ENEMIGOS PÚBLICOS. [YOONMIN]

Capitulo veinticinco

"CONVIRTIÉNDOSE EN LEYENDA..."

JONGIN

Me llegó el informe de los federales una tarde, estaban organizando una cacería y querían a los mejores tiradores.

Yo no quería hablar con JiHo, todavía me reventaba verle la cara. Pero tuve que ir, como jefe debía estar al tanto.

—Kim, cachorro. ¿Sigues molesto?— se rió.

— ¿Que quieres Woo?

—Algunos chicos son un fastidio y JiMin es un pecado andante. Abre los ojos, la zorra prefiere a los ladrones como Min, a los de su tipo le gustan los chicos malos no los hombres de bien.

—JiMin es mi amigo, lo conozco desde niño...

—Y yo soy Santa Claus— se rió.

— ¿Que es lo que quieres?— grité

—Agust D nos ha dado una segunda oportunidad para atraparlo. El soplón está cooperando, ah cierto, no te había contado... tengo a alguien metido allí.

— ¿Quien?

—Si te digo no será secreto.

— ¿Qué hay de Min?

—Va a ir al cine esta tarde... sí en una horas. Van a ser 3, Min y dos mujeres. Al salir nos vamos encima de ellos.

— ¿Arresto o matanza?— sonreí por primera vez.

—Veo que nos entendemos Kim. Quiero a Agust D, muerto...o muerto.

— ¿Hoy?

—Hoy. En la función de las 5 de la tarde. Saldrán del cine a las 7, antes de oscurecer. La policía puede quedarse con la recompensa, es más, dile a tus chicos que pago mil dólares al que le dé en la cabeza— sonrió de modo siniestro.

Me fui rápido a la delegación, le pedí a los chicos que custodiaban a JiMin que vinieran, Taemin y Sungwoon eran mis mejores tiradores.

—Los he reunido hoy porque tenemos un trabajo importante. El que no esté preparado puede marcharse.

—Jongin ¿Cuándo nos hemos negado a trabajar?— sonrió Sungwoon.

—Pues hoy vamos a salir de cacería. Tendremos a Min a tiro.

—¿Min? ¿Estás seguro?

—Ese loco nos volará la cabeza antes que digamos Chicago— se quejó Sehun.

—Contamos con Fusiles Thompson semi automáticos, lo mejor hasta ahora.

—¿Vamos a usar los fusiles en un lugar abierto?— la pregunta de Taemin me sonaba a miedo.

—Recuerden que perseguimos a un asesino implacable. Las personas alrededor son daños colaterales.

—Jongin, es una película de Clark Gable, mas de la mitad de la gente allí son damas— Taemin volvió a quejarse.

—Taemin no va. Hay mil dólares para todo aquel que logre darle en la cabeza al puto León ¡Adelante!— grité.

Me recorría el cuerpo una sensación de placer, si, iba a gozar apretar el gatillo, matar a Min era ahora mi única misión.

—Sungwoon, ve con Jared a la sombrerería del frente. Sehun, Kyungsoo, cubran el callejón que está a la derecha del teatro— indiqué apenas llegamos. De todas formas Taemin vino con nosotros. Sabía que el dinero ablanda las conciencias.

Esperamos fuera del cine, todos vestíamos de civil. Había revisado mi arma más de 10 veces.

Sólo Taemin, JiHo y un tal TaeWoon podríamos acercarnos a Min, esperaríamos a verlo salir para asaltarlo por detrás, no debíamos darle tregua, él podría responder y tal vez no la cuente.

Una extraña sensación me recorría, mezcla de desesperación y placer. Hoy se terminaba la estúpida leyenda urbana, el Robin Hood de los zarrapastrosos y las golfas. Yo mismo iba a contribuir a limpiar la sociedad de esta basura.

Cuando dieron a las 7 el corazón se me aceleró. La gente empezó a salir de la la función. Buscaba un grupo de tres.

Y los vi. Las dos mujeres salieron delante de él y luego se colocaron una a cada lado.

—Allí va la dama de rojo— murmuró JiHo.

Me fijé en ella y la reconocí. Era Hyuna Velvet, del club donde JiMin trabajaba hace meses.

A su lado Min llevaba un maletín, traía gafas oscuras y un sombrero blanco grande. Sus ropas también eran claras. Pronto se echarían a perder. Cuando el rojo carmesí de la sangre las empapen.

—La cena está servida señores— JiHo avanzó y no me quedé atrás.

Caminé despacio, Min ni se percataba que estábamos tras él.

Hyuna lo tomó del brazo que tenía libre. Infeliz, siempre supe que ese era su tipo de mujer.

A lo lejos se oyó el sonido del seguro de un arma ¡Carajo! ¿Cuál de los idiotas que traje lo habrá provocado?

Debíamos ser rápidos.

Min siguió avanzando, quitó su brazo de la golfa y se llevó la mano a la cintura.

Pero ya era tarde, demasiado tarde para él.

Escuché un fuerte sonido a mi lado derecho, dónde estaba JiHo y descargué todas las balas de mi rifle.

Una a una las conté, fueron 6 tiros, de los cuales juraría que tres de ellos lo impactaron.

La gente corría despavorida en todas direcciones, empujé a muchos para avanzar.

Lo vi desplomarse hacia adelante y caer como una estatua de piedra. Ni siquiera pudo responder, fuimos más rápidos que él.

Nadie resistiría eso. Nadie podría soportar tal tanda de descargas. El tipo debía estar muerto.

Las sirenas de las patrullas sonaron a lo lejos, la gente empezó a remolinarse.

—Limpia esto cachorro, yo tengo que llamar a Washington— JiHo subió a su auto, se veía como si se hubiese sacado la lotería.

Llegamos junto a los cadáveres, lamentablemente las dos mujeres que lo acompañaban también habían muerto.

Min YoonGi estaba tendido en medio de un gran charco de sangre, ahora era historia, una triste y patética leyenda..