Capítulo VIII

12 1 0
                                    

-Espera, antes deberíamos hacernos algunas marcas. No sabemos a quién nos podemos encontrar. - dije mirando fijamente los colmillos de los vampiros reluciendo bajo las luces de neón


- Tienes razón. Sígueme


Andamos unos 20 metros y nos acercamos a una puerta que daba a las escaleras de emergencia. La abrimos y nos metimos dentro. Aquí la luz era más clara, perfecto para dibujar las runas.


-Levántate la camiseta-dije mientras sacaba mi estela. Él hizo lo que le pedí. En su pecho ya había bastantes runas permanentes. Empecé a trazar una runa de exactitud en la parte interna de brazo. Cuanto más cerca estaban del corazón más útiles eran. Miré su pecho - No sabía que tenías una runa de luto ¿Por quién es?-pregunté con tacto. Los cazadores que tenían este tipo de runas era porque habían perdido a alguien muy importante para ellos. Su cuerpo se endureció bajo la leve presión de la estela



-Por mi madre. Murió de manera trágica-dijo con voz clara.


-Mis padres también murieron-dije mirándolo a los ojos en busca de empatía - Esta ya está. Voy a hacerte otra de fuerza.-dije mientras me arrodillaba y apoyaba la estela en su abdomen.Soltó un pequeño gemido. Esta zona era bastante dolorosa. Cuando terminé me puse de pie.


-Ahora bájate el vestido - dictó serio mientras me arrebataba la estela de las manos


-¿Cómo?-pregunté. No sabía qué decir. Después de unos segundos lo entendí


-Que te bajes en vestido para que te pueda hacer las runas-dijo Samael ya con mi estela en su mano


-Ah, sí, sí. Claro- dije titubeando. Me giré para darle la espada y abrí un poco más la cremallera delantera del vestido. Por suerte tenía bastante escote y me pude quitar los tirantes dejando mi espalda al descubierto.


-Bien, voy a empezar


-Bien


La estela empezó a recorrer una parte de mi espalda. Su trazo era lento y cuidadoso. Cosa que agradecía. Normalmente solo dejaba que Fede me hiciera runas.


-Pensé que Federico era tu parabatai- dijo Samael mientras seguía trazando la marca


-No, no tengo. Y por tu bien dejaría de llamarlo Federico. Lo odia- dije volviendo a la conversación


-Entonces sois pareja- afirmó Samael


Yo solo reí- No, Fede y yo somos como hermanos


Él soltó una carcajada.- Ya. Quizá deberías dejárselo más claro. En Idris nos han dicho que  estabais comprometidos.


-¿Qué?- yo me giré para mirarlo. Al ver su cara me di cuenta. Seguía con el vestido bajado y le estaba enseñando todas las tetas. Rápidamente me volví a girar


-No te preocupes, son bonitas. Ademas ya había terminado-dijo riéndose. Yo solté un bufido y me volví a colocar bien el vestido


-¿Por qué te han dicho que nos íbamos a casar?-pregunté ya girándome vestida


-Eso se lo tendrás que preguntar a la Clave, a Fede o a sus padres - dijo levantando los hombros- Ahora por favor, vamos a por algo de beber. Va a ser una noche larga


Salimos de nuevo a la pista. Decidimos subir al segundo piso y ya pedir allí algo de beber. En un par de minutos llegamos a la barra


-Hola, dos submarinos-dijo Samael a un camarero para después darle el dinero en billetes


-No deberíamos beber si estamos en mitad de una misión-dije acercándome más a la barra


-Cuando conozcas a Ademia lo entenderás-dijo riendo. Tenía una sonrisa muy bonita. Creo que en estos días no lo había visto reírse tanto como esta noche. En ese momento llegaron nuestras copas-¿Has bebido alguna vez?-preguntó


Yo lo miré y me empecé reír. Sin decir nada le di un largo trago a la copa mientras él me observaba atentamente. Sí que había bebido antes. Alguna vez, cuando había muchos estudiantes en el instituto solíamos salir por el centro de la ciudad alguna noche. Pero esta bebida era mucho más fuerte que todo lo que había probado antes.


Cuando terminé mi trago miré la copa. Quedaba menos de la mitad


-Ya veo. -dijo Samael riendo- Pero te aconsejo que no lo bebas muy rápido. Es algo fuerte.-y después de esto dio su primer y único trago a la copa ya que se la terminó.


Nos dirigimos a la zona de sofás. Mientras yo me terminaba la copa a Samael lo habían invitado un grupo de chicas a varias rondas de chupitos. Las ultimas dos me las había regalado a mí. No era algo raro. Era un chico muy atractivo. Estaba segura de que no era la primera vez que lo invitaban. De repente nos paramos.


Una mujer. Pelo corto y rosa palo, con los ojos rasgados se acercó a nosotros. Era una bruja. Iba vestida con un vestido dorado y negro que le llegaba hasta los pies. Aparentaba alrededor de los 25 años. Pero era evidente que tenía muchos mas. De su cuello colgaban varios collares con símbolos. Ella era la famosa Ademia.


Entonces ocurrió algo que no me esperaba. La bruja se colocó en frente de Samael y posó su boca en la del chico. Por parte de ella el beso estaba siendo apasionado. Él en cambio, estaba petrificado. En pocos segundo se separó y Samael me miró


-Venid y sentaos


Llevábamos unos minutos sentados en el sofá. Ademia se había sentado en el medio. A su alrededor una decena de personas que bailaban y se divertían. Parecía que la adorasen. En el centro una mesa. Había algunos vasos, pero estaba segura de que no eran alcohol como el de los mundanos. 


-Necesitamos tu ayuda- dijo Samael.- La directora del instituto ha desaparecido. Creemos que últimamente tenia contacto con subterráneos. Ya sabes, asuntos complicados.


-Idara, sí. Ya me habían comentado que no sabían de su paradero. Dudo que algún subterráneo le haya hecho algo. Tu tía era bastante quería-dijo fijando la mirada en mi.-Ahora, no me hagáis el feo y tomaros algo conmigo. Ya tendremos tiempo para hablar más adelante, la noche es muy larga.-Su mirada seguía fija en mí. Sus ojos eran negros completamente y sus labios estaban pitados también de negro. Era bastante guapa. Tenía una belleza muy sensual.


Cogió una pequeña botellita de la mesa. Se la tendió a Samael, él la miró para después darle un trago. Después me la pasó a mí. Yo hice lo mismo ante la atenta mirada de ambos. Y por ultimo bebió ella un poco.


-Eres una joven muy bella, Chiara- dijo poniendo su mano en mi mejilla. Yo no podía dejar de mirarla. Sus ojos me habían atrapado. Su mano empezó a descender por mi escote llegando a la cremallera que unía las dos partes de mi vestido.


-Ya vale Ademia.-dijo Samael agarrándola de la mano que jugaba con mi cremallera








-

Cazadores de LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora