primera vez todo giraba a causa de ella... No quería perderla.



      Amaba esa inocencia en sus ojos y su actitud desafiante. La amaba...



     Sin embargo, todo parecía estar en su contra. Y era testigo de lo que su odio había sido capaz. Había cosechado lo que había sembrado, y cada una de sus malas decisiones, le pasaban factura en ese momento. Incluso al amanecer...



— La fiebre ha desaparecido por completo y el color de sus mejillas está volviendo...—expresó el doctor con extrañeza, mientras terminaba de examinarla—. No obstante, me preocupa su manera de evolucionar. Debió de haber despertado... De haber reaccionado...



     Duncan O'Rourke escuchaba atentamente las palabras de aquel doctor, sintiendo que parte de su ser conocía aquella respuesta. Tal vez Anarella había encontrado un refugio seguro, en aquel estado que la aislaba de la realidad. Tal vez se sentía segura de esa manera. Lejos de él... Y de todo lo que él había deseado para su vida, cuando su odio lo había roído y empujado a convertirla en su objetivo para conseguir su venganza.

Corazón de Témpano (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora