Capítulo IV

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-Samael, suéltala- dijo el hombre viejo.


Samael relajó el agarre, entonces yo aproveché para escabullirme de él. Rápidamente me acerqué a Fede. Estaba sangrando por la nariz. No era nada grave, en los entrenamientos siempre acabábamos con pequeñas fisuras como estas. El odio estaba reflejado en sus ojos. Lo vi acercarse a Samael, pero le agarré de la muñeca antes de que pudiera hacerle nada,  él seguía teniendo mi cuchillo.


-Iros ahora mismo de aquí- dijo Fede mientras se limpiaba la cara con la camiseta- No voy a permitir que unos demonios pisen el instituto.


-No somos demonios, somos cazadores de sombras como vosotros. Y también somos los enviados de la Clave, así que ahora las ordenes las daremos nosotros.- dijo la chica,  Alouqua. Fede y yo nos miramos, había que llegar a un acuerdo.


- Sed bienvenidos


Jung les estaba enseñando el instituto, mientras que Fede y yo estábamos en nuestra sala de operaciones en la que tomábamos las decisiones importante: la cocina. Ya habíamos comprobado que era verdad lo que decían. Sí eran enviados de la Clave, y sí serían los que administrarían ahora el instituto. Necesitábamos pensar algo que les hiciera marcharse. Con su llegada la cosa volvería a la normalidad. A la normalidad sin Idara. Y si eso sucedía nosotros ya no podríamos seguir buscándola. Ya nos lo habían dicho los padres de Fede. En el momento en el que viniera la Clave la investigación nos dejaría al margen completamente, incluso algunos podríamos ser sospechosos. Emanuel apareció por la puerta ya con su pijama puesto, en ese momento Fede y yo nos dimos cuenta. Con los nervios aún no habíamos cenado, ni nosotros ni los demás y ya iban a ser las 11:30.


-Cici tengo hambre- dijo Emanuel mientras se acercaba a mi y me abrazaba a la altura de mi cadera. Él siempre me llamaba "Cici"


Miré a Fede, lo que menos necesitábamos ahora es que los enviados de Idris pensaran que no éramos capaces de dar de cenar a 9 personas.


-¿Sabes qué vamos a hacer? Ahora Fede va a preparar unos sandwiches y os los va a subir a las habitaciones. No llaméis la atención de las visitas ¿Lo comprendes?- dijo agachándome a su altura. Él únicamente asintió con una sonrisa y subió corriendo las escaleras


Ya habíamos terminado de "hacer la cena" ahora Fede estaba llevándola a cada habitación. Yo estaba buscando a Jung y a nuestros "invitados". Ya había recorrido gran parte del edificio pero no había ni rastro de ellos. De repente, al fondo del pasillo vi a Jung


-¿Dónde están?¿Qué tal ha ido?-pregunté acercándome a él


-Ya están en sus habitaciones. No han querido ver todo el edificio. Solo la biblioteca y el despacho de tu tía.


Yo asentí con la cabeza y me despedí de él con una sonrisa. Él hizo lo mismo. Me dirigí a mi habitación decidida a darme un baño. Había sido un largo día. Pero en el momento en el que iba a abrí la puerta oí voces en la habitación de al lado. Normalmente ahí no había nadie. La habitación que estaba mas cerca era la de Fede, y aun estaba al fondo el pasillo. Me acerqué a la puerta y apoyé mi cabeza para poder oír mejor. No conseguía entender nada. Unicamente palabras sueltas. Sabía que eran los hermanos Ravenscar. Aunque no los conocía de mucho ya podía distinguir sus voces. En ese momento abrieron la puerta. Ambos se quedaron mirándome preguntándose qué hacia ahí. Yo hice lo único que podía hacer. Poner mi mejor sonrisa e inventarme una excusa.


-¿Q-Quereis algo de cenar?- pregunté mientras volvía a mi posición natural.


Ambos se quedaron mirándome y no dijeron nada. No se lo habían creído. Alouqua salió de la habitación y sin decir nada se fue. Yo intenté hacer lo mismo, pero en el momento en el que abandoné la habitación sentí que alguien me seguía. Intenté cerrar la puerta lo antes posible pero Samael se me adelantó y se coló en mi habitación. Yo me senté en la cama y empecé a desatarme los cordones de las deportivas. Él también se sentó, pero en mi tocador y empezó a jugar con un cuaderno con notas que tenía ahí. Lo había usado para estudiar el último examen de runas que habíamos hecho. La runa de agilidad se me atragantaba.


-¿Cuántas veces se había ido tu tía antes?- Preguntó sin levantar la vista de los dibujos


-Mi tía nunca se ha ido-respondí sin mirarle. Era lo mejor. Si les decía que no era la primera vez dejarían de buscarla pensando que se había ido por voluntad propia. Pero no era así, esta vez no.


-No mientas-dijo firme haciendo contacto visual. Sus ojos azules eran únicos. Parecía que te analizaban en todo momento- Antes de venir aquí hemos hablado con otros nefilim de la ciudad y todos coinciden en lo mismo. Idara estaba sobrepasando los limites con los subterráneos. En especial con uno. ¿Te suena Gianni Miniham?


Mis manos empezaron a sudar.


-Sí, como a toda la ciudad. No sabía que comprar ropa fuera contra los acuerdos.- dije mientras me levantaba de golpe y le plantaba cara

Él también se levantó- Tu tía hacia algo más que comprar ropa. Y creemos que ha podido filtrar algún tipo de información privada.- dijo a escasos 30 centímetros de mí. Era muy alto. Yo no era una chica baja de estatura, aun así él me sacaba una cabeza.


-¿Más preguntas?-dije lo mas digna que pude


-No. Mañana a las 10 en la puerta. Vamos a hacerle una visita a Gianni.

Cazadores de LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora