Capítulo Cuatro (3)

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Estar en casa era tan reconfortante como inquietante para Renato.

Había pensado que irse lo aislaría de su vida en Buenos Aires, de alguna manera lo liberaría de lo que había sucedido en los últimos dos días. Había querido envolverse en la reconfortante protección de su hogar, donde el tiempo se había detenido y todo era exactamente como lo había sido cuando aún tenía dieciocho años.

Sin embargo, esta vez, volver a casa se sintió diferente. Todavía era reconfortante, pero Renato también se había dado cuenta de que el tiempo nunca se había detenido, ni siquiera ahí. Todo el mundo sólo mantenía la mentira delante de él. Ahora que se supo la verdad, ni siquiera podía mirar su propia casa de la misma manera que antes.

Su madre era incluso más sobreprotectora que después del accidente. Hacía un escándalo cada vez que Renato se movía, preguntándole si necesitaba algo. Lo que él necesitaba eran respuestas, pero ella realmente no podía dárselas. Le había contado sobre el accidente y sobre su situación de vida, pero no sobre Gabriel. Cada vez que Renato trataba de preguntarle algo sobre su tiempo con el chico, ella lograba eludir el tema. Entonces casi que había dejado de preguntar.

"Entonces," dijo Bruna cuando estaban frente a la tele más tarde en la noche. Ella también había vuelto a casa al enterarse la noticia de que Renato había descubierto sus mentiras. Valentino era otro caso, porque se encontraba viviendo en otro páis. "¿Hablaste con Gabi?"

Renato mantuvo sus ojos en la pantalla. "Sí."

"¿Qué dijo él?" Valeria quiso saber.

Levantando una ceja, Renato se giró hacia ella. "¿No tuvieron tiempo para hacer coincidir sus historias?"

"Renato," Bruna murmuró, tomando el control remoto para apagar la tele. "No hagas eso."

"¿Qué?" Se cruzó de brazos. "Vos también hiciste eso antes, ¿no? Armaron todas estas mentiras junto con él."

Valeria se mordió el labio. "Sólo intentábamos hacerte las cosas más fáciles, hijo."

"En realidad," agregó Bruna, "Gabriel no inventó ninguna mentira. Fue todo de parte nuestra."

Renato le frunció el ceño. Era obvio que había estado involucrado, se lo había dicho la noche anterior.

"Él no estuvo ahí para decir las mentiras, ¿o me equivoco?" Se encogió de hombros y se mostró vacilante, la mirada en su rostro era un poco incierta.

Eso lo golpeó, y lo hizo tragar fuerte. Ella tenía razón, en cierto modo. La única mentira que Gabriel había dicho había sido a través de su ausencia. Todo lo demás lo habían arreglado su familia y amigos.

"Puedo reformular mi pregunta," ofreció Bruna después de un momento de silencio. "¿Qué no te dijo él que querés saber?"

Renato apretó los labios. Le gustaría saber algunas cosas, pero tenía la sensación de que sólo Gabriel podía responderlas. Así que comenzó con una que todavía no creía, sin importar lo que Fausto y Gabriel le hubieran dicho.

"¿El accidente fue mi culpa?"

"No," dijo Valeria de inmediato. "Fue el conductor del camión. Tato, no mentimos sobre eso."

Soltando un suspiro, miró a su hermana, y ​sólo cuando ella asintió con la cabeza, sintió que el peso caía de sus hombros. Les había creído ciegamente cuando se había despertado en el hospital, y nunca lo había cuestionado. Sin embargo, saber que había alguien más en el auto la convertía en una historia completamente diferente. Renato nunca quiso ser responsable de que alguien se lesionara como lo había hecho.

Recordar(te). [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora