Prólogo

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Una imponente loba se erguía con el pelaje blanco bañado por la luz de la luna llena frente a un hombre enjuto y patético, que no paraba de gemir:

-Yo soy el presidente del gobierno, ¡no puedes hacerme daño!

-¡Cállate! Eso lo decidiré yo. Y más te valdría mostrar un poco más de dignidad ante la muerte-gruñó la loba, con voz profunda.

-Por favor, haré todo lo que tu quieras...-lloriqueó el hombre- Te ayudaré a subir a la cumbre para que...

-No te necesito más, estúpido-la loba le silenció de un zarpazo, para siempre. El cuerpo del hombre cayó al suelo estrepitosamente, manando sangre. La gran loba blanca se alimentó del cuerpo inerte que yacía delante suyo y luego se dispuso a marcharse, pero una voz lo frenó:

-Ilya.

-Naia.

-¿De quién se trata esta vez?

-El presidente.

-Oh, vaya. Oscar, ven, por favor.

En un abrir y cerrar de ojos, tres lobos (dos de pelaje oscuro y uno de blanco impoluto) se enzarzaron en una pelea sangrienta. Oscar y Naia se lanzaron al cuello de Ilya, pero  ésta, que estaba preparada y además los superaba en tamaño y fuerza, los embistió, derribándolos junto a la calzada. Justo cuando caía, Oscar consiguió herir a Ilya en una pata, pero eso no pareció frenar a la loba blanca. Los tres volvieron a saltar por los aires y se pusieron en posición de ataque cuando Ilya preguntó:

-¿Dónde está John?-. Entre jadeos, Oscar contestó:

-Ha muerto.

Naia, viendo una buena oportunidad de atacar por sorpresa, lanzó un zarpazo a ciegas y alcanzó la garra de Ilya, haciéndola enfadar tremendamente. Furibunda, la loba blanca se echó encima de Naia, dispuesta a matarla, pero, en el último momento, una sombra negra como el carbón se lanzó encima suyo y la immobilizó. Una vez quedó el escenario quieto, Ilya miró con desconcierto al lobo negro que la apresaba. Era tres veces más pequeño que ella, del tamaño de un lobo normal, pero su fuerza y agilidad eran demasiado altas para tratarse de un animal corriente; incluso podían compararse con las suyas propias. Por otro lado, Ilya nunca havía visto un lobo tan negro en el clan de licántropos enemigo. Además, tenía los ojos de un gris imposible; parecían tallados en plata. Desconcertada, se preguntó si Oscar, Naia y los demás miembros de la Mafia Licantrópica habían encontrado a su salvador, tan presente en los libros heredados del Gran Lupus. Curiosa, preguntó:

-¿Quién demonios eres tú?-. El lobo negro clavó sus colmillos en el cuello de Ilya, provocándole una descarga eléctrica en todo el cuerpo que la dejó tumbada en el suelo

-Soy Alyson. Alyson Fosch.

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¡Hola! Soy Gataca y este es el primer capítulo de la segunda parte de Caperucita, me debes un favor. Sé que es muy cortito, pero es como una introducción y pronto habrán capítulos más largos.

Caperucita FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora