El coche giró en una curva cerrada a una velocidad infernal, siguió avanzando a pesar de chocar contra uno de los laterales de la pista y superó a su contrincante con facilidad. Los gritos del público le llenaron de valor para el sprint final, solo quedaba una vuelta y la victoria sería suya. Apretó con fuerza el mando con ambas manos y se concentró en lo que debía hacer ahora, solo necesitaba un poco más de velocidad y... El tono que anunciaba que había llegado un mensaje le hizo pausar el juego a pesar de las protestas de su amigo. Con un « de todas formas vas perdiendo » consiguió que se callase y volviese a sentarse con un bufido. Se dio la vuela para coger el teléfono que había dejado sobre la cama y sonrió al ver de quien era. Aguantó las bromas de su amigo sobre relaciones amorosas y su cuestionario sobre quien era ella, mientras abría el mensaje:
« Te necesito. »
Frunció el ceño con preocupación. Si acudía a él de esta forma, no podía ser por algo bueno. Se separó de la cama para volver a sentarse en el suelo con el móvil todavía en las manos y pensó en la mejor forma para afrontar aquello. Le escribió un simple: « Usa la puerta de atrás » y le arrebató el mando a un furioso chico que no dejó de protestar mientras le entregaba sus cosas y lo empujaba por la casa para sacarlo de allí. Utilizó la mejor excusa que encontró, continuó alimentando las creencias de su amigo. Tras nuevas bromas sobre lo tonto que se había vuelto desde que tenía a alguien con quien pasar el rato y sobre la importancia de la protección si le daba caña esa noche, consiguió cerrar la puerta con un suspiro.
— Soonyoung...
Al oír su voz llamándole, sintió como su corazón se aceleraba. Se giró despacio, encontrándose con la imagen que se repetiría en sus peores pesadillas una y otra vez a partir de aquel entonces: Minghao temblando, con la ropa cubierta de sangre y el miedo dibujado en su rostro. Se abalanzó sobre él, comprobando que no tuviese nada. Ignoró cada vez que le decía que estaba bien, que a él no le había pasado nada y hasta que no tuvo claro que su cuerpo estaba intacto, no se separó ni preguntó lo inevitable.
— ¿Qué ha pasado?
— Papá ha muerto —Bajó la mirada hasta la pistola que tenía en la mano y cuando volvió a subirla, las lágrimas recorrían sus mejillas—. No sé que hacer, no sabía a dónde ir, yo...
No terminó de hablar porque sus brazos lo rodearon y se perdió en el reconfortante tacto de su amigo, la única persona a la que había dejado acercarse desde que su hogar se convirtió en una pesadilla. Con cuidado de no hacerle daño, le separó los dedos del arma y la dejó en el suelo. Después, apoyó las manos en su hombro y lo miró con seriedad. Su cabeza había comenzado a idear un plan y no se detendría hasta asegurarse de que Minghao estuviese bien. No tenía que preguntarle que había pasado, confiaba en él hasta el punto de entregarle su vida si fuese necesario y hasta que él no se lo quisiese decir, no abriría la boca.
— Todo saldrá bien, ¿De acuerdo? —Sonrió para tratar de calmarle—. Tengo la coartada perfecta. Sé como encargarme de esto. Necesito que respondas con sinceridad a estas preguntas. ¿Hay huellas que puedan inculparte?¿Alguien te vio en la casa?¿Alguien se preocupará si desapareces?
— No he tocado nada, lo que hay es porque es mi casa. Nadie me ha visto salir o entrar y solo me quedaba él, así que no —Habló despacio, pensando en cada respuesta. En algún momento había cogido una de las manos sobre su hombro y la sostenía con fuerza. Estaba perdido, sin saber que hacer.
— Haz todo lo que te diga y todo saldrá bien —Asintió a sus palabras como única respuesta.
Lo llevó hasta el baño de su habitación, le dejó la sudadera amarilla con letras negras que tanto le gustaba, consiguió algo de ropa interior que no le quedase muy grande y le pidió que se duchase para eliminar cualquier rastro de sangre. Esperó pacientemente hasta que salió, cogió su ropa y la metió en una bolsa de la que luego se encargaría. Lo llevó hasta la cama y lo arropó con cuidado, asegurándose de que había dejado de temblar.
— Descansa, mañana será un día muy largo —Le dijo mientras se ponía de pie—. A partir de ahora, yo seré tu familia —Murmuró antes de caminar hacia la puerta, no se movería de allí hasta asegurarse de que se había quedado dormido.
— ¿Por qué me ayudas sin esperar respuesta?
— Porque confío en ti, además eres mi socio, mi mejor amigo y ahora, mi compañero de piso. Tengo que cuidarte, igual que tú cuidarías de mi si fuese del revés.
Cuando Minghao cayó en brazos de Morfeo y no podía escucharle, susurró la verdad tras sus palabras: « Porque te quiero, idiota, pero nunca me verás como yo a ti ». Fue la primera vez que se confesó y no obtuvo respuesta, la primera parte del largo camino que tuvo que recorrer para hacerse con su corazón. La siguiente sería poco tiempo después, cuando tras el buen timo de su graduación, conseguirían el dinero suficiente para marcharse de allí e irse a vivir juntos. Al día siguiente actuaría como si nada hubiese ocurrido; pero él, que lo recordaría todo, mantendría la esperanza de que le importaba más de lo que decía. Limpió todo rastro que pudiese indicar que había ocurrido un asesinato, quemó su ropa en la incineradora que sus padres tenían en el sótano y fregó todo. Luego colocó prendas al azar por el salón, las escaleras y el pasillo, haciendo un camino hasta su cuarto. El primer paso sería el más complicado, el siguiente sería pan comido.
A la mañana siguiente golpearon a su puerta y no le hizo falta cerciorarse para saber de quien se trataba. Le explicó a Minghao lo que debía hacer y bajó. Antes de abrir la puerta se aseguró de estar despeinado y que su camiseta estuviese lo suficientemente arrugada. Lo más difícil fue conseguir las diferentes marcas por todo su cuerpo, pero estaba orgulloso de su trabajo. Preguntó con voz adormilada quién era y se encaró, de buena mañana, a los oficiales de policía que lo miraban con desgana. No era la primera vez que acudían a su casa y como las otras veces, se irían con las manos vacías. Era infalible, siempre tenía la coartada perfecta y no había prueba que pudiese inculparlo. Eran las ventajas de haberse criado con estafadores mucho mejores que él: sus padres.
— Señor Kwon, volvemos a vernos.
— Buenos días, agentes ¿No había más horas para venir de visita? —Bostezó y se frotó los ojos para poder despertarse.
— No venimos a por ti, chaval —Contestó con desdén uno de los policías a los que más quebraderos de cabeza le había dado—. ¿Conoce a Xu Minghao? Nos han informado de que son amigos y que suele pasar tiempo con ust...
Fue interrumpido por la presencia de un adormilado Minghao vestido con una sudadera que le quedaba grande. Soonyoung no podía apartar los ojos de su belleza, demasiado impactado por una muestra de lo que sería despertarse juntos cada día. Los dejó a todos con la boca abierta al dirigirse al dueño de la casa con una dulzura que no creían posible: « ¿Que pasa, Soonie?¿Por qué te has levantado? La cama está mucho mejor cuando estás conmigo ». Era un pueblo pequeño, todos se conocían y la noticia de que el chico de los Kwon y el de los Xu estaban en una especie de relación, sería la comidilla de todo el pueblo.
— Oh... Hola, agentes ¿Hay algún problema?
— Necesitamos hablar con usted, señor Xu ¿Podemos pasar? —Respondieron cuando superaron la sorpresa.
Fue la primera vez que Minghao necesitó la ayuda de Soonyoung, pero no la última. Perdido, acudió a la primera persona que creyó importante y no se arrepentía de su decisión. Tras la visita y un par de lágrimas bien derramadas, fue liberado de cualquier cargo o sospecha sobre la muerte de su padre. No fue a su funeral a pesar de que el pueblo murmuraría, no se merecía una despedida después de todo lo que había pasado por su culpa. Ahora tenía una familia mucho mejor y no necesitaba a nadie más. Se graduaron, consiguieron dinero suficiente y abandonaron el pueblo que los vio nacer. Un par de códigos y toda la información que había sobre él desapareció, se esfumó de cualquier base de datos e incluso de la memoria de muchos que lo daban por muerto. Cambió su nombre, desechó sus apellidos y se olvidó de haber sido parte de aquel infierno. Solo una persona tendría derecho a continuar llamándole Minghao, la única que seguiría a su lado.
—» —» NOTAS «— «—
Al final, pude cumplir con lo de traeros otro capítulo el jueves. Nos estamos acercando un poco al pasado del H8shi, aunque no lo suficiente como para desvelar los secretos de Minghao. Algún día sabréis si mató a su padre o no... O quizás no se sepa nunca y sea algo que los dos se lleven a la tumba.
¡Nos leemos!
ESTÁS LEYENDO
The night prince - Meanie #Wattys2020
БоевикLos lobos de acero son una organización de investigación policial encargada de los casos más difíciles. Cuando Jihoon, el jefe, ve que no es suficiente con los equipos que tiene a su lado, crea una unidad especial reclutando a un grupo de delincuent...