Estoy muy feliz.
No. ¡Estoy jodidamente feliz!
Sí, con grosería incluida porque así me siento.
William Sanders es mi crush, y el que me deje estar cerca de él -sabiendo su fama como evasivo del sexo femenino-, me hace querer gritar de alegría. Sé que esto no empezó de la mejor manera, pues chantajear no lo es -es algo muy bajo-, pero si sale algo bueno de todo esto, por lo menos podré decir que valió la pena mi alocada acción pasada.
― Bien... ¿Cómo se supone que es esto?
Río, divertida por su uso de palabras.
Nos encontramos sentados en un pequeño parque que tiene la ciudad, lugar donde paganos vernos para comenzar esta tipo de "clase", por decirle así.
― Primero que nada, que te relajes. No voy a morderte, Will.
A no ser que quiera. Ojalá quisiera.
Su rostro se tiñe de un color rojizo mientras desvía su mirada.
¡Qué tierno!
Su suéter gris, pantalón negro y converse blanco, lo hacen ver muy adorable. ¡Dios! ¿Cómo este chico puede tener poca confianza? En tan...
― ¿Vanessa? ¿Estás bien? ¿Me escuchas?
Él pasa su mano frente a mi rostro, pestañeo varias veces hasta salir de mi estado de ensimismamiento.
― Ahmm... Sí. Sí ― asiento con mi cabeza ―. Estoy bien ― aclaro mi garganta ―. Entonces... ¿qué es...? ¿Qué es lo que sientes cuando hablas con una chica? ― formulo después de un torpe balbuceo.
Claramente no sabe que mi torpeza se debe a él.
― Pues... ― rasca suavemente su nuca ―. Nerviosismo, mayormente ― murmura al fin ―. Y no puedo evitar tartamudear. Mi corazón se acelera, comienzo a sudar, mis manos tiemblan y me cuesta respirar.
― Algo así como un ataque de pánico ― asiente. Medito mis siguientes palabras, bajo su atenta azulada mirada ―. ¿Y qué pasa conmigo? ― ladeo mi rostro.
― ¿Qué pasa contigo? ― reitera confundido.
― Soy una chica y estás hablándome.
― Y estoy muriendo de nervios por dentro.
Río suave, asiento.
― ¿Por qué?
― No lo sé. Creo que...creo que porque temo decir una estupidez y meter la pata ― explica en un murmullo.
― Temes que te humilles o te humillen ― traduzco sus palabras.
Asiente, reafirmando mi deducción.
― Sí.
― ¿Te cuento un secreto? ― vuelve a asentir ―. Todos lo hemos hecho alguna vez.
― ¿Tú también?
― ¡Por supuesto! Y obviamente no es una linda experiencia vivirlo, pero eso no debe ser un impedimento para seguir.
― Suena fácil... ― musita, bajando su mirada. Tomo su barbilla para devolver su mirada a la mía, lo veo tragar saliva.
― Lo es cuando entiendes que cometer errores es algo normal. No es algo que se pueda evitar. Al igual que sentir nervios. Al fin y al cabo, a todos nos gusta dar una buena impresión ― guiño un ojo ―. Pero el truco está en ser tú mismo, aceptarte tal y como eres ― sonrío ―. Y tú, Will, eres una buena persona. Créeme.
Aparto mi mano, sólo porque la sensación de su suave piel comienza a agradarme demasiado y no estoy segura de que no terminaré cometiendo una tontería.
― ¿Cómo lo sabes? ― pregunta, puedo ver la duda en él.
¿Por qué eres tan inseguro, Will?
― ¿Alguna vez has oído que los ojos son las ventanas del alma?
― Sí.
― Pues yo lo puedo ver. Te puedo ver. Y sé que era una buena persona.
Sonrío, no desvío mi mirada de la suya para que sepa que no miento. Para mi grata sorpresa, una pequeña sonrisa surca de entre sus labios. Y eso se siente como una victoria.
Poco a poco, Will. Poco a poco llegaré a ti.
―Bien. Primera lección comprendida ― dice con genuino entusiasmo ―. ¿Cuál es la siguiente?
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Dejarse Llevar [Trilogía Buenos Amores #2]
Kort verhaal― ¿Qué haces? ― Na-nada. ― Ajá, y yo nací ayer. Déjate de excusas, muñeco. Te atrapé. ― Por favor, no le digas nada a nadie. ― No lo haré...con una condición. ― ¿Cuál? ― Que salgas conmigo. ― ¿Qué?