Segunda parte.

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Jennie veía a Jisoo y a Roseanne besarse con demasiada pasión, la misma pasión con la que ella quisiera besar a alguien. Cuando pensaba en alguien ya no pensaba en Ryan Reynolds o en Josh Duhamel, sino más bien sólo el nombre Lalisa Manoban le pasaba por la cabeza. Veía cómo Roseanne se desvivía por Jisoo. Ella era tan guapa por sí sola que hasta Jennie la consideraba guapa, primera pareja de Jisoo a la que consideraba "extremadamente out of this world y sensacionalmente guapa".

Roseanne era alta y delgada, siempre vestía prendas elegantes con tal desdén que la hacía ver sexy y hasta despertaba la curiosidad de cualquiera que estuviera presente en el mismo lugar que ella. Cabello casi rubio y significativamente largo, lo suficiente como para peinarlo pulcramente. Piel blanca, ojos café claro como la miel, nariz recta y un tanto redonda, con una mirada misteriosa que la hacía ver aún más interesante. Tenía manos delgadas y largas, pero fuertes, parecía que Jisoo podía quebrarse entre sus brazos. Tenían sexo de todo tipo: como bestias y como un par de enamoradas. Habían decidido no vivir juntas para permitir la sobrevivencia de sus vaginas y mantener el deseo, mientras decidían casarse, demasiado despierto.

—Te noto pensativa, Jen, ¿todo bien? —gritó Jisoo a su oído por el ruido de la música.

—Vamos afuera, hay mucho ruido aquí —gritó de regreso, tomándola de la mano y dirigiéndose hacia afuera.

—Parece que alguien necesita un abrazo —Jisoo encendió un cigarrillo e inhaló una vez, luego se lo dio a Jennie. Nuestra arquitecta se dejó abrazar, ya necesitaba uno de esos, uno de los que sólo Jisoo sabía darle cuando más lo necesitaba, de esos que sólo su mamá había podido superar, sí, Jennie sufría todo el tiempo de nostalgia, y es que Jennie no era de piedra—. Ahora sí, déjame limpiarte esa lágrima y cuéntame lo que pasa, estaré aquí sin importar qué, ¿entendido?

—Jisoo, ¿alguna vez has pensado en qué pasaría si Roseanne te dejara?

—Oh, estamos hablando de grandes ligas entonces, aquí vamos.

—O sea, no puedo describir ni imaginarme lo mucho que la adoras, pero si te llegara a dejar, después de tu depresión, o en medio de tu furia, ¿considerarías reemplazarlo con otra persona?

— ¿Persona? Vamos, Jen, sólo dilo.

—No me hagas decirlo cuando ya sabes a lo que me refiero.

—Jen, tienes que estar cómoda con ello, sólo dilo y se te quitará un peso enorme de encima.

— ¿Considerarías a otra mujer? Quiero decir, Roseanne es la primera y—

—Jennie Ruby Kim Peccorini, ¿quién es la que te está causando esa inseguridad?

—Vamos, no es como si haya alguien, sólo pregunto.

—Y yo me chupo el dedo...

—Pues —rio— de que te lo chupas, te lo chupas.

—Eres una asquerosa... —rio Jisoo, arrojando la colilla de su cigarrillo al suelo y pateándola—. No sé si me estaría pasando de la línea de la confianza aquí, pero me permito opinar al respecto, y digo dos puntos: tu relación con Fred, si es que se le puede llamar relación, es más dañina que el cáncer, presiento que debe ser una mujer muy, pero muy indescriptiblemente despampanante para que te haga considerarlo, ¿sabes si a ella le interesas? No respondas todavía, el punto es que... vivimos en el siglo XXI, en donde hombres bailan con hombres, mujeres con mujeres, mujer y hombre viven juntos sin haberse casado, sólo el 19% de las mujeres pop-culture llegan vírgenes al matrimonio, y bueno. Vamos, Jennie, ya no estamos en la era de piedra, tú y sólo tú puedes juzgar lo que haces, ¿quieres tener un poco de diversión? Para eso existe una fila de chicos que conozco que estarían dispuestos a tener una cita contigo, pruébalos. ¿Quieres experimentar otros aspectos de la vida? No te metas en las drogas, métete con otras personas nada más, métete a yoga, a algo, no sé. ¿Quieres tener una aventura? Pues, tu compañera de trabajo está como Dios manda y, por tu expresión, supongo que de ella hablamos, la tal licenciada Papazoglakis, ¿no?

Arquitectura  → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora