Las sirenas acabaron con el silencio que solía reinar por esa zona de la ciudad. Era la primera vez que algo malo ocurría en un barrio tan tranquilo, tan alejado de los problemas. La policía y la ambulancia avanzaban por esas calles con urgencia para llegar antes de que fuese demasiado tarde. Buscaban la oportunidad de salvarle, pero el tiempo se les había agotado. En el suelo descansaba el cadáver de un hombre con el terror grabado en su rostro. A su lado, habían pintado con spray negro un gran tigre de bengala, delatando al culpable. Las heridas por todo el rostro y la manos de la víctima no dejaban lugar a dudas, era su modus operandi. Con la autopsia descubrirían que su cuerpo había sido envenenado, sumiéndole en una lenta agonía hasta morir, como había ocurrido con cada una de los cuerpos que encontraron en el pasado. Conocían muy bien como trabajaba, sabían lo que iban a encontrar; pero no había forma de saber quien sería el siguiente o cómo pararle los pies antes de que fuese demasiado tarde. Pensaban que se habían librado, que no iban a volver a enfrentarse a él; pero estaban completamente equivocados. Ingenuos, habían estado demasiado ocupados como para prepararse para un nuevo golpe, para una nueva etapa de terror.
La multitud agolpada tras el cordón policial murmuraba preocupada. El Dragón de Jade había vuelto y mandaba a uno de sus mayores asesinos para recordarles que el juego aún no había terminado. La paz con la que habían estado viviendo se había acabado, la guerra de territorios había vuelto a comenzar. Nadie estaría a salvo contra ellos, cualquiera podía ser el siguiente, porque para ganar aquella lucha, usarían todos los medios en sus manos. Habían permitido que disfrutasen de un poco de paz, que se confiasen, que se olvidasen de lo que era el verdadero miedo para que su juego fuese aún más retorcido.
Oculto entre las personas allí congregadas, pudo escuchar como hablaban de él, asustados. Su misión había sido un éxito. Observó como se llevaban el cuerpo sin vida de su víctima. El veneno había surtido efecto lentamente, alargando su muerte para prologar el dolor. Debía felicitar a Jeonghan por su eficacia, su colección era cada día más fascinante. La policía se desviviría para encontrar alguna prueba, pero él nunca fallaba. Iba a disfrutar viendo como daban vueltas sin respuesta alguna, sin nada con lo que atraparle. El callejón estaba tan limpio que sería imposible que diesen con una pista que les condujese hasta él, hasta su verdadero yo, hasta Kang Dongho. Quiso decirle a los agentes que era inútil, que en el fondo debían darle las gracias por librarle de una de las mayores escorias de la ciudad; pero sabía que no se tomarían muy bien su atrevimiento.
— Hyung ¿Qué ha pasado aquí?¿Ha habido un accidente?
Lentamente encaró al dueño de aquella voz, encontrándose con su amigo, uno de los mejores camareros del DK's. Seguía vistiendo la ropa del trabajo: la camisa blanca remangada, el letrero con su nombre, el delantal burdeos que le identificaba como el encargado... Debía haber terminado hace un par de horas, más tarde de lo usual. La bolsa con comida china le delataban. Sin tiempo para cambiarse, había corrido al restaurante más cercano antes de que cerrasen y poder volver a casa con algo caliente que llevarse a la boca. Por lo que le había contado, trabajaba con DK para pagar la matricula de la Universidad; pero le gustaba tanto lo que hacía, que a penas salía de la cafetería e incluso en casa practicaba nuevas bebidas que poder servir a los clientes.
— Chan ¿Aún no has vuelto a casa? —Le miró con fingida preocupación, nadie le tocaría ni un pelo mientras estuviese a su lado. Se encargaría personalmente si se enteraba de que alguien le ponía en peligro—. Es peligroso que vayas solo a estas horas, han asesinado a un pobre hombre y la policía esta empezando a investigar que ha ocurrido.
Abrió los ojos, no sabía descifrar si estaba sorprendido o asustado. La última vez que había estado cerca de alguien que había sido atacado fue cuando iba a visitar a Vernon al hospital. Nunca le dijeron que había pasado de verdad, posiblemente para no preocuparle. Alguien trataría de robarle y al ver que se defendía, disparó. A lo que no supo darle explicación, fue a la desaparición de su amigo Ren. No volvió a encontrarle por ninguna parte, es como si se hubiese convertido en un fantasma. Dejó de pensar en el pasado cuando sintió los brazos de Baekho a su alrededor, reconfortándole. ¿Cómo alguien podía hacer tanto daño?¿Y si le pasaba a él?¿Y si le pasaba a alguno de sus amigos, Dk, los chicos de las oficinas, Jun, Jeonghan, Joshua, los chicos de la academia?
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The night prince - Meanie #Wattys2020
ActionLos lobos de acero son una organización de investigación policial encargada de los casos más difíciles. Cuando Jihoon, el jefe, ve que no es suficiente con los equipos que tiene a su lado, crea una unidad especial reclutando a un grupo de delincuent...