Capítulo Uno (4)

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Así que ese era Gabriel.

Renato lo observó mientras hablaba con una chica que aparentemente ya conocía. Él no conocía a nadie además que a Agustín. Y a Gabriel.

Bueno, realmente no conocía a Gabriel. No era del todo correcto. Pero Renato sentía que sí lo conocía, probablemente porque la suya era la única cara entre los invitados de Agustín que no le era completamente desconocida. Había visto la cara de Gabriel antes, incluso aunque sólo hubiera sido en imágenes.

Fausto lo apreciaba. Eso era lo que Renato sabía sobre Gabriel. Cada vez que Fausto iba a Capital por negocios o de vacaciones, siempre le contaba a que se había juntado con él. Se habían conocido en la facultad, y al parecer, habían pegado onda de inmediato. Todavía no estaba seguro de cómo se habían conocido exactamente, con Gabriel estudiando derecho y Fausto diseño, pero pensó que tendrían algunos conocidos en común.

Gabriel se rió de algo que dijo la chica y se llevó la botella que tenía en la mano a la boca, bebiendo de ella. Renato se preguntó por qué exactamente se sentía atraído por eso. No podía recordar haberse sentido atraído por ese gesto con ningún otro hombre.

Otra cosa que se preguntaba era si debía decirle a Gabriel que hoy no era la primera vez que se conocían. Le tomó un segundo, pero Renato había reconocido que era el chico que la semana pasada había estado en esa terrible cita en su restaurante. No había lo reconocido en ese entonces, principalmente por el traje. Hoy se veía mucho más como en las fotos de Fausto. Jeans oscuros, un sweater con una camisa que se asomaba por su cuello y unas zapatillas cancheras.

De alguna manera, la reacción de que tuvo antes le dijo a Renato que probablemente no debería hacerlo. Había parecido un nene atrapado haciendo una travesura cuando Renato le había dicho que lo conocía. De todos modos, contarle no era la gran cosa.

"Che, ¿quién hizo estos bocaditos?" Preguntó la chica con la que Gabriel estaba hablando, mirando alrededor.

Probablemente había diez o doce personas reunidas en el pequeño apartamento, todas prestándole atención. Renato inmediatamente se sintió chiquito, sin saber si tenía cosas buenas o malas para decir de su comida.

"Es todo obra de Renato," dijo Agustín, poniendo un brazo alrededor de sus hombros. "Es el chef más increíble del barrio."

La chica sonrió. "Es lo mejor que comí en mi vida. ¿Qué es?"

Renato se encogió de hombros. "Es bastante simple, en realidad. Masa de hojaldre rellena de rúcula, jamón crudo y queso crema con tomate secos."

"Muy simple," repitió la chica. "¿Te casarías conmigo?"

"Probablemente deberían tener una cita primero," comentó Agustín.

Gabriel se rió secamente. "Las citas están completamente sobrevaloradas."

"Vos sí que sabés." Agustín arrastró a Renato mientras se unía a Gabriel y a la chica cuyo nombre todavía no sabía. "Les digo más, Gabi estuvo en la peor cita de la historia de las citas la semana pasada."

Renato miró a Gabriel, viéndolo sonrojarse. Agustín no estaba equivocado.

"¿Es así?" Preguntó la chica. Tenía el pelo largo, rubio y un arito en la nariz. "¿Que pasó?"

"Tengo que admitir que fue en parte culpa mía." Le dio un codazo a Gabriel, y finalmente soltó a Renato. "Lo puse en contacto con el chico. Resulta que es un completo idiota. Fueron a un restaurante de lujo y todo, viste, elegante. El chabón no deja que Gabi pida su propia comida, y cuando llegan los platos, exige hablar con el chef para quejarse. Todo un lío."

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora