Capitulo dieciocho.

2.4K 357 36
                                    

KIM JONGIN

— ¡Le digo que hace más de cuatro años que no veo a YoonGi!— volvió a gritar el doctorcito Song. Era un hueso duro de roer, ya me estaba cansando de ser bueno con esta familia.

— ¡Entonces podría explicar porque su esposa tiene tantas propiedades a su nombre!— reclamé.

—No tengo la menor idea, creo que su trabajo es investigar.

—Fue su hijo el que las compró. ¿Porque las inscribía a nombre de su madre si no tenían contacto con él?

— ¿Pues eso debería preguntárselo a él no cree?— me miró molesto.

—Lo haría si no fuera porque se escapó— el doctor sonrió. Maldito matasanos. —Interrogaré a su esposa entonces— amenacé.

—Deje en paz a Hye, es una dama, nunca ha estado en una delegación.

—Pues su hijo es un criminal, debe acostumbrarse— salí de allí, ese hombre no iba a soltar prenda.

Lo malo en todo esto era que la señora Song nunca firmó ninguno de los papeles de las propiedades, todo se hizo con un apoderado. Hijo de...

Esto iba a ser difícil. No podía detenerlos por más de dos días. Y cuando el FBI venga los van a soltar, el doctor tiene una reputación intachable. Y resulta que su hijo tampoco tiene antecedentes. Hasta hace tres meses parecía un ciudadano modelo. El expediente de Min, cuya identidad legal es Song YoonGi, está limpio. Estudiante de la universidad de Michigan, sobresaliente. Hacía prácticas voluntarias en el hospital... todo eso antes de dedicarse a los asaltos. ¿Por qué un hombre que tenía todo, dinero, posición y educación se dedicaría a asaltar bancos?

Pero tal vez la señora Song sabría algo. Y yo iba a averiguarlo.

Fui a verla en la sala de interrogatorios. Era una mujer hermosa a pesar de su edad.

—Buenos días señora— saludé.

Ella me miró con dureza. Gente estirada, un par de días más en detención le harían bajar la cabeza.

—Señora Song, queremos saber cuándo fue la última vez que vio a su hijo YoonGi— pregunté.

—Hace dos años y cinco meses, me lo crucé en la calle— dijo muy segura.

— ¿No ha tenido ningún contacto con él en este tiempo?— pregunté.

—No.

— ¿No la ha llamado por teléfono, enviado correspondencia o algún recado con su abogado?— pregunté.

—No. — dijo secamente.

— ¿Explíqueme esto?— le puse en la mesa el informe sobre sus bienes.

—Explíqueme usted a mi porque mi nombre figura en esos estados de cuenta— me respondió.

Saqué el expediente. Una a una le fui mostrando las fotos de los inmuebles que estaban a su nombre y los contratos de compra-venta donde ella figuraba como propietaria.

—Ahora que me dice señora. ¿Puedo acusarla por lavado de dinero?— la amenacé.

— ¿Puedo acusarlo por intimidación? Muéstrame un documento con mi firma porque yo no la veo por ningún lado— me dijo altiva.

— ¡Esas propiedades fueron compradas con dinero robado por su hijo!— grité.

—Tampoco veo la firma de YoonGi aquí— me dijo con tranquilidad revisando los papeles.

—Usted sabe que lo que digo es cierto, señora. Voy a encontrar el modo de acusarla.

—Le deseo toda la suerte del mundo, oficial— esa mujer me sacaba de quicio.

ENEMIGOS PÚBLICOS. [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora