Las chicas mayores no lloran

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Su pecho le dolía, tanto que ni siquiera podía respirar bien. Sus pies se movieron solos y, sin darse cuenta, llamó al timbre de la casa. Unos segundos después, la puerta se abrió y contuvo el aliento. Podía haber ido a la casa de cualquier otra persona, alguien a quien considerara un amigo, pero Yachi y Mayu vivían lejos de ella y tampoco sabía dónde vivían Hinata y Kageyama. Además, tampoco estaba muy segura de que este último supiera manejar la situación.

—¿Furihata-san?

Y ahí fue cuando rompió a llorar. En realidad no quería llorar de aquella manera delante de él. Su expresión era tan indiferente como siempre. Si hubiera podido escoger a una persona para que la viera llorar, habría escogido sin ninguna duda a Daichi, pero en ese momento todo era demasiado complicado y no se atrevía a mirarle a la cara. Sentía demasiada vergüenza.

Unos minutos antes

Noa estaba disfrutando de una manzana en su habituación mientras hablaba con Lizzie a través del ordenador. Hacía mucho tiempo que no hablaban y Noa había decidido dar el primer paso. Necesitaba contarle a su amiga todo lo que había vivido en Japón desde que se había mudado, lo mucho que su vida estaba cambiando y los amigos que había hecho. Tampoco es que pudiera evitarlo, estaba emocionada y las palabras salían de su boca como un torrente. Le contó todo con el máximo detalle posible.

—¡Oh! ¡Y casi se me olvida! ¡He visto a Ryo Okuma! —Noa chasqueó los dedos. Casi se le olvida contarle lo más importante— ¿Te acuerdas de ella? Juega ahora para la Academia Itachiyama, que es uno de los mejores equipos de Japón —sonrió de medio lado—. Menuda estúpida es. ¿Puedes creerte lo que nos hizo?

Noa empezó a contarle a Lizzie todo lo que había pasado en el partido de práctica contra Itachiyama. Sin embargo, poco a poco empezó a darse cuenta de que algo no iba bien. Lizzie estaba de brazos cruzados y fruncía el ceño. Noa parpadeó un par de veces, intentando entender qué sucedía exactamente, pero no podía adivinarlo por sí misma, así que decidió preguntar.

—¿Pasa algo?

Lizzie suspiró. Adoraba a su amiga, Noa era como una hermana desde que se habían conocido, cuando se habían mudado a la casa de al lado, pero, en ese momento, no podía seguir con la conversación.

—Hemos estado hablando durante media hora, Noa y la única que ha hablado has sido tú. Me alegro por ti porque has logrado hacer nuevos amigos en poco tiempo, pero no hemos hablado durante semanas.

—Ya... Es que he estado ocupada —balbuceó Noa, no muy segura de si debería haber dicho eso.

—¡Y yo! —Lizzie golpeó con su puño en la mesa. Nos dio un respingo, así que Lizzie se dio cuenta y miro para otro lado. Permaneció en silencio por unos segundos, procurando sonar más calmada—. He encendido mi ordenador todos los días esperando que estuvieras conectada, Noa —su expresión se entristeció—. No has estado online hasta hoy y solo hemos estado hablando de ti. Ni siquiera me has preguntado cómo estoy o cómo están yendo los entrenamientos.

—Lo-Lo siento —¿Era cierto lo que decía Lizzie? Intentó recordar toda la conversación que habían mantenido hasta el momento— ¿Cómo va todo? —sonrió avergonzada.

Lizzie negó con la cabeza, resignada.

—Te interesará saber que tengo una nueva compañera y que perdimos en la primera ronda del último torneo en el que hemos participado.

—¿En serio? Pero si tú-

—¿Eres buena? ¿Crees que no lo sé? ¡No necesito que me lo digas! ¡Y menos tú! ¡No necesito que sientas pena por mí! ¡Solo anímame, maldita sea! Deberías haberme preguntado cómo estaba, pero está claro que no te importa ya.

Haikyuu!!: Una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora