Sus aspiraciones

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—Me alegro de que todo te esté yendo bien.

Noa asintió y sonrió a Takeda-sensei. Su profesor de Literatura Moderna Japonesa la había citado el miércoles por la mañana para hablar de cómo estaba siendo su proceso de adaptación. Y Noa no podía decir nada malo al respecto. Aunque todavía tenía algunos problemas con Fujibashi-sensei, que claramente le había cogido manía al no haber empezado con buen pie, la compañía de Yachi había dejado aquello en casi una anécdota.

—¿Estás teniendo algún problema en seguir el ritmo de tus compañeros?

—Para nada. Hay algunas cosas que ya había estudiado en los Estados Unidos. Tendré que esforzarme más de la cuenta en Historia, porque no sé nada de la historia de Japón, pero no creo que haya problema. Es hincar codos —Noa rebuscó en su mochila y sacó un par de cuadernos—. Japonés y Literatura Moderna Japonesa es lo que más problemas me están dando. Los kanji son más complicados de lo que esperaba. Una compañera me ha prestado sus apuntes, pero me temo que no es suficiente.

—¿Le has pedido ayuda?

—Sí, pero tampoco quiero molestarla más de lo necesario. Los exámenes de antes de las vacaciones de verano están a la vuelta de la esquina.

Takeda-sensei sonrió.

—Quizás yo pueda ayudarte —su profesor reflexionó unos segundos—. El equipo de volleyball entrena por la tarde, después de las clases. Soy el supervisor de las actividades del club, pero supongo que no es necesario estar siempre presente, así que me quedaré contigo. Tendremos una tutoría después.

Oh, pensó Noa, así que es el supervisor del club de volleyball, lo que significa que conoce a Yachi.

—No hace falta. No quiero interferir en sus planes, sensei.

—No te preocupes. No eres una molestia. Es mi trabajo, Furihata-san.

Noa asintió ligeramente avergonzada por hacer que su profesor se preocupara por ella. Le gustaba Takeda Ittetsu. Entendía a sus estudiantes o, al menos, lo intentaba y eso era algo que Noa valoraba mucho.

—Estoy esforzándome mucho por cumplir con las expectativas de todos. Especialmente cuando los exámenes son la semana que viene —confesó Noa—. No hago más que estudiar cuando llego a casa.

—Eso es bueno, pero tampoco debes forzarte mucho, ¿de acuerdo?

Noa asintió una vez más. Sin embargo, estudiar y acostumbrarse a su nueva vida lo más rápido posible eran sus principales prioridades. Después, ya podría relajarse un poco. No iba a negarlo; adaptarse a su nuevo horario, a la dinámica de las clases y a sus compañeros no estaba siendo nada fácil. Habían pasado dos días desde que había empezado a estudiar en la escuela Karasuno y, aunque solo había hecho una amiga, Noa tampoco es que hubiera tenido mucho tiempo para conocer a más gente.

Durante la hora de la comida, Noa se comió su bento usando los palillos, igual que el resto de sus compañeros e intentando olvidar el incidente del primer día. Había aprendido la lección. Después, usó su tiempo libre para estudiar. Lo bueno era que nadie se acercaba a ella al verla con el pupitre repleto de libros a noser que tuvieran algo muy importante que decirle. De hecho, estaba claro que cada vez quedaba menos para los exámenes. Muchos alumnos también usaban ese tiempo para estudiar o ayudarse los unos a los otros. Yachi, por su parte, debía de ser una de las chicas más inteligentes de su año. Dos chicos solían acercarse a su clase durante la hora del almuerzo para pedirle algo de ayuda a la muchacha.

Fue aquel miércoles cuando la conversación que los tres mantenían captó la atención de Noa. Parecía que los dos chicos tenían problemas con el inglés y, por mucho que Yachi intentara que entendieran la estructura, a ninguno de los dos parecía entrarles en la cabeza.

Haikyuu!!: Una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora