Capitulo uno.

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YOONGI POV

A punto de entrar en la prisión de máxima seguridad de Chicago, una sonrisa asomaba a mi rostro.

Yo era el "supuesto" arrestado y Namjoon alias "Pantera", mi custodio. Una farsa fina y bien montada para poder rescatar a los miembros de mi equipo.

No estaríamos aquí si el señor "Oso" hubiese hecho bien su trabajo en el último asalto, en lugar de ponerse a coquetear con las cajeras del banco.

—Te queda perfecto el uniforme— murmuré mirando de reojo a mi compañero.

Nos había costado más de mil dólares conseguirlo y no tuvimos tiempo de llevarlo a entallar a su medida.

—Cállate ladrón, los criminales como tú no hablan— me respondió, hice mi mayor esfuerzo para no reír.

Las puertas de hierro del centro correctivo Thompson se abrieron, dos corpulentos policías salieron a nuestro encuentro.

— Kim, policía de Chicago, traigo a Agust D — se identificó Namjoon, era una suerte que el nuevo comisario Kim Jongin no sea conocido físicamente en este lugar, recién ayer fue nombrado, y para nuestra buena suerte, no le gustaba posar para las cámaras.

—Santa Madre ¿Es Agust?— el policía más viejo me miró con ojos aterrados.

Mi vanidad saltó de pronto y me sentí orgulloso de la fama y el miedo que inspiraba.

— ¿Lo traes sólo? ¿Dónde está la guardia? Deberían escoltarlo por lo menos diez hombres. —se quejó el otro, casi sonreí. Creo que sí haría falta un escuadrón para contenerme, no porque sea fuerte, sino porque soy bastante escurridizo.

—Más vale maña que la fuerza—sonrió mi amigo. Debería ser actor, parecía un verdadero policía.

— ¿Eres Kim Jongin? ¿No era un policía indio?— dudó uno de ellos.

—Se dice nativo imbécil. Soy mitad nativo, mi madre era coreana ¿Algún problema con eso?— dijo mi amigo a punto de explotar.

—Ninguno jefe, usted sólo puede con Agust— nos dejaron libre el paso.

Primer problema resuelto, ya estábamos dentro. Ahora sólo teníamos que esperar a que Hoseok y Hyojong hicieran su trabajo y a lo mejor nos llevaríamos algunos más con nosotros para agrandar el equipo.

Las esposas me molestaban, no podía moverme pues debía evitar que se dieran cuenta que no estaban cerradas totalmente.

Me sentaron en una silla mientras le trajeron a Namjoon una bebida fría, el verano había iniciado y el calor se hacía sentir. El saco y la corbata me estaban matando.

—Debe llenar el papeleo jefe— indicó uno de los custodios alcanzándole a Nam algunas formas burocráticas.

— ¿Tanto problema para meter una rata al hoyo? Mi padre se volvería a morir si viera esta burocracia— se quejó mi amigo escupiendo. Un policía lo miró dudando.

—Todos hablan de los buenos modales del nuevo jefe, pero parece que es como nosotros. — sonrió abiertamente y todos rieron a coro.

—Yo tampoco quisiera llenar tanta papelería, hace unos años podíamos volarle la cabeza a los ladrones antes de llegar a prisión, ahora se habla de derechos humanos — se quejaba otro de ellos.

Pasaron aproximadamente quince minutos, Namjoon garabateaba los papeles de mí supuesto ingreso.

— ¿Una copa señor Agust? ¿El rey León necesita algo?— se burló un policía mirándome.

—Ya deja en paz al Robin Hood de Chicago— dijo otro de los policías burlándose.

Odiaba ese apodo, sólo porque no podía resistirme en repartir algunos fajos de billetes cada vez que estábamos en un banco, o fuera de él. Pero eso tenía una razón.
El devolver a la gente parte del botín era una tradición del equipo.

ENEMIGOS PÚBLICOS. [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora