CAPÍTULO XIII

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Jueves 6:07a.m.






Caminé somnolienta hasta los adentros de la sala dirigiendo mis pasos hasta el pequeño bar que había ordenado colocar días antes, sonreí para mis adentros al darme cuenta de lo inteligente que fue mí idea, No había nada mejor para la terrible resaca que otras par de copas, al menos eso quería creer. Llené la copa de whisky y lo acompañe con algunos cubos de hielo, di  mí primer trago con desesperación y ansias, el líquido hacia arder mí garganta pero no en un mal sentido.


Dejé la copa vacía al lado de las demás botellas de cristal. —demonios, que rayos importa —tomé de la botella entera y me dispuse a beberla, mientras recorría por toda la casa. El sol salía lentamente iluminado toda la casa.


Recordé lo que mí madre me decía cuando me sorprendía llegando a casa ebria y con olor a tabaco. —nadie querrá pasar la vida con una alcohólica, hija escucha a tu madre, si sigues así arruinarás tu vida —recosté mí cabeza en el respaldar del sofá y llevé el pico de la botella hasta mí boca. —,solo mira a  todos los hombres que se acercan a ti te utilizan. No eres más que eso por qué tú lo quisiste así.





Después de todo mamá tenía razón, arruiné tan bien mí vida: tengo lujos, dinero, joyas y unas personas que darían sus vidas por mí.  A veces, arruinar suele tener una segunda cara, reparar.  mamá solía arrastrarme con ella a la iglesia, no era por qué sea una mujer religiosa, su objetivo era que sus amigas de esposos ricos nos vieran, por un lado para su reputación y por otro, para líarme con uno de los niños ricos de sus amigas. Papá jamás estaba incluso cuando estaba parecía que no, solo hacía falta una llamada a su celular para que saliera corriendo de cualquier lugar, sin importar nada.



Fue a principios de mis diez años que empezé a observar el mundo y mí alrededor de una forma distinta, una forma más real. No soportaba lo falsa, lo egoístas y egocéntricas que podían ser las personas, yo solo miraba desde mí pequeña burbuja, me aterraba salir y convertirme en uno de ellos. No me dolió dejar atrás a aquellas personas.




—no se cómo tu organismo permite tanto alcohol —dijo apartando los cojines y incorporándose a mí lado —, yo en lo personal estuviera agonizando en cualquier hospital.


—soy una puta heroína.

—no, eres una maldita alcohólica con suerte.


—lastima que la suerte se termina tarde o temprano. —espetó lady acercándose con una rebanada de pastel.


—esas cosas no me suceden a mí. —dije cortante, la botella ya estaba por la mitad, osea que mí rutina en poco tiempo llegaría a su fin. Mis párpados, la lengua y mis palabras sonaban pesadas, lo deduje por las miradas de "que carajos dices" que me lanzaban lady y siny.

Dejé la botella en la encimera y me coloqué las pantuflas de siny, está rebuznó pero ya estaba en las escaleras rumbo a mí dormitorio, cerré la puerta tras de mí y salté quedando boca abajo en la cama, poco después mí cerebro dejó de funcionar. (Metáfora)









***

—¡tienes una cita ahora, no lo olvides!

Tocaron seguidas veces mí puerta, me removí en las sábanas no estaba de ánimos para levantar mí cuerpo y caminar hasta la entrada así que solo grité.


—¡Lo olvidé!


—solo quiero dormir hasta que mí cuerpo entero quedé calcado en la cama, es todo lo que pido. —dije para mis adentros, miré la hora en mí teléfono, tenia exactamente una hora para quedar radiante. Suspiré y estiré mis brazos hacia adelante para tener más impulso, aparté la frazada con pesar de mí cuerpo y caminé sin ganas a la ducha, tomé una ducha fria.




Me coloqué mis vaqueros negros, mis zapatillas y una blusa hippie. Ford me había informado después de tener sexo con Warren en el baño que nuestra cita no sería algo formal, no pregunté al respecto por dos razones: no me interesaba y por qué mí boca estaba repleta de semen.



Desde mí ventana se veía toda la entrada principal, ví como se adentraba a la casa el Cherokee blanco y rodeaba la estatua. —debe ser el hijo de Donald Trump, no es posible que tenga tantos autos lujosos. —suspiré hondo y me dispuse a salir a su encuentro, me despedí de las chicas estás me dijeron que tenga cuidado, yo solo asentí.




Saludé a Ford Con un beso en los labios, claro que lo tomé por sorpresa, traía unos pantalones negros, unos tenis y una polera de "black Sabbath". Me escoltó hasta la puerta del auto, antes de cerrar la puerta dejo otro beso en mis labios, sonreí. Salimos de la casa encendí la radio, lo dejé en una música muy reconocida de Camila cabello.




—¿y... Me dirás a donde vamos, o me pondrás una bolsa en la cabeza para que lo deduzca igual que Sherlock Holmes?


Carcajeo sin apartar la vista del camino. —iremos al Parque de diversiones, te encantará, será una noche sin cristales.


—¿en esos lugares necesitas credencial? por qué lo dejé en casa. —bromeé.



—no, lo único que necesitas es un estómago fuerte para no vomitar. —sonreí, nadie dijo más hasta llegar al lugar.


Bajé del auto mirando la enorme montaña rusa y las luces parpadeantes, habían millares de personas en el lugar, el olor era insoportable, trate de no hacer gestos, Ford camino a mí lado, entrelazó nuestras manos y me guió.

—asi que, es aquí donde los niños se hacen valientes. —asentí, me tendió una manzana acaramelada no había visto ninguna desde mí octavo cumpleaños. Lo recibí y le dí una mordida mientras caminamos juntos. 

—es peligrosamente divertido.

—cuando era niña solía ver todo desde afuera, como los niños comían sus dulces, las personas que entraban y salían del parque de diversiones. Mis padres tenían cosas más importantes que perder el tiempo en lugares "vulgares" como estos. —llevé la mirada hasta mis pies con vergüenza, este paso su brazo derecho por mis hombros.

—me da gusto ser el primero en traerte. Te gustará, te lo aseguro.


—¿Que me dices de tus padres?, parece que tú si disfrutaste tu infancia —paré en seco y nos quedamos frente a frente.

—no tanto como debería, mi madre me abandonó cuando tenía siete meses de nacido y después de unos días mí padre murió por un accidente repentino. Desde entonces fue mí tío el que me cuidó y me crío, es todo lo que tengo.



—soy una completa idiota, lo siento mucho no debí preguntar. —me golpeé mentalmente, recibí una punzada en el corazón me odiaba por hacerle esto.

—no te preocupes, con los años aprendí a superarlo y a imaginar que mí padre está en un mejor lugar —sonrió sin mostrar la dentadura —, ¿Subimos al tren fantasma, eres valiente o cobarde?

—apuesto veinte dólares. —corrimos hasta la fila y esperamos nuestros turnos.



Estar junto a él, es como si me olvidará de todo el exterior, el mundo se convertía en algo diferente cuando estaba con él. Se siente tan bien esa sensación de paz que solo el me puede proporcionar.










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¿No les pasa que se sumergen en su libro nuevo y olvidan actualizar?, ¿No?, Pues a mí me pasó no me odien.


TRES ERRORES | [+17]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora