Capitulo veintiuno.

2.3K 336 21
                                    

JIMIN

Me llevaron a un lugar extraño, no era la comisiaria, no había secretarias ni policías, todos vestían de negro. Me dolían las manos, las esposas eran bastante molestas. Pero cualquier cosas que me hagan, era lo de menos. Él estaba a salvo.

YoonGi seguía libre.

Cambiar mi libertad por la suya no estaba tan mal. Sé que a mi no me condenarían a muerte. Sé de leyes, no pueden condenarme ni retenerme por mucho tiempo.

Abrieron una puerta, era un cuarto a medio iluminar, me empujaron dentro. El hombre que me llevaba no hablaba, en realidad nadie me habló desde que me capturaron, no me leyeron mis derechos ni me dijeron porqué me llevaban. Fácilmente podía demandarlos, a menos claro está, que sean federales.

Me sentaron en una silla todavía incómodo, alumbraron mi rostro con una lámpara potente. Alguien enorme entró a la habitación a paso veloz.

— ¿Dónde está?— gritó. Su rostro me asustó, no porque sea feo, en realidad podía decirse que era atractivo, salvo por esa mirada asesina. Tenía el cabello oscuro y el mentón muy marcado. Una piel muy blanca y parecía luchador. — ¿Dónde se esconde? ¡Contesta muñeco o me vas a obligar a proceder!— volvió a gritarme.

Apenas lo mire, sabía que no podían hacerme nada. No pueden implicarme, aún. Me tranquilizaba que fuese yo al que atraparon y no a YoonGi. Casi muero cuando él trató de enfrentárseles.

No, yo no podría vivir si él muriera.

— ¡Contéstame idiota!— sentí un fuerte dolor en mi mejilla izquierda, grité del susto.

¡El maldito me había abofeteado! Tomó mi barbilla y nuevamente gritó.

— ¡Dónde está!

—No... no lo sé— dije asustado

— ¿Dónde diablos dormiste con él?— volvió a abofetearme ahora en la otra mejilla. Mi cara debía estar hinchada. —No te oigo precioso ¡No te oigo!— gritó sacudiéndome de los hombros, grité por el susto. Mis lágrimas caían sin control. Nunca me habían tratado así, ni siquiera mi madrastra me golpeó jamás.

— ¡Habla, donde está!— siguió sacudiéndome y abofeteándome a su gusto, yo sólo atinaba a temblar, llorar y gemir. Esto era una humillación, nadie tiene derecho de tratar así a un sospechoso.

—Ya... ¡Ya debe estar muy lejos de aquí!— grité. Se detuvo a mirarme. — ¿No querías saber donde estaba?

El hombre temblaba de rabia, quise sonreír. Mi león siempre se les escapaba. Ni siquiera los federales podían atraparlo. Pero antes que la sonrisa se formara en mi rostro, él juntó sus manos, caminó hacia mí con el puño levantado...

Cerré los ojos.

Salí despedido hacia atrás, caí sobre la silla. Me dolía terriblemente el rostro, no podía ver nada. Sentía que mi ojo derecho se había tapado. Rodé por el suelo después de caer de costado. La silla de metal me había lastimado.

Pero él no tenía suficiente. Me levantó del suéter para seguir golpeándome.

— ¡Cobarde!— grité lleno de rabia y frustración. — ¡vuelve a hacerlo si quieres! Pero cuando YoonGi se entere como has golpeado a su chico ¿Sabes lo que va a hacer contigo? ¡No habrá lugar en la tierra donde puedas esconderte JiHo!— grité recordando el nombre que YoonGi dio del jefe del FBI

—Así me gusta, habla cariño, habla, grita, gime para mí— sonrió. Qué asco me daba este hombre.

—Eres hombre muerto— me soltó de vuelta a la silla, retrocedió para examinarme.

ENEMIGOS PÚBLICOS. [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora