The 21ˢᵗ Of July 爱 pjm&myg ៸៸༴

Capítulo 30

Tres horas desde el secuestro.

—

¡Hagánlo más rápido!— qué me importaba toda la gente mirandome asustada. Qué me importaba perturbar a todo el establecimiento. Solo lo quería a salvo, y me impacientaba la lentitud con la que los oficiales trabajaban.

— Señor por favor, hacemos todo lo que esta en nuestras manos. Pero no hay rastro de ninguna grabación ni patente del auto— el policía, gracias a toda mi suerte, era el típico holgazán. No hacia más que inventar excusas para no buscar.

— ¡Me importa un carajo! ¡Levánta tu maldito trasero y ayudénme a encontrarlo!

— ¿Qué está ocurriendo aquí?— un oficial, alto y treintañero se acercó con la intención de calmarme.

— Dice que secuestraron a su novio y piden dinero por su rescate— la forma tan despreocupada en que salieron esas palabras de su boca, dejaron mis nudillos blancos.

— ¡Su nombre es Park Jimin y su vida vale mil veces más que la tuya vago de mierda!— intenté avalanzarme sobre él, pero alguien tomó mi muñeca, deteniendo la acción.

— ¡Ya basta!— me miró fijo y luego sobó con las yemas de los dedos su sien— ¿Acaso dijiste Park?

— Sí, ¿usted va a ayudarme?— pregunté ansioso.

— Por favor, acompáñame— lo seguí con desgano.

Caminamos por los largos pasillos de la comisaría hasta llegar a lo que parecía ser su oficina.

— Soy el sargento, Si Dong-Yul. Cuentáme qué ocurrió.

— El imbécil de su padre— aún estaba tenso y lleno de rencor. No podía asimilar absolutamente nada.

— Calmáte y deja de insultar. Te ayudaré pero debes relajarte. Si al parecer tu novio esta en riesgo, te necesito en tus cinco sentidos.

Suspiré, más bien fue como un resoplo. No iba a quejarme otra vez. Alguien había notado mi desesperación y al parecer, podía ayudarme.

— Su padre, Park Choi. Tiene una deuda con los secuestradores.

— Park Choi— sonó como si supiera exactamente con quién estaba tratando— prosiga.

— No estoy del todo informado de esa deuda, pero sé que piden cinco millones y medio de dolares. Tengo cuarenta y ocho horas antes de devolver el dinero o sino— a mí volvieron aquellas imágenes de Jimin desplomado en el suelo, sufriendo.

— Lo matarán— acentí— ¿Y tú dices saber quiénes son, físicamente?

— Sí. Fue una videollamada. Pude verlo todo. Meses atrás también atacaron a Jimin, pero no era el mismo sujeto. Creo que esos trabajaban para él.

— ¿Por qué no vinieron en ese momento a denunciar?

— Jimin no se atrevía, creía que su padre sería capaz de no dejarlo salir de su casa— tomé aire, exasperado— y yo... No teníamos tanta confianza en ese entonces. Simplemente no hice nada— y me arrepentía de ello.

— Ya veo. ¿Dijiste que fue una videollamada?

— Así es.

— Él ya sabe quién eres. Y qué le darás el dinero— sus expresiones dejaban a la luz que ya tenía una forma de solucionar el problema.

— ¿Qué tiene?

Se paró de su asiento y tomó la chaqueta de su uniforme.

— ¿A dónde va?