Capítulo 1: Un extraño.

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Sofía:
Estaba caminando por las calles buscando carteles que solicitaran trabajo. Fuera el trabajo que fuera necesitaba uno y estaba dispuesta a seguir buscando, mi estómago crujía y no tenía dinero para comprar nada.
No me gusta pedir dinero a las personas, en ese momento anhelaba tener un trabajo para poder ganar lo suficiente y comprar comida con mi propio dinero.
En la mañana había comido solo un pan que me regaló una señora. Ya se estaba ocultando el sol, por lo que supuse, serían la cinco de la tarde; estaba perdiendo poco a poco mis esperanzas.
Había tenido un día horrible y ni quiero pensar como va a terminar, estaba cansada de los pies y me dolía un poco la espalda; todo el día caminando ¿qué se podía esperar?
La gente que pasaba cerca de mí me miraba con cara de asco y no era nada nuevo para mí; casi todos los días llevaba la misma ropa, hoy vestía la más fea: un vestido con parches de diferentes colores, ya que se ha roto muchas veces y es lo único que puedo hacer.
Caminé hacia un callejón que encontré cerca a un edificio, allí saqué un cartón de mi pequeña mochila junto con una manta. Me puse de rodillas y hablé con Dios.

- Dios en este momento te quiero dar gracias por haberme mantenido viva hasta ahora, te pido por favor, que donde sea que esté mi familia la cuides. Ayúdame a encontrar un trabajo pronto y perdóname si he hecho algo malo. Bendíceme. Amén.

Lágrimas caían por mi rostro una vez más, estaba preocupada por mi familia, no la había visto hace más de  cinco meses. Extrañaba a mi pequeño hermano y a mis padres, no sabía donde encontrarlos. Sabía que antes de hacer cualquier cosa tenía que encontrar trabajo.
Me puse a cantar una canción mientras lloraba para tranquilizarme.

Luis:

Trabajaba en mi escritorio revisando algunos papeles que mi hijo terminó, para ver cómo se desempeñaba en esto de administrar la empresa; muy pronto yo dejaría la empresa en sus manos, necesitaba estar más con mi familia y que esto me quitaba mucho tiempo.

- Señor Walker, ya es tarde debería ir a descansar- dijo mi secretaria entrando a la oficina.

- Tiene razón, lo siento, el tiempo se pasa rápido- dije mirando el reloj que marcaba las seis de la tarde. La hora de salida era a las cuatro y media.- Usted puede irse a descansar Hanna  hace rato debió haberse ido a casa, no se preocupe por mi.

- No puedo, tengo que ser la última en salir, es mi deber, no quiero que me despida y no tengo otro trabajo además de éste para sostener a mi hijo.- dijo la joven mirando el suelo.

- ¿Tienes un hijo?- pregunté sin creerlo. Era muy joven, apenas tenía 20 años; la contraté hace un mes y no sabía mucho de ella.

- Si - dijo ella sin despegar la mirada del suelo.

- Oye mírame- die acercándome a ella- el horario es muy duro, te lo arreglaré para que puedas irte más temprano y así puedas pasar tiempo con tu hijo. Cuéntame de él- pregunté intrigado.

- Tiene un añito, se llama Alex- dijo con un brillo en sus ojos- Lo cuida una niñera. Su padre está de viaje por trabajo. Pero...¿enserio arreglaría el horario? ¿haría eso por mí?- dijo emocionada.

- Claro- dije dirigiéndome al escritorio.

- Gracias- dijo ella abriendo la puerta- ¿Necesita algo?- preguntó antes de salir.

- No, sí. Bueno te quería pedir el favor, háblame de tu no de usted y dime Luis, no soy tan viejo.

- Si,Señor Wal... digo, Luis- Dijo corrigiéndose ella misma- Adiós.

- Adiós.

Terminé de empacar los papeles en mi portafolios y entré en el ascensor. El chofer sabe que los viernes me voy caminando a casa en compañía de mis guardaespaldas, me gusta caminar de vez en cuando y despejarme un poco.
Al salir del edificio mis guardaespaldas me siguieron.
Mientras caminaba escuché una melodiosa voz que era interrumpida por unos sollozos de alguien, al parecer provenía de un pequeño callejón. Me acerqué con los guardaespaldas y observé a una chica con el cabello desaliñado. Se veía mal.

Sofía:

Escuché unos pasos cerca de mí, me asusté bastante pero igualmente me dí la vuelta para saber de quien se trataba; era un hombre de corbata y se acercaba con dos hombres.
Tenía miedo. Me cubrí con la manta y empecé a deslizarme hacia atrás aún sentada.

- No me hagas daño, por favor- susurré- no me hagas daño te lo suplico.

- No voy a hacerte daño. Tranquila- se acercó más a mí y yo no podía retroceder más, la pared me lo impedía.

- ¡No te acerques!- saqué las fuerzas que tenía y grité. Mi cuerpo temblaba y poco a poco todo se volvió negro.

Luis:

- ¡No te acerques!- Me gritó y luego se desmayó.

- Mark, llama a el chofer, llevaremos a la joven a la mansión, necesita recuperase- dije en tono preocupado.

- Señor es mejor llevarla a un hospital.- Dijo Freddy mi otro guardaespaldas.

- ¡No! ¡acaso no la miran! ¿quién va a cuidarla? No es por nada, pero es de la calle y no van a atenderla fácil.

- Tiene razón Señor- dijo Mark fulminando con la mirada a Freddy- el chofer ya está en camino.

Tomé a la chica en mis brazos y al instante llegó el chofer, Mark abrió la puerta y la subí, yo me senté al otro extremo.

Cuando llegué a la mansión ella seguía dormida la bajé con cuidado de no despertarla, pero fue inútil ya que eso es lo primero que pasó.
Abrió sus ojos, en ellos se reflejaba el temor que sentía.

- No te asustes, tranquila. Esta es mi casa, te traje aquí para que puedas quedarte- le expliqué con calma.

- ¿Casa?- preguntó incrédula- ¡esto es una mansión!

- Así es. Sígueme.- le dije tendiéndole mi mano.

- No, lo siento. No puedo quedarme aquí. No te conozco.¿y si vas a secuestrarme? O mejor aún ¿matarme? Teng...

- Mi nombre es Luis y no te voy a hacer daño...- dije haciendo una pausa para que me dijera su nombre.

- Sofía, Sofía Miller- sonreí tímida.

- No te voy a hacer daño Sofía, te lo prometo.

- Bien...- dijo suspirando.

- ¿No has comido nada verdad? - ella asintió- con razón te desmayaste. Vamos, tienes que alimentarte.

- Gracias.

- No tienes por qué agradecer, para eso estamos- dije bromeando y ella soltó una pequeña risa.

- Oye, ¿vive sólo?

- No. Vivo aquí con mi hermosa esposa y mis hijos.

- Espero no incomodar.

- Claro que no.

Toqué el timbre y el ama de llaves abrió la puerta.

- Bienvenido  Señor Walker.

- Gracias. Mira Ana te presento a Sofía, Sofía, ella es Ana.

- Un gusto señorita Sofía.

- El gusto es mío.

- Bueno sigan, la cena está casi lista, su esposa y sus hijos están viendo una película en la sala de cine, su hijo mayor salió hace poco.
Me indigné un poco ya que él casi no mantiene en casa y quien sabe si venga a comer.

- Gracias.

Entré con Sofía a la sala y subí con ella las escaleras hacia una habitación. Se preguntarán porqué la traje si es una completa desconocida; simple, siempre he tenido un especie de instinto y ella se ve de confianza.
Ella no dejaba de mirar toda la casa, su cara estaba llena de asombro; era claro que nunca estuvo en un lugar así.

Wanda ♡

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