Capítulo 6: Máscara de seguridad.

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Que tu tía llame a tu primo para que se vista de un héroe porque el hombre que contrató para la fiesta infantil de su hijo menor la estafó, es muy gracioso. Pero que ese primo a base de chantajes consiga que tú termines usando ese tonto disfraz en vez de él, no, no es gracioso. Ni un poco divertido. Empezando porque el traje era un par de tallas más grandes por lo que tuvimos que hacer varios arreglos con él con alfileres. Luego tuve que soportar cinco horas dentro de un horno propio siendo tironeado por niños de entre cuatro a siete años. Y cuando finalmente esa tortura acabó, el maldito traje no quiso salir de mí, se quedó atorado.

Ir por las calles en la noche en busca de un taxi con un traje del caballero de la noche me hizo ganarme muchas burlas, incluso algunas personas me tomaron fotos y vídeos, por lo que no dudo ser viral en las redes sociales. Lo bueno es que gracias a la máscara no sabrán quién en soy realmente. Eso lo agradecí internamente.

La cereza del pastel fue cuando de la nada comenzó a caer un diluvio. Tuve que resguardarme en una de las paradas de autobús cercana. Hubiera llamado a mi primo para que me buscara pero el maldito no contestaba mis llamadas; el muy descarado consiguió hacerle creer a su mamá que estaba enfermo pero de seguro se encontraba durmiendo tranquilamente como una morsa.

¡Maldito, Stevens!

Con familiares como él para qué quiero enemigos.

En fin, debajo de aquel escape de la lluvia jamás esperé encontrarme con Vanessa Wells. Un nudo se formó en mi estómago ante la idea de que me reconociera, aunque con la máscara era poco probable. Más rápidamente me di cuenta de la situación en la que se encontraba. No sé de dónde rayos conseguí las agallas para hablarle de esa forma a esos posibles criminales, pero lo bueno es que todo resultó bien, logré espantarlos señalando a una patrulla que se en contaba estacionado a unas cuadras enfrente, al lado de un bar o eso creo.

Cuando finalmente estuvimos solos, me sorprendí siendo el primero en hablar, pero es que por alguna razón me sentía más valiente. No, sí sabía perfectamente la razón. Era la máscara. Siendo consciente de que no podía lograr diferenciar quién era, me sentía más valiente. Ni siquiera tartamudeé una vez, lo que es un récord recordando que soy un asco cuando de hablar con chicas se trata.

Y como si el mundo se fuera a acabar, ¡Vanessa Wells me estaba coqueteando! Sé que lo hace porque no sabe quién en realidad se encuentra debajo del traje y la máscara, pero aun así no logro que el sentimiento en mi pecho se vaya.

Salgo de mis cavilaciones en el momento en que detecto un movimiento de su parte. La observo levantarse de su asiento, con su pequeño bolso de cuero sujeto en su mano izquierda y una sonrisa ligera en su rostro. Entonces, sin previo aviso, comienza a acercarse a pasos lentos hasta mí. Mi corazón comienza a martillar de forma alocada contra mi pecho y por un momento temo que mi falsa seguridad se vaya al retrete.

― ¿En serio no me dirás quién eres? ― pregunta algo bajo, y entrecierra sus ojos levemente, mirándome con suma atención.

― N-no.

Maldigo internamente por el flaqueo en mi voz.

Sus ojos parecen adquirir un brillo de reconocimiento. Por un instante llego a creer que me ha reconocido, pero al ver como sacude su cabeza, como si desechara una idea, lo declino. Nuevamente logro respirar con normalidad, entre lo que cabe. Pero esto no dura mucho.

Veo como eleva sus manos a los lados de mi rostro, más no intenta nada, las deja ahí suspendidas, sus ojos no dejan de mirar los míos en ningún momento. Nos encontramos a menos de medio metro y no sé cómo reaccionar. Mi mente está en blanco. Estoy shockeado ante su cercanía. Su aroma me envuelve y me paraliza cual hechizo. Supongo que toma mi inercia y silencio como una señal para seguir porque termina de colocar sus manos sobre la máscara.

¡Rayos!

En mi cabeza finalmente empiezan a sonar las sirenas de advertencia, aun así no consigo moverme. Mentalmente me regaño por ser tan débil ante la presencia de una simple chica, pero también me digo que no se me puede culpar.

Mi cuerpo se tensa inevitablemente cuando comienza a levantar la máscara de Batman que cubre mi rostro de forma estratégica ―es estilo casco hasta la mitad de mi rostro, pero la parte delantera sí es completa, exceptuando por los orificios de mis ojos y mi boca―.Retengo mi respiración sabiendo lo que vendrá. Seguro su expresión será de decepción al ver que se trata de mí y no de alguien más. Estoy realmente tentado a detenerla, pero no tengo que hacerlo porque se detiene justo cuando el final de la máscara roza mi nariz. Entonces, en ese momento de oscuridad donde parte de la máscara no me deja ver, siento un leve mareo al reconocer el tacto de unos labios sobre mi mejilla derecha.

Si mi corazón no se había salido de mi pecho antes, justo ahora acaba de volar a la Luna.

Regresa la mascara a su lugar, cubriendo nuevamente bien mi rostro. El mareo se acentúa al volver a divisar sus ojos y su pequeña sonrisa dibujada en sus labios. Labios que me acaban de besar. Puedo sentir mi rostro arder. Unos segundos después logro recordar que se me olvidó respirar como una persona normal. Suelto el aire retenido en mis pulmones sintiendo como el mareo se disipa. Veo como su sonrisa se agranda, como si hubiera notado mi reacción, pero en lo único que puedo pensar es en el cosquilleo que dejaron sus labios sobre la piel de mi mejilla.

― Gracias, desconocido enmascarado. Créeme que nunca olvidaré esto ― dice en un murmullo antes de dar un paso atrás, dándome espacio, pero sin borrar su sonrisa.

Aclaro mi garganta, queriéndome asegurar de que ésta no temblará cuando intente hablar. Cuando al fin logro conectar de nuevo los cables en mi cabeza, gesticulo un bajo "de nada".

Lo observo llevar su mirada a la carretera con ojos entrecerrados, es entonces que noto que la lluvia a cesado gradualmente. Un taxi pasa cerca, ella es lo suficientemente rápida para detenerlo estirando su mano hacia él. El auto amarillo se estaciona justo enfrente a nosotros. Regresa su mirada hacia mí.

― Adiós, desconocido enmascarado ― se despide, asintiendo con cortesía y cierta diversión en el gesto.

― Adiós, damisela en apuros ― digo de la misma manera.

La veo esbozar una última sonrisa antes de que se dirija hacia el taxi y se adentre en él. Segundos después, el vehículo se pierde de mi campo de visión.

Suelto un suspiro, sin poder creer todo lo ocurrido.

¡Rayos! Cuando se lo cuente a Roman de seguro creerá que le estoy tomando el pelo.

No sé en qué momento sucedió, pero una sonrisa se dibuja en mis labios. Llevo mi mano en la zona donde me besó, aunque lo único que logro tocar es la máscara. Al pensar en esto último, una risa trepa por mi garganta. Y no me importa si alguien me ve y le parezco loco, la verdad es que estoy muy feliz. Jodidamente feliz.

Ella me aseguró que nunca olvidaría este suceso, y no sé si sea verdad, pero de lo que sí estoy seguro es que yo sin duda nunca olvidaré esta noche.





Otro cap de este maratón y este quiero dedicárselo a mi querida dulzura con centro agrio ¡mi Gia! Te quiero, G <3

Dejarse Llevar [Trilogía Buenos Amores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora