Capítulo Cinco (1)

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"No lo pensé bien."

"No estoy sorprendido por eso." Agustín mantuvo sus ojos en las cuerdas de su guitarra, afinándola mientras hablaban.

Gabriel se sintió mal por quejarse con Agustín cuando se suponía que esta noche iba a ser sobre él. Tenía su primer concierto en un boliche. Era distinto a los shows que había dado en bares antes. No se trataba de tocar algo de música de fondo para la charla de un viernes por la noche. Este era un concierto donde la gente prestaba atención real al artista en el escenario.

Fausto se apoyó contra una de las cajas en el escenario, sacudiendo la cabeza. "A mí tampoco me sorprende. Fue una idea estúpida desde el principio."

"No podía dejarlo dormir en el piso de Agustín, ¿o sí?" Gabriel hizo un puchero, sabiendo que no le convenía.

"Bueno, pero no tenías que ofrecerle que se mude con vos." Agustín guardó su guitarra y se limpió las manos en los jeans.

Por supuesto que no tenía que hacerlo. Sin embargo, si no le hubiera ofrecido un lugar para quedarse, quién sabe a dónde habría ido. Las ola idea de que estuviera con alguien más lo hacía marear. Tenía este impulso, este impulso de mantener a Renato lo más cerca posible. Cuando estaban en algún lugar juntos, Gabriel estaba tan concentrado en el chico que olvidaba lo que estaba pasando a su alrededor.

"Yo no era así en ese entonces," suspiró. "No era el tipo de persona que no podía sacar las manos de su chico. Podía estar en un lugar con él sin sentir la necesidad de tocarlo y estar lo más cerca posible. ¿Cómo me convertí de repente en esto?"

Fausto puso los ojos en blanco. "No eras así porque no necesitabas que te dejen tranquilo. Estabas seguro de lo que tenías y lo que Tato sentía por vos. Es sólo la forma en la que se comportan las personas están enamoradas de alguien, pero todavía no están juntos."

"Todavía no," repitió Gabriel. Miró alrededor de la barra para ver si Julián y Renato habían llegado por fin. Venían directamente del trabajo. "No estoy seguro de que sea a dónde nos esté llevando esto."

"Se mudo contigo," le recordó Agustín. "No lo habría hecho si no le gustaras."

El rizado se mordió el labio. Sólo el pensarlo hizo que su corazón palpitara de emoción, pero no se atrevía a entregarse a él. El riesgo de ser herido nuevamente, de terminar con las manos vacías y el corazón roto una vez más, era demasiado serio. Se había quemado esperando antes.

El músico fue llamado al fondo del escenario por una de las personas que trabajaban en el bar. Gabriel lo vio darse prisa, parecía nervioso. Asentía con la cabeza a todo lo que el hombre le decía y señalaba.

"Gabi," dijo Fausto después de un momento, tocando su hombro. Vamos a sentarnos. Agus está a punto de empezar."

"Es su noche," murmuró el rizado, siguiendo a su amigo lejos del escenario. "Soy el peor amigo en la historia de los malos amigos."

Riendo, Fausto le dio una palmada en la espalda. "No lo sos. Estás acá, ¿no? Agus sabe que lo estás apoyando."

Probablemente tenía razón, pero eso no evitó que él se sintiera como un idiota. Estaba tan concentrado en sí mismo, en Renato y en todo lo que pasaba entre ellos, que no prestaba la atención adecuada en el trabajo y no les daba a sus amigos la atención que merecían.

Nunca había sido así antes. Incluso cuando el castaño era el centro de su vida, Gabriel nunca había dejado que ésta girara únicamente en torno a Renato. Eso sólo empezó después de que lo había perdido. Se intensificó ahora que el chico estaba de vuelta en su vida.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora