Capítulo Cinco (2)

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"Bueno," dijo Bruna, cerrando la puerta detrás suyo y ajustando la caja en su brazo. "Eso es todo."

Renato usó su llave para cerrar la puerta. "Espero que no les lleves las seis semanas completas arreglarme el departamento."

"¿Ya te cansaste de Gabi?" Preguntó Agustín y agarró un bolso para llevarla abajo mientras seguía a la chica.

Ése era el problema. Renato ajustó la caja que llevaba en sus brazos después de haber guardado su llave y haber pensado en esta mañana. Volvió a pasar la noche en la cama de Gabriel, y al igual que la mañana anterior, se habían despertado enredados el uno con el otro. Aunque la primera mañana había sido un poco incómodo, hoy había sido tierna. Él se había despertado primero y había descansado su cabeza sobre el pecho del otro chico, escuchándolo respirar.

Era consciente de que actuaban como una pareja en casi todos los momentos en que estaban solos. Actuaban como una pareja en todos los aspectos de sus vidas, excepto por el hecho de que no se estaban besando o teniendo relaciones.

Renato les hacía el desayuno por la mañanas y Gabriel le enviaba mensajes a lo largo del día, preguntándole qué debía llevar cuando iba de compras después del trabajo. Hablaban de sus días mientras cenaban juntos, y después de ver la tele y reírse de las tonterías de algunos espectáculos, se acostaban en la misma cama.

Él ni siquiera había preguntado la noche anterior. Simplemente fue directo a la cama de Gabriel después de ir al baño, y el rizado no había dicho nada al respecto. Incluso ya le había dejado un espacio, probablemente esperando que vaya a acostarse con él.

Como Renato tenía libre hoy, había vuelto a preparar el desayuno mientras Gabriel se preparaba para ir a la oficina. Había tratado de argumentar que era domingo y debería quedarse en casa, pero aparentemente el caso que tenía era demasiado importante. Así que él le había preparado un almuerzo para llevar, diciéndole que regresara antes de la noche. Gabriel se había quedado un poco sorprendido, incluso confundido, pero sus mejillas se pusieron un poco coloradas cuando asintió y le prometió que volvería para cenar juntos.

"No lo estoy," dijo Renato cuando ya estaban abajo. "Simplemente no quiero ser un estorbo para él durante tanto tiempo."

"Estoy bastante seguro de que no le molesta, eh." Agustín dejó el bolso al lado del auto de Bruna.

La chica frunció el ceño cuando puso la caja en la parte trasera del coche. "¿Te insinuó que es un inconveniente para él tenerte acá?"

Sacudiendo la cabeza, Renato dejó caer su caja al lado. "No, para nada."

"Probablemente no le molestaría que te quedes para siempre." Agustín le entregó el bolso a Renato y se metió las manos en los bolsillos. "Digo, a fin de cuentas."

Ni siquiera fue sorprendente o aterrador cuando el primer su pensamiento fue que a él también le gustaría. Frunciendo el ceño, se encogió de hombros y abrió la puerta del asiento del acompañante. "Ni siquiera pasó una semana, Agus."

Sonriendo, Agustín los saludó. "Puede ser. ¿Nos vemos?"

"¿En lo de Fausto el martes a la noche?"

"Cierto." Agustín saludó a Bruna. "Un placer conocerte."

"Y a vos." Ella se sentó en el asiento del conductor y lo puso en marcha.

Después de que Renato le había contado sobre el incidente en el bar, Bruna había decidido venir a ver a su hermano. Habían acordado no decírselo a Valeria, ya que el chico no había tenido heridas graves y el golpe en la cabeza no había sido crítico.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora