Hace muchos años, cuando mi abuela murió, mis papas decidieron mudarse al campo, a trabajar en el viñedo de ella, yo era muy pequeña para poder opinar pero cuando entré al jardín de niños conocí alguien especial y quien me hizo ver lo lindo que era vivir ahí, él era mi vecino, el niño mas guapo del pueblo, de ojos negros y grandes con cabello castaño corto y piel trigueña, recuerdo como se juntaba conmigo para jugar y siempre me daba un dulce cuando me sentía triste, el era como un pequeño angelito, así lo llamaba yo, siempre nos íbamos juntos a casa y siempre me protegía de los demás quienes se burlaban de mi por ser la mas bajita de todos, pero nuestra amistad cambió cuando entramos a la adolescencia, Sofía llegó al pueblo y se mudó a la par de su casa, y poco a poco lo alejó de mí, el se hizo más frio y cortante, y casi no hablábamos, lo triste de todo es que el fue el primer niño que me gustó y el que más me hizo sufrir. Antes de terminar la secundaria mi corazón se rompió cuando ellos se hicieron novios y eran la envidia de todos.
Pensé que alejándome del drama que había vivido cambiaría mucho mi vida, pero ahora siento que va a ser peor. El día que llegué aquí cuando vi a Rhett me pareció una buena idea tomar unas fotos de él y enseñarlas en el chat grupal, solo para que vieran que me estaba yendo mejor, y que ya había olvidado a Ed, pero esto no puede estar pasando. Ella está aquí, tengo muchos sentimientos y temores encontrados, uno de ellos es que se entere de que estoy igual. Que mentí y que no logré superar a Ed.
¿Ahora qué hago? pensaba mientras la clase transcurría, miré el reloj y faltaban cinco minutos para que terminara, me excusé antes de que acabaran para no tener que hablar con ella.
En el camino a mi habitación no podía dejar de pensar en lo que estaba pasando. Me sentía angustiada por mis mentiras y curiosa, quería saber por qué estaba aquí y que había sido de Ed. En la entrada de mi puerta estaba Natalie recargada a la pared, con su cabello rojo despeinado y un look informal.—¡Any...te estaba esperando!— exclamó con alegría al verme— Recibí tu mensaje, vamos a la cafetería para hablar—me tomó del brazo y nos fuimos ahí.
El lugar tenía una vista enorme al parqueo principal, que era usado solo por los profesores y el director, escogimos las mesas que daban a la ventana, las sillas altas siempre me habían llamado la atención, así que nos sentamos ahí, me dispuse a mirar entre los árboles a los pajaritos quienes brincaban de rama en rama para tratar de calmar mi ansiedad mientras Natalie venía con los cappuccinos.
—¡Ahí están los Kings! — gritó un estudiante justo cuando un porche negro se parqueó, miré detenidamente para verlos, y noté a Rhett quien se bajó de primero, venía con un traje negro y gafas oscuras, luego noté a Airon y Dane, quienes tenían una apariencia similar, mi curiosidad por verlos vestidos así se apoderó de mi por un momento.
—¿De dónde vendrán? — murmuró Natalie justo cuando se sienta a la par y me pone el cappuccino al frente.
De pronto ellos entraron a la cafetería, nunca los había visto juntos a los tres de día, Rhett entró con sus gafas de piloto puestas, y ese aire sensual y masculino que lo distingue, Airon venía con la camisa a medio abotonar y su cabello alborotado y sensual y Dane, ¿que podía decir de él? se veía un chico un poco rebelde pero no podía juzgarlo todavía, lo único que podía notar era cómo se quitaba la corbata de una forma salvaje y torpe mientras los tres se sentaban en la mesa principal. La señora de la cafetería salió corriendo de su puesto para atenderlos.
—Era de esperarse —dijo Nati mientras tomaba un sorbo de café— privilegios de ser el hijo del director— continuó soltando una risa apática mientras veíamos a los demás incómodos porque llevaban bastante tiempo haciendo fila para que les dieran la comida.
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Rhett ©
Teen FictionRhett es el chico más guapo que gobierna la Universidad Dalmont, es millonario y dominante, ese chico de ojos azules lo tiene todo en la vida, excepto una cosa, el Amor. Nuestro pasado, presente y futuro se verán puestos a prueba desde el primer día...