Capítulo Dos (2)

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Se habían mudado a la sala de estar después del desayuno. La cocina seguía siendo un desastre y ninguno se había molestado en limpiarla hasta el momento. Agustín estaba tirado en la gran alfombra frente al sofá, Julián se acurrucaba en uno de los sillones, y Renato y Gabriel habían terminado en extremos opuestos del sofá. Una película estaba de fondo pero nadie la estaba viendo realmente. La lluvia caía desde un cielo gris, haciendo que las vistas de las impresionantes ventanas de Gabriel fueran borrosas.

Renato le lanzó una mirada, y ésta se posó en la parte de piel de Gabriel que era visible por el suéter que se había levantado. Había otro tatuaje, pero Renato no podía distinguir lo que era.

Ya le había visto uno en la parte de atrás de una de sus piernas, era un escudo de Boca. Renato había podido vislumbrarlo cuando habían llegado.

Lo que más le sorprendió fue lo atractivo que había encontrado la tinta en la piel de Gabriel. Nunca antes le habían calentado los tatuajes, pero Gabriel había provocado esa reacción en Renato.

Él mismo también tenía un tatuaje. Sólo que el recuerdo de habérselo hecho se había ido, y nunca había decidido hacerse otro después de su accidente.

"Nunca más voy a dejar este departamento," dijo Julián, abrazando un almohadón.

Gabriel se echó a reír. "Ahora que Agus ya no necesita mi habitación de huéspedes, está libre para que te quedes."

"También podría llevarte en esa oferta."

Renato frunció el ceño ligeramente ante el uso de palabras. Instintivamente trazó un dedo sobre su propio hueso de la clavícula, donde las palabras No te duermas estaban tatuadas en su piel. No tenía idea de por qué las había puesto ahí.

Cuando levantó la vista de nuevo, encontró a Gabriel mirando hacia donde Renato había tocado distraídamente su clavícula. Sus miradas se encontraron por un momento, antes de que Gabriel la alejara rápidamente.

"Entonces, ¿de qué comida vas a tratar de convencerme la próxima?" Preguntó, pateando su pie para empujar suavemente el brazo de Agustín.

"Si te dejas convencer," respondió Agustín, rodando sobre su espalda. "¿Acaso le diste una oportunidad a los panqueques de Renato?"

"Me los comí, ¿o no?" Gabriel parecía ofendido.

Renato resopló. "Sonás como si fuera un gran sacrificio."

"Bueno." Una sonrisa se extendió por el rostro de Gabriel. "Hicieron que se entibie el dulce de leche del relleno."

"Tibiecito," repitió Agustín. "Lo hace más sabroso."

"Los mejores panqueques que comí," sentenció Julián.

"Escuchá," Renato dirigió un puchero a Gabriel. "Estos dos saben cómo agradecerme por hacerles el desayuno como se debe."

Gabriel cruzó los brazos frente a su pecho. "Haceme tostadas con mermelada la próxima vez y te voy a mostrar lo que es agradecer como se debe."

Las mariposas se encendieron en el estómago de Renato. ¿Gabriel estaba coqueteando con él? "¿Correctamente cómo ?"

Gabriel levantó una ceja como para burlarse de él, pero antes de que pudiera decir algo, Agustín interrumpió.

"¿Acabás de invitar a Tato a pasar la noche?"

"¿Acabás de ofrecerle sexo a cambio de comida?" Julián agregó de inmediato.

A Gabriel parecía que lo habían cacheteado por lo rojas que se pusieran sus mejillas. "Por supuesto que no."

"Lo hiciste, totalmente," protestó Renato.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora