Capítulo Cinco (3)

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Le llevó a Renato casi cuatro días para finalmente poder desempacar todo lo que había traído de su departamento. Había dejado las cajas en la habitación de invitados, pero aparte de cuando se iba a vestir, no pasaba mucho tiempo ahí.

Sin embargo, necesitaba ropa interior nueva, así que ya era hora de desempacar.

Vivir con Gabriel no tenía grandes complicaciones. Nunca se metían en el camino del otro por el tema de que apenas estaban en casa al mismo tiempo. El rizado empezaba a trabajar temprano y volvía tarde a casa. Renato entraba a trabajar tarde y volvía a casa incluso más tarde que Gabriel la mayoría de las noches. A veces traía comida del restaurante y cenaban juntos frente a la tele.

Otras noches, el castaño se preparaba para acostarse y se deslizaba junto al él en silencio, para no despertarlo. No había habido una sola noche en la que Renato hubiera dormido en la habitación de invitados desde esa noche en el bar.

Cuando la alarma de Gabriel sonaba a la mañana, Renato siempre se despertaba enredado a él de alguna manera. Era la única forma en la que se tocaban. Se dormían abrazados, y cuando se despertaban, el rizado besaba la cabeza o el hombro de su chico antes de salir de la cama y dedicarse a sus asuntos.

Renato se preguntaba si sería así si verdad vivieran juntos y fueran una pareja real, también. Imaginó que no funcionaría de esa manera, y que ambos tendrían que cambiar parte de su rutina para hacerse un espacio y tiempo para el otro.

Frunciendo el ceño para sí mismo, el castaño colgó algunas camperas en perchas. Se la pasaba pensando en eso últimamente. Si estuvieran juntos... cuando salieran en serio... Esos pensamientos se metían en su cabeza, estableciendo la idea de que esto no era nada temporal.

No había ninguna duda sobre lo que Gabriel quería. Podía ver la forma en que lo miraba a veces. Cuando salían con amigos y bromeaban, él a menudo se olvidaba y su mano se apoyaba en el muslo de Renato, o hacía un comentario sobre algo que era típico de suyo antes de volver a la realidad. Cuando miraban la tele por la noche, Gabriel solía quedarse dormido primero y su cuerpo se curvaba instintivamente contra el de Renato.

Gabriel mostraba estar pendiente de Renato, más de lo que jamás admitiría en voz alta.

A él le gustaba la esa sensación. Le gustaba saber que el chico lo necesitaba tanto como él. Gabriel tenía fé en él.

Estaba a punto de darse la vuelta cuando algo salió del bolsillo de la campera que acababa de colgar. Se agachó y levantó las tres fotos.

Casi se había olvidado de ellas. Eran las únicas tres fotos que no habían sido arruinadas por el agua, y él había querido darles un lugar especial. En su lugar, se las había olvidado en algún bolsillo de una de sus camperas. Habían pasado cosas más importantes por su mente.

Frunció el ceño ante la que lo mostraba a él solo, y trató de descifrar cualquier cosa que le diera un indicio de un recuerdo, pero su mente se quedó en blanco. Con un suspiro, pegó la vuelta para salir de la habitación de invitados y buscar a Gabriel.

Como la mayoría de las noches, estaba en la sala de estar, la tele sonaba bajita de fondo mientras él estaba en su notebook, con las cejas juntas.

"De verdad deberías dar el día por terminado," le dijo mientras se sentaba a su lado. "Date un descanso, Gabi."

El rizado lo miró y parpadeó, pareciendo adormilado. "Estoy hecho mierda."

"¿Lo ves?" Renato se acomodó en el sofá y frunció los labios. "¿Tenés un día ocupado mañana?"

Gabriel negó con la cabeza. "No, no creo. Es feriado bancario en Francia, por lo que la empresa con la que estoy trabajando en este momento no va a poder hacer negocios."

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora