Capítulo Dos (3)

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"Esperá, esperá, esperá," murmuró Renato para sí mismo cuando su celular comenzó a sonar. Acababa de poner el pollo en el horno y corrió hacia donde estaba su teléfono sobre la mesita de noche.

"Hola," respondió cuando vio el nombre de Fausto parpadeando en la pantalla.

"Tato, amigo," dijo Fausto alegremente. "¡Feliz cumpleaños!"

"Gracias, Faus." Renato se sentó en su cama, limpiándose una mano en los pantalones. Todavía se tenía que cambiar. "Estoy feliz de que hayas llamado."

"Perdón que no te llamé antes. Estuve super ocupado en el trabajo durante las últimas semanas." Fausto parecía un poco molesto. "¿Cómo estás?"

"Bien." Cambió la posición, cruzándose de piernas. "Bien de verdad. Estoy feliz de haber pasado por esto después de todo."

Fausto murmuró. "Estoy feliz por vos. ¿Tu mamá no te llama todos los días?"

"Ya no." Renato se rió. "Lo hacía al principio, pero ahora me manda mensajes cada dos días."

"¿Y no te sentís solo?"

Renato dudó por un segundo. "No, la verdad que no. A veces me da miedo, pero en general, estoy bien. Conocí algunas personas también."

"¿Vas a salir con ellos esta noche?" Fausto sonaba un poco distraído ahora. Probablemente todavía estaba en su oficina.

"Quizás más tarde." Renato miró hacia la pequeña cocina. "Van a venir en un rato a cenar."

"Ojalá pudiera festejar con vos también, amigo."

"Ya sé." Renato se mordió el labio, contemplando su siguiente oración. "En realidad, emm..." Se aclaró la garganta. "No vas a creer lo increíblemente chica que puede llegar a ser esta ciudad. Me encontré con Gabriel."

Hubo un ruido en el otro extremo de la línea que Renato no pudo identificar. "¿En serio?" Preguntó Fausto.

"Sí. Vino a comer al restaurante donde trabajo." Al levantarse, Renato golpeó su dedo del pie y puteó por dentro. "Ni siquiera me di cuenta, pero después lo crucé de nuevo. Es amigo de mi vecino."

"¿En serio?" Había algo en la voz de Fausto que Renato no podía interpretar, pero que le hizo fruncir el ceño. Su amigo definitivamente no estaba muy emocionado con esa noticia. "Eso sí que es una coincidencia."

"Es copado," agregó Renato.

"Es un buen tipo, sí."

"Lo había visto en algunas de las fotos de tu heladera, pero..." Renato sonrió para sí mismo, sabiendo que Fausto lo entendería. "Sabía que estaba bueno, pero de verdad que lo está."

Fausto se quejó. "Tato, no."

"Demasiado tarde," respondió Renato, sonriendo ampliamente. "Creo que él también está interesado. Sólo quería adelantártelo, ¿sabés? Ser honesto al respecto y eso, ya que ustedes son amigos."

"Gabi no es bueno para vos, Tato." Fausto sonaba demasiado serio. "No lo intentes."

Renato frunció el ceño y miró las papas que hervían en la cocina. "Sí, está bien, parece tener algunos problemas de confianza. Seguro todavía no encontró al indicado, Faus."

Fausto se quedó en silencio por un momento. "Lo digo en serio, Tato. No empieces nada con Gabi. No va a salir bien."

"¿Por qué no te-" Fue interrumpido por el timbre de su puerta. "Perdoname, mis invitados están acá. Me tengo que ir."

"Renato, escuchá-"

"Después te llamo, Fau," prometió Renato y cortó. Intentó apartar lo que Fausto había dicho a un lado por el momento y se apresuró hacia la puerta para abrirla.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora