― Este es mi departamento ― señalo después de abrir la puerta y dejarla entrar.
Sus ojos analizan el espacio mientras se adentra este, cierro la puerta a mis espaldas.
― ¿Vives con tu primo, no?
― Sí ― asiento ―. Pero ahm, creo que tenía una cita.
Esa es una mentira. La verdad es que cuando le dije que traería a Vanessa al apartamento, Roman rápidamente montó ideas erróneas en su cabeza y me dijo que no llegaría hasta tarde para que pudiéramos estar solos.
La razón verdadera por la cual la castaña se encuentra aquí es porque, después de menos de dos semanas teniendo las "clases de confianza" ―aún no sé cómo llamarlas―, y de reunirnos en lugares públicos, ella hoy simplemente propuso venir aquí. Como si no fuera la gran cosa. Tal vez no lo sea, pero mi corazón acelerado grita lo contrario.
¡Por Dios! Jamás había traído a una chica al apartamento, ni siquiera para hacer algún trabajo de clase. Creo que es eso mismo lo que llevó a que mi primo mal interpretara las cosas, aunque bueno, él siempre mal piensa las cosas.
― Se ve agradable. Cómodo. Más limpio de lo que esperaba ― ríe suavemente, gira para enfrentarme ―, teniendo en cuenta que viven dos hombres.
― Digamos que nuestras madres siempre fueron amantes de la limpieza ― rasco mi nuca, porque evidentemente estoy nervioso ―. Algunas cosas no cambian ― me encojo de hombros.
― Supongo ― es todo lo que dice antes de volver a admirar su alrededor.
Sus pasos son agraciados y no teme en dar ningún paso hacia diferentes sectores de la habitación en donde nos encontramos, es decir la sala.
― En serio te gustan los videojuegos.
Al seguir su mirada sé que lo dedujo debido a la consola aun conectada al televisor.
― Sí.
― ¿Jugamos un poco? ― propone con una pequeña sonrisa traviesa.
¿Acaso eso que oí fue doble sentido? No, seguro fueron ideas mías.
Aclara mi garganta.
― ¿No vinimos a...ya sabes?
Su ceja derecha se eleva, noto como su sonrisa crece de lado, hay un brillo divertido en su mirada que finalmente me hace recaer en como sonaron mis palabras.
Internamente me golpeo repetidamente por mi estupidez.
― Es decir...yo, ehm. Me refería a las clases ― digo atropelladamente, sintiéndome cada vez más nerviosos. El calor en mis mejillas me hace saber que me he sonrojado.
Tal vez se haya sentido ofendida por mi insinuación inconsciente, que obviamente no hice. ¡Rayos! Incluso en mi cabeza soy un asco hablando.
― Te entendí. Tranquilo. ― Ladea su rostro ligeramente ―. ¿De qué crees que trata realmente todo esto?
― ¿De ayudarme a no comportarme tan idiota frente a las personas y hablar con ellas como alguien normal?
― ¿Se te dificulta hablar con chicos?
― No.
― ¿Se te dificulta hablar con chicas? ― esa sí no suena como una pregunta, pero igual la respondo.
― Sí ― musito.
― ¿Por qué? ― su mirada parece querer traspasarme, ver todo de mí.
― No lo sé. Nunca he sido bueno en ello ― suspiro con rendición ―. Supongo que le tengo miedo al rechazo.
― ¿Quién no? ― sonríe ligeramente ―. Está bien temer, Will. Lo que no está bien es que permitas que tus miedo te detengan a hacer lo que quieres.
― ¿Y si ese algo que quiero hacer no le gusta a la otra persona?
― ¿Y si sí le gusta? ― reta, elevando una ceja.
― No lo sé.
― Exacto. No lo sabes. Y no lo sabrás si no te arriesgas.
Medito sus palabras en medio del silencio que se forma a nuestro alrededor, mi mirada se pierde por unos segundos en mis pensamientos. Finalmente, suelto un suave suspiro.
― Tienes razón ― asiento, la miro ―. Quiero arriesgarme ― aseguro.
― Si es lo que quieres, entonces hazlo.
― No es tan fácil.
― Sí lo es ― refuta con convicción ―. A ver, ¿qué es lo que quieres hacer justo ahora? ― interroga sin borrar del todo su sonrisa característica de ella.
Eso sin duda me toma con la guardia baja.
― Ahmm...
― Will. ¿Qué es lo que quieres? ― reitera.
¿Qué es lo que quiero hacer?
Sus ojos rutilantes no se separan de los míos, su postura denota la seguridad que siente de ella misma, de quien es, y eso sin duda en atrayente. Ella es hermosa. Además, su sonrisa es algo que no puedes ni quieres dejar de ver. Vanessa deprende un aura tan atractiva que yo...
Oh, mierda.
― Yo...yo...
― ¿Tú...? ― me anima a seguir.
Yo quiero besarte.
― Yo...quiero enseñarte a jugar. En la consola ― suelto sin pensar. Y vaya idiotez que solté.
Me hago un fuerte facepalm interno.
Sus cejas se enarcan hacia arriba.
― ¿Quieres enseñarme a jugar? ― repite, claramente confundida con mi deseo ―. ¿Eso es lo que quieres hacer ahora? ― hay cierto deje de diversión en su voz, aunque la confusión en mayor.
― Sí ― murmuro, deseando sonar seguro. O que me trague la tierra. Cualquier de las dos cosas me funciona.
― Bien... ― alarga sus palabras, analizando la situación ―. Si eso quieres ― se encoge de hombros, y recupera su sonrisa ―. Enséñame, Will.
Soy un idiota. Un gran y monumental idiota.
Cualquier otro en mi situación hubiera aprovechado esta situación para hablarle de lo que siente con respecto a una chica tan hermosa como lo es Vanessa Wells. Pero yo en cambio, me trago mis palabras y le digo que quiero enseñarle a jugar en la jodida consola. Soy un grandísimo estúpido. Estoy seguro de que todos entrarían de acuerdo con no deducción, sobre todo Roman. Oh, él me asesinará cuando se entere.
― Okey ― murmuro.
― Okey.
¡Holaaaaa! Aquí otro capítulo de esta hermosa historia, y además les traigo una noticia...¡será una trilogía!
Ahora, me explico, para los que han leídos más de mis historias, sabrán que esta no es mi primer "historia corta" y que de hecho la anterior se conecta de cierta manera con esta (Vanessa aparece en la primera), es por ello que decidí hacer una especie de trilogía que he decidido llamar "Buenos Amores". Así que cuando terminen esta historia, no se desanimen, habrá otra más y con algunas apariciones de este par.
Entonces, en síntesis, la trilogía tendría como primera historia "Donde Estés", seguida de esta, y por última una más cuyo nombre ya tengo pero que no revelaré aún.
Sin más que agregar, ¡nos leemos, amores!
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Dejarse Llevar [Trilogía Buenos Amores #2]
Historia Corta― ¿Qué haces? ― Na-nada. ― Ajá, y yo nací ayer. Déjate de excusas, muñeco. Te atrapé. ― Por favor, no le digas nada a nadie. ― No lo haré...con una condición. ― ¿Cuál? ― Que salgas conmigo. ― ¿Qué?