Capítulo Cinco (4)

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Gabriel había esperado que su corazón se sintiera un poco más liviano al despertarse, pero cuando lo hizo el domingo por la mañana, éste pesaba tanto en su pecho como la noche anterior. Parpadeó, abrió los ojos y el primer pensamiento en su mente fue que no quería que Renato se fuera.

No ayudó que el chico estuviera durmiendo en sus brazos, su cara presionada contra su pecho. Respiraba de manera uniforme, y sus dedos estaban agarrados de la delgada tela de la camiseta de Gabriel. Sus piernas estaban enredadas, y cuando él se movió ligeramente, notó que Renato estaba medio duro contra su muslo.

Cerrando los ojos, se obligó a no reaccionar.

No era la primera vez que uno de los dos se despertaba con una erección. Cada vez que sucedía, habían ignorado el hecho de manera educada y habían fingido que no sabían que el otro se estaba ocupando de eso en el baño.

Gabriel quería ser el que se hiciera cargo de la erección del chico por la mañana. Ya sea ahí en la cama, en la ducha, cualquier cosa era mejor que saber que Renato estaba haciendo cosas rápidas e insatisfactorias por su cuenta.

La alarma sonó y lo sacó de su espacio mental. Sus pensamientos hicieron que su amigo se despertara también, y se mordió el labio cuando Renato se movió y rozó su muslo contra él. El chico se congeló de nuevo, obviamente percatándose de la situación, y sus dedos agarraron la remera de Gabriel un poco más fuerte.

La alarma en el celular de Renato seguía sonando mientras estaban acostados así, enredados el uno con el otro. El corazón de Gabriel de repente empezó a latir un poco más rápido y se preguntó qué pasaría si simplemente siguiera sus instintos. ¿Qué pasaría si dejara que su mano se deslice un poco más abajo, hasta la cola de Renato? ¿Y si sólo inclinara su pierna un poco? ¿Lo suficiente como para presionarla más firme contra la pija de su chico, y darle algo de fricción? ¿Qué pasaría si dejara que sus labios se cerraran sobre la piel cálida y suave de su cuello? ¿Y si-

El pensamiento se disolvió cuando Renato se separó de él, alejándose bruscamente.

"Fausto va a estar acá en una hora," murmuró. "Voy a..." Hizo un gesto hacia el baño, pero su voz se apagó cuando lo miró.

Se miraron el uno al otro por un momento, y Gabriel contuvo el aliento.

Mordiéndose el labio, los ojos de Renato recorrieron el cuerpo del rizado, y sus mejillas se pusieron rojas. Hizo un ruido estrangulado cuando se dio la vuelta bruscamente y huyó de la habitación. Gabriel se quedó mirándolo fijo, con el corazón latiendo en lo alto de su garganta.

Se dejó caer sobre su almohada, gimiendo en voz baja. En el baño, oyó que se encendía la ducha y cerró los ojos. Las imágenes que inundaban su mente no ayudaban en absoluto a su situación, por lo que se obligó a levantarse y abandonar la cama. Cualquier otra cosa terminaría en él masturbándose y Renato probablemente entrando a mitad del acto.

Agarró un par de pantalones de jogging holgados y se los puso antes de ir a la cocina para hacerse un té. Puso la máquina de café para Renato y puso sus manos en el borde de la pileta, mirando por la ventana. Recordó cómo el chico lo había apretado contra esa misma pileta, encerrándolo y diciéndole que le gustaría prepararle el desayuno de nuevo.

Se sentía como hace años. Tantas cosas habían cambiado desde entonces, y Gabriel ni siquiera podía empezar a contarlas en su cabeza. Se habían acercado mucho más desde entonces, y al mismo tiempo, se habían alejado más que nunca.

No había pensado que alguna vez podría volver a perder a Renato, pero hoy se sentía así. Aunque sabía que no era como hace cinco años, ni siquiera remotamente lo mismo, no podía dejar de temerlo.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora