Capítulo XIII

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Samael corria escaleras abajo. Sus pequeños rizos rubios se movían con rapidez. En pocos segundos llegó a nuestro lado. Se apresuró a coger el sobre pero yo se lo impedí

- Tengo que irme - susurró Gianni mirando fijamente a Samael - Chiara, lo siento - dicho esto Gianni desapareció con un sutil toque de su mano. Yo me quedé petrificada, miré el sobre y después a Samael. Mis manos comenzaron a temblar, la realidad se me caía encima. Sabia que dentro de ese sobre no había buenas noticias, y no esta preparada. No estaba preparada para la realidad que los Ravenscar y la Clave ya habían asumido

- Dame el sobre - ordenó Samael estirando la mano en mi dirección, yo retrocedí para impedirle que lo cogiera

- No

- Chiara, dame el sobre - Su rostro estaba tenso. Cerró su mano en un puño. Mis ojos viajaron más allá de él, al lugar donde se encontraba la dríade

- Nos están observando - susurré mirando a Samael - Tenemos que salir de aquí

Caminamos tranquilos para no llamar la atención del hada. Ni Samael ni yo dijimos nada, simplemente intentábamos buscar una salida de los jardines. Seguimos un pequeño sendero entre los arboles, no había restos de mundanos, el sol estaba saliendo. Agarré con más fuerza el sobre que me había dado Gianni. Quizá el hada quería robarnos la información que poseía. No lo permitiría, en ese sobre estaba escrito mi futuro, y si yo no lo abría no lo abriría nadie. No sabia que hacer, si lo llevaba encima me arriesgaba a que me lo quitaran. 

El sendero se acabó. En frente se levantaba un enorme laberinto. Eché un rápido vistazo a mi alrededor. Los viejos robles nos rodeaban, no teníamos opción. Nos acercamos a la entrada del laberinto. Un arco tallado nos daba la bienvenida. No conseguía descifrar que significaban los símbolos que había allí. Mientras Samael observaba la piedra yo miré a un lado. Un viejo banco de piedra lleno de musgo se encontraba a nuestro lado. Eché un rápido vistazo a Samael, él seguía mirando hacia el arco. Era el momento perfecto, saqué el sobre de mi chaqueta y lo doblé como pude. Sigilosamente me agaché e introduje el papel detrás de una de las patas del banco. Samael se giró en el mismo momento en el que me levanté 

- ¿Ocurre algo? - preguntó mirándome, yo negué - Vamos a entrar - dijo mientras daba un paso hacia en laberinto

- Es peligroso. Ni siquiera sabemos si hay salida - exclamé agarrándole del brazo

- No tenemos mas opciones - dijo haciendo caso omiso 

- Siempre hay otra opción - susurré recitando aquellas palabras que siempre retumbaban en mi mente

Llevábamos varios minutos buscando una salida. Cada vez nos adentrábamos más en el laberinto. Los setos altos nos impedían ver incluso el sol. Ni Samael ni yo llevábamos armas, estábamos totalmente desprotegidos, cada minuto que pasaba me sentía más desesperada. Alguien andaba cerca de nosotros. Aceleramos el paso. La vegetación era cada vez más frondosa, ya no había hierba en el suelo, en su lugar unas grandes placas de piedra. El sonido de agua inundó el vacío, Samael me miró sin entender bien que ocurría

- No nos separemos 

El sonido cada vez era más fuerte, nuestra velocidad disminuyó. A penas podíamos ver con claridad, era como si en sol se hubiera ocultado, como si hubiera dejado de salir. Ademas no teníamos estela, éramos como unos simples mundanos

- No me está gustando esto - susurró Samael parándose en seco - Será mejor que demos la vuelta

Pero un estruendo nos paralizó. Lentamente nos giramos hacia el lugar por el que habíamos venido. Una gran pared de piedra se levantó, rápidamente corrimos hacia ella, pero fue inútil. Ya estábamos encerrados. Samael empezó a golpear el muro con frustración

- Joder, joder... - exclamó con fuerza

- Es inútil, solo nos queda seguir y encontrar la forma de salir - dije frustrada apoyándome en la pared

- Alguien se nos ha adelantado - susurró Samael mirando para el frente. Mi vista lo siguió. Al fondo del camino había una luz, la silueta de alguien iluminaba la oscuridad. Y aunque no podíamos reconocer quién era sabíamos que no era nada bueno. Un pinchazo en el cuello me sumergió en un profundo sueño


Mis párpados se sentían pesados. El sonido invadió mis oídos. No sabia dónde me encontraba, pero el ruido era escandaloso, había mucho bullicio. Las notas musicales invadieron mi cuerpo, las risas y cantos me hicieron reaccionar con rapidez. Abrí los ojos como pude. Me encontraba tumbada sobre un hermoso colchón de seda, pero estaba en movimiento. Miré hacia abajo. Cuatro hadas, todas vestidas de la misma forma y muy parecidas entre ellas cargaban con el diván en el que me encontraban, caminaban con paso firme y sin articular una sola palabra. El miedo me invadió, miré a mi alrededor intentando reconocer algo, pero apenas podía ver nada. Nos encontrábamos en un oscuro pasillo y nos dirigimos hacia un punto de luz, de donde provenía la música y las voces. Me revolví en el colchón en busca de Samael. Mi ansiedad disminuyó cuando lo observé aun con los ojos cerrados a mi lado. Su rostro estaba totalmente relajado, de haber estado en otra situación me hubiera quedado observándolo por horas. Sus gruesos labios ligeramente abiertos y sus largas pestañas. Sus alborotados rizos tapando parte de su cara

- Despierta. Estamos en problemas - susurré tocando su cara con ternura, él se revolvió y abrió lentamente los ojos

- ¿Qué ocurre? ¿Dónde estamos? - preguntó con la voz adormilada mientras se frotaba los ojos e intentaba incorporarse

- No lo sé, pero una cosa la tengo clara. Estamos rodeados de hadas

- Estamos en la Corte Seelie - susurró Samael anonadado mientras observábamos lo más bello que habíamos visto en nuestra vida

Cazadores de LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora